Ciudades Santuario: zona de resistencia

“Si van a deportar inmigrantes, entonces que empiecen c o n m i g o ” . Esas fueron las palabras del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, en respuesta a la orden ejecutiva lanzada por Donald Trump sobre inmigración.

De abuelo inmigrante y de padre italiano, como muchos otros millones de personas, los familiares del mandatario de Nueva York llegaron desde principios de 1900 a los Estados Unidos desde todo el mundo, buscando construir el tan prometido sueño americano.

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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millones de dólares podría perder Nueva York por negarse a informar sobre inmigrantes indocumentados a los federales
“Si el gobierno federal quiere que nuestra policía desgarre a las familias de inmigrantes, nosotros simplemente nos negaremos”
Bill de BlasioAlcalde de Nueva York
“Si hay una medida para deportar inmigrantes, entonces que empiecen conmigo”
Andrew CuomoGobernador de Nueva York
“Quiero ser claro: Nosotros vamos a seguir siendo una ciudad santuario. Eres bienvenido a Chicago mientras persigas el sueño americano”
Rahm EmanuelAlcalde de Chicago
“No creo que el gobierno federal pueda dejar de financiar a Los Angeles”
Eric GarcettiAlcalde de Los Ángeles
“Voy a ser claro: defenderemos a todos, a hombres, mujeres y niños, que han venido aquí para una vida mejor y han contribuido al bienestar de nuestro estado”
Jerry BrownGobernador de California
“Ya tenemos una frontera segura en San Diego construida por el gobierno federal”
Kevin FaulconerAlcalde de San Diego
“No cederemos ante las amenazas ni la oposición política”
Ed LeeAlcalde de San Francisco
“Está destruyendo la confianza en el gobierno. No respeta la tradición estadounidense de una transferencia pacífica del poder”
Libby ShaafAlcalde de Oakland
“Las órdenes ejecutivas firmadas por Trump hicieron del miércoles el día más oscuro de la historia de la inmigración de este país. No vamos a ser intimidados”
Ed MurrayAlcalde de Seattle

“Si van a deportar inmigrantes, entonces que empiecen c o n m i g o ” . Esas fueron las palabras del gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, en respuesta a la orden ejecutiva lanzada por Donald Trump sobre inmigración.

De abuelo inmigrante y de padre italiano, como muchos otros millones de personas, los familiares del mandatario de Nueva York llegaron desde principios de 1900 a los Estados Unidos desde todo el mundo, buscando construir el tan prometido sueño americano.

Hoy, de cada mil norteamericanos, 59 son italoestadounidenses, exactamente como el gobernador: ¿a ellos también los va a deportar, discriminar y perseguir?

Y es que, este pronunciamiento es particularmente especial. Nueva York es la capital financiera del país, pero también el símbolo universal del compromiso de Estados Unidos de ser una Nación de inmigrantes y refugiados que alberga a la vez a la Estatua de la Libertad y la Ellis Island, para recordarse a sí mismos que millones de inmigrantes y refugiados de todo el mundo entraron por aquel lugar para construir al país que es hoy.

Por eso, la declaración de Andrew Cuomo es trascendental.

Porque evidencia la naturaleza profundamente contradictoria de los mandatos de Donald Trump contra los orígenes de su propia historia. Pero sobre todo: porque pone en marcha el surgimiento de una nueva forma de desobediencia gestada desde el interior de las instituciones del Estado Norteamericano.

Y así como hizo el estado de Nueva York, una decena de ciudades santuario alrededor del país se están convirtiendo en zonas de resistencia a los mandatos ejecutivos del nuevo dirigente de la Casa Blanca.

Cada vez son más las ciudades de Estados Unidos que están optando por defender a los inmigrantes indocumentados en riesgo de expulsión, y están desafiando al nuevo presidente y su programa político.

Las reacciones más fuertes a la presidencia de Trump vienen de la promesa de alcaldes progresistas de ciudades como Austin, Chicago, Filadelfia y casi todos los municipios de California.

Represalias autoritarias

Una ciudad santuario es una ciudad que ha adoptado una política de protección de inmigrantes para no procesarlos por violar las leyes federales de inmigración en el país, en el que ahora viven ilegalmente.

Como castigo, Trump ordenó a su secretario de Seguridad Nacional y Fiscal General “asegurar” a través de todos los medios legales disponibles, que estas ciudades no sean elegibles para recibir subvenciones federales.

Sin embargo, la orden de Trump contradice, en su propia cara, el propósito declarado de hacer a “América segura otra vez”, porque resultaría en una serie de efectos muy peligrosos para el país.

California tiene cerca de 3 millones de inmigrantes ilegales. San José, Oakland y San Francisco, se han declarado santuarios para residentes indocumentados, declinando cooperar con funcionarios federales de inmigración que buscan detener o deportar a individuos en particular.

Eso supondría que las ciudades podrían perder miles de millones en fondos federales que se destinan, entre otras cosas, hacia el presupuesto de Inteligencia y Contraterrorismo de la Policía; Vivienda, afectando a hasta 40 mil hogares; y casi todo el presupuesto del programa de prevención y tratamiento del Departamento de Salud destinado a luchar, por ejemplo, contra VIH/ Sida.

Los Ángeles recibirá alrededor de 500 millones este año para pagar por una variedad de servicios incluyendo seguridad en el puerto, programas contra pandillas y servicios a personas mayores. Oakland hasta 130 millones.

Del presupuesto que va a recibir Nueva York podría perder hasta 9 mil millones de dólares -si el presidente Donald Trump se lo propone-, en la financiación federal anual por negarse a informar sobre inmigrantes indocumentados a los federales.

Protegen a migrantes

> De acuerdo a la Oficina de Migración de EU, las ciudades catalogadas como santuario son: San Diego, Los Ángeles, San Francisco, Miami, Chicago, Seattle, Houston, Phoenix, Austin, Dallas, Washington D.C., Detroit, Salt Lake City, Minneapolis, Baltimore, Portland (ambas Maine y Oregón), Denver, ciudad de Nueva York.

> También todo el estado de New Jersey, que es gobernado por el que fue uno de los asesores y principal amigo de Trump durante la campaña: Chris Christie. Sin embargo, el gobernador advirtió a sus funcionarios locales que de retar la “resolución” del presidente se bloqueará el financiamiento federal a sus ciudades.

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