Elecciones a la francesa
Candidatos en contraste
Los comienzos de una lucha aguda, y los intercambios acalorados sobre estos temas se aceleran entre los dos favoritos de la derecha para la elección prevista a finales de noviembre: el exPrimer Ministro Alain Juppé, líder en las encuestas, y Nicolás Sarkozy, que está decidido a reconquistar el Elíseo.
Andrea Montes Renaud
Candidatos en contraste
Los comienzos de una lucha aguda, y los intercambios acalorados sobre estos temas se aceleran entre los dos favoritos de la derecha para la elección prevista a finales de noviembre: el exPrimer Ministro Alain Juppé, líder en las encuestas, y Nicolás Sarkozy, que está decidido a reconquistar el Elíseo.
El expresidente se ha embarcado en una campaña después de la formalización de su candidatura a las primarias anunciada hace una semana.
Si bien al exjefe de Estado y a sus seguidores se les da el crédito, entre otras cosas, del buen manejo de la crisis financiera de 2008, su rivalidad con Alain Juppé no es el único problema que tiene Sarkozy, sino también que se enfrenta a obstáculos legales por estar implicado en varios casos relacionados con la financiación de su campaña de 2012, y el juicio que amenaza su candidatura.
No obstante, Sarkozy defiende la prohibición indiscriminada del burkini, reclama el veto del velo en las universidades o la supresión de la reagrupación familiar para los inmigrantes.
“No voy a ser el candidato de compromisos tambaleantes, de negaciones de la realidad, ni de soluciones a medias sobre la inmigración o sobre el resto de la agenda nacional”, proclamó Sarkozy.
“No queremos dar señales externas de pertenencia a ninguna religión en nuestro país”.
El contraste
Juppé considero exactamente lo contrario. El pasado fin de semana, frente a sus partidarios, cerca de París, respondió bruscamente con su voluntad de “representar en lugar de dividir”.
En una postura moderada, Alain Juppé de 71 años, se refirió a la compleja situación que enfrenta el país, mientras Francia ataca el frente yihadista en Medio Oriente, y es sacudida por tensiones sociales, como la controversia entorno al burkini.
“Francia es diversa. No todos tenemos el mismo origen, ni el mismo color de piel, tampoco la misma religión y eso se respeta.
“¿Cuándo vamos a detener esta locura que se ha apoderado de la sociedad francesa? ¿Vamos a prohibir el día de mañana el uso de la falda larga en la escuela?”, ironizó el candidato por la radio.
Además de su oposición a una ley anti-burkini, Juppé se ha pronunciado en los últimos meses contra la prohibición del velo en las universidades o a la sustitución de menús alternativos de cerdo en los comedores escolares, defendidos por Sarkozy en nombre de la “laicidad.”
Y es que, además, Juppé rechazó categóricamente el pronunciamiento del expresidente, sobre la detención preventiva de los sospechosos de radicalización islamista en los centros de detención, oponiéndose a un “Guantánamo a la francesa” en donde se encerraría sin juicio a miles de personas.
El ‘ni-ni’ de la política francesa
En la política francesa, cuando no se define si se es izquierda o de derecha, se crean dos enemigos a la vez: la mayoría y la oposición. El –ahora– exministro de Economía, Emmanuel Macron lo ha aprendido diariamente.
El polémico exministro francés, que dejó el gobierno el martes pasado, justificó su decisión como un acto de “coherencia”, pero indicó que analizará “a su debido tiempo” si presenta una candidatura a la presidencial de 2017.
“Emmanuel Macron no es ni de izquierda ni de derecha. La verdad es que no sabe ni en dónde está parado”, dijo Nicolás Sarkozy, en una entrevista con el diario Les Echos refiriéndose al ex “colaborador” de François Hollande responsable de “50 mil millones de aumento en los impuestos desde hace cuatro años”.
Para el economista su dimisión no tiene nada que ver con la incertidumbre que existe en torno a si François Hollande se presentará o no a la reelección.
“Si me voy, es porque esta es la idea que tengo de la responsabilidad política y de la fidelidad a mí mismo. Me voy para ser coherente, libre y responsable”, declaró el ex ministro.
Hace sólo unas semanas explicaba que “la honestidad (lo) obligaba a decir que él no era un socialista”.
Cuando fue nombrado en agosto de 2014, el jefe de Estado pensó que tenía las competencias necesarias para llevar a cabo reformas, pero Macron dijo que a lo largo de los meses “hubo diferencias con la mayoría del gobierno sobre Europa, las reformas económicas y sociales y sobre la respuesta ante los atentados”.
“Yo decidí con confianza asumir mis responsabilidades, tomé un riesgo para construir un proyecto político alternativo”, insistió.
Macron sería un nuevo rival para competir contra Francois Hollande.