El arte de ser un antisistema

¿ Qué es lo que podrían tener en común personalidades políticas tan diversas como el presidente Donald Trump; el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, o incluso la ultraderechista Marine Le Pen? Que todos se refieren a sí mismos como los candidatos antisistema.

Pues lo de hoy es rechazar el establishment. Y ahora todo político se basa en este principio.

20
por ciento de los votos en la primera ronda es suficiente para que Macron pueda calificar a la segunda
Macron se opone al sistema político, a sus corporaciones, a sus ‘reglas anticuadas’; él también vino a rechazar al establishment en el nombre del cambio

¿ Qué es lo que podrían tener en común personalidades políticas tan diversas como el presidente Donald Trump; el candidato de Morena, Andrés Manuel López Obrador, o incluso la ultraderechista Marine Le Pen? Que todos se refieren a sí mismos como los candidatos antisistema.

Pues lo de hoy es rechazar el establishment. Y ahora todo político se basa en este principio.

Pero se autodenominan así sin darse cuenta de la paradoja loca de que son producto de las propias instituciones y partidos a los que rechazan, que están listos a jugar el juego del sistema electoral y que están dispuestos a someterse al escrutinio de la oposición y el rechazo social.

Sin embargo, en el paisaje electoral francés se dice que surgió un verdadero foráneo, que asegura que no es ni de izquierda, ni derecha: Emmanuel Macron.

Banquero, asesor, exministro de Economía y ahora candidato al Elíseo, Macron, de 39 años, asegura que peleará por el mejor sistema para la renovación de Francia, más allá de las divisiones políticas tradicionales.

En el anuncio de su candidatura, el pasado mes de noviembre, pronunció un discurso que lo situaba fuera del circuito de los partidos políticos. Y su postura no es menos importante: también él, como muchos otros, se opone al “sistema”.

¿Aire fresco?

Aunque al principio parecía lejos del Palacio del Elíseo, la originalidad de este exministro de Economía es un soplo de aire fresco en Francia.

El Partido Socialista (PS) de François Hollande –de quien fue ministro de Economía entre el 2014 y 2016–, está muy dañado y Macron no vio el punto de lanzar su campaña con un partido así de agonizante.

Por el momento, Macron está fuera de las elecciones primarias del Partido Socialista, y por lo tanto fuera del partido, para ofrecer una idea renovada de la política en Francia.

E incluso si sus propuestas fueron muy vagas al principio, su carrera hacia la presidencia va viento en popa: el joven candidato independiente podría beneficiarse en el 2017 de circunstancias excepcionales.

Su movimiento titulado “En Marche!” busca fortalecer su presencia territorial, y ya estableció 3 mil comités locales para el propósito.

De acuerdo con una encuesta realizada por Elabe y Odoxa para el periódico Les Echos, publicada el 12 de enero, se mostraba a un Emmanuel Macron con grandes posibilidades de ser la tercera fuerza política rumbo a las presidenciales, que se celebran este año en Francia.

Aunando a eso, el exministro de Economía tiene el apoyo de personalidades políticas del propio Partido Socialista (PS).

Sus contrincantes en las elecciones de este año serían el candidato de la derecha François Fillon, la ultraderechista del Frente Nacional Marine Le Pen y muy probablemente el exprimer Ministro del Partido Socialista, Manuel Valls.

En política interior, Macron se presenta a sí mismo como “liberal” al mismo tiempo que de “izquierda”, y propone “adaptar el modelo social francés a la globalización”.

Para su proyecto de política europea, en donde sobresale el tema de la amenaza que recae sobre la zona euro, habla de la necesidad de reconstruir una “Europa más fuerte” a través de la creación de una “política común” en el espacio digital, en el comercio, en el medio ambiente y en la defensa, además de crear un Consejo de Seguridad Europea.

El apartidista

Emmanuel Macron dejó el gobierno de Hollande para formar un nuevo movimiento político centrista, basado en la modernización de la política francesa y la apertura económica.

Sin embargo, Macron asegura que una vez que vio el interior del sistema de partidos como ministro de Hollande, ahora quiere estar fuera de ellos sin representar los intereses de un grupo, y “siendo libre y sin partidos, él puede criticar abiertamente”.

Y si bien, según las encuestas, Macron podría derramar al paisaje político el mismo tinte antisistema que seduce a buena parte del electorado de la extrema derecha, muchos apuntan a que sus políticas se parecen más a la prosperidad y el optimismo de la década de 1990, que a los tiempos de nuestra época, que son mucho más oscuros y, sobre todo, mucho más nacionalistas.

No obstante, todo su discurso no deja de gustar a las expectativas del electorado, del que se podría beneficiar desplazándose al epicentro del espectro político en un abrir y cerrar de ojos, como él mismo dice.

Y especialmente dentro del sistema francés que funciona en base a una elección a dos vueltas, una que será en abril y otra en mayo, y que con una puntuación del 20 por ciento de los votos es suficiente para que Macron pueda calificar a la segunda ronda, y la definitiva.