¿Estados Unidos de Europa?
Suena demasiado ambicioso y atemorizante para algunos, pero el esbozo de esta propuesta que se hizo pública ayer, convierte la idea de un macro gobierno europeo en una posibilidad más real.
Sus creadores se han agrupado en el denominado Club de Berlín, conformado por los ministros de Exteriores de Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, España, Austria, Portugal, Polonia y Dinamarca, estos dos últimos sin euro como moneda.
Sandra de Miguel SanzSuena demasiado ambicioso y atemorizante para algunos, pero el esbozo de esta propuesta que se hizo pública ayer, convierte la idea de un macro gobierno europeo en una posibilidad más real.
Sus creadores se han agrupado en el denominado Club de Berlín, conformado por los ministros de Exteriores de Alemania, Francia, Italia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, España, Austria, Portugal, Polonia y Dinamarca, estos dos últimos sin euro como moneda.
Esta apuesta surge en un momento en el que la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la UE que forma una alianza junto con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo más conocida como ‘la troika’, ha quedado en entredicho por la gestión de la crisis, especialmente a través de los órganos de decisión europeos radicados en Bruselas.
Los ingredientes
Según reportó el diario El País, ese ‘supergobierno’ se caracterizaría por tratar de avanzar hacia una Europa de corte federal, con un presupuesto y una política económica propios de esa forma de gobierno, con mecanismos de solidaridad, unión bancaria, una auténtica política exterior común y un intento, en teoría, de aumentar la democracia.
Además, se plantea la posibilidad de reabrir tratados importantes, de aumentar el poder del Parlamento y de nombrar a un presidente de la Comisión “elegido directamente” de las urnas.
Sin embargo, en esa búsqueda de mejorar los mecanismos de decisión de los 27, se propone, según fuentes del Ministerio de Exteriores español referidas por El País, sustituir la unanimidad por la mayoría cualificada, lo que no está exento de polémica.
Se buscaría también aumentar los poderes de la Comisión y reducir el número de comisarios.
A todo esto se sumaría la propuesta del jueves pasado de Van Rompuy, actual y primer presidente del Consejo Europeo, de crear un presupuesto central para la eurozona y de emitir deuda conjunta de forma “limitada” para reforzar la unión económica.
Las zonas grises
Sin embargo, lo que puede constituir un sueño para algunos y una pesadilla para otros por la pérdida de soberanía que esto implicaría para las distintas naciones que forman la Unión, es un proyecto vago.
El texto está repleto de imprecisiones y generalidades que han permitido alcanzar un consenso de mínimos pero que ocultan los problemas que conllevaría materializar el plan y quizás, también, intenciones no tan claras.
Esa ausencia de detalles se observa especialmente en el tema de los eurobonos y de los mecanismos de solidaridad y contrasta, como señaló la periodista Claudi Pérez, con los controles sobre el déficit impuestos desde Bruselas y perfectamente definidos.
Así, el documento que esboza el proyecto solo señala que algunos miembros sugieren “mutualizar riesgos soberanos”, esto es, compartir costes y riesgos a través de la emisión de bonos, pero no dice nada más. Y es que Alemania se opone rotundamente, al menos en el corto y medio plazo.
Además, el ‘supergobierno’ seguiría aumentando el poder de las instituciones europeas para controlar los déficits y las políticas fiscales de cada país, una de las principales causas del descontento que ha provocado numerosas movilizaciones en algunos países europeos desde el inicio de la crisis.
La utopía de “Europa como actor global”
Bajo ese epíteto, los 11 firmantes del informe que busca cambiar el rumbo de Europa, expusieron sus ideas sobre la proyección que, a su parecer, debería tener la Unión.
Sin embargo, que Europa llegue a funcionar verdaderamente como un actor global es algo muy lejano.
Y es que para empezar, como bien señala el periodista Ricardo Martínez de Rituerto, la política exterior y de defensa de la Unión requiere de la unanimidad de sus miembros y en esta suerte de anteproyecto tan sólo han estado presentes 11 de los 27 componentes.
Entre las principales ausencias en las conversaciones que concluyeron el lunes pasado en Varsovia destacaron la de Reino Unido y la de Suecia.
Esos hechos no dejan de ser contradictorios si se tiene en cuenta que lo que se busca es la unificación. Aunque en muchos casos ésta luego no es tal, sino que se traduce en un aumento de poder de las instituciones de la Unión y de los países con más poder sobre los que juegan un papel secundario o en ocasiones invisible.
Otros puntos polémicos del documento son la petición de una representación conjunta en organizaciones internacionales y, en lo relativo a defensa, la creación de un mercado único de armamento y, por parte de algunos miembros, la formación de un ejército europeo. Cuestiones que sólo generan más dudas: ¿Renunciarían los países a puestos en organizaciones tan importantes como la ONU? ¿Cuál sería el papel de ese hipotético ejército?
Algunos sueños aparentemente idílicos pueden acabar tornándose pesadillas.