Madame Le Pen

Para una definición de confort en la política, hay que ver el caso de Marine Le Pen.

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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El Frente Nacional ha emprendido una renovación sin precedentes entorno a su campaña de comunicación

Para una definición de confort en la política, hay que ver el caso de Marine Le Pen. Sin rival en torno a su movimiento y sin elecciones primarias internas en el partido, la líder del Frente Nacional es, desde hace meses, la candidata presidencial de la ultraderecha. 

Le Pen es alentada por excelentes encuestas, que de hecho se podría decir que lleva un par de años en campaña anticipada, previa a la votación presidencial de mayo del 2017.

Después de la victoria del Brexit y del republicano Donald Trump en Estados Unidos, los franceses no subestiman las posibilidades de victoria que tiene Le Pen, del único partido de ultraderecha en Francia.

Y es que Le Pen comprende muy bien todos los beneficios que le traerá la llegada de Trump a la Casa Blanca. 

Y además, su equipo ve con buenos ojos al equipo de transición del presidente electo, que favorecen a la ideología de la identidad; como Stephen Bannon, el Consejero del futuro presidente, quien es señalado por los medios por su defensa de la supremacía blanca y su vínculos con el Alt-right.

Y si la Casa Blanca tiene las mismas preocupaciones que tiene el Frente Nacional, seguramente propiciará un gran debate nacional; excepto por el detalle de que Francia no es Estados Unidos.

No existe actualmente ningún “fenómeno Trump” en Francia, y en ese sentido no existen grupos de votantes dispuestos a movilizarse para vencer al establishment político.

El Frente Nacional está tratando, bajo el impulso de Le Pen, de superar la imagen tradicional de una extrema derecha hecha de partidarios católicos fundamentalistas y nostálgicos del siglo pasado, que lideró el partido de su padre, Jean-Marie Le Pen.

Maquillaje de la ultraderecha 

En días recientes, la candidata frontista presentó el nuevo logotipo y lema del Frente Nacional para presentarse como la alternativa para una “nueva Francia”. 

La llama tricolor del logo histórico desapareció y en su lugar están las dos palabras, “Marine Presidenta”, flanqueadas por una rosa azul, y el lema: “En el nombre del pueblo”. 

Para Le Pen, la nueva consigna del partido es una “línea de conducta, una profesión de fe”.

Se trata de una estrategia de comunicación decisiva para el partido de extrema derecha. Pero también desapareció la antigua sede de la campaña presidencial de Le Pen. 

Inaugurada el pasado miércoles, la nueva sede se ubica en la famosa calle de Faubourg Saint-Honoré en París, que es la misma que conduce al Elíseo: la residencia del Presidente de la República. 

“Para que la mudanza me sea fácil”, bromea Le Pen. 

Y es que, bajo el mandato de la hija del fundador del partido, el Frente Nacional ha emprendido una renovación sin precedentes entorno a su campaña de comunicación, su lenguaje y la adopción de una retórica republicana que no pertenecía a su tradición. 

Por lo que elegirla en 2011, con una mayoría arrolladora significaba, por un lado, el parricidio político, y por el otro, la voluntad incuestionable de actualización: ningún movimiento fascista había confiado su liderazgo a una mujer.

Y mientras que la primaria de la derecha francesa acapara la atención de los medios de comunicación, el Frente Nacional ya prepara su campaña, con dos líneas de comunicación contradictorias en mente: desatar la ira, y tranquilizar a sus votantes.

Campaña incendiaria

La candidata por el Frente Nacional considera que tanto el actual jefe de Estado, François Hollande, como el expresidente Nicolas Sarkozy comparten el mismo defecto.

“Que el traje de presidente les queda demasiado grande.”

Al primero, lo describe como un típico funcionario de gobierno sujeto a las órdenes de la Canciller alemana, Ángela Merkel; y al segundo como un “hedonista del poder” con una conciencia muy limitada de lo que supone ser un presidente.

Por lo que en caso de una victoria, la eurodiputada se compromete a someter a un referéndum la salida de la Unión Europea, al igual que hizo Gran Bretaña, además de desarrollar consultas populares para todas las cuestiones que recojan 500 mil firmas. 

En lo económico Le Pen intenta progresar de lado de la clase media trabajadora, calibrando ciertas medidas “polémicas” y dándole credibilidad a su programa,   tachado de “irresponsable” por los patronatos y de “retrógrado” por los economistas. Sin embargo, ella se compromete a renunciar si sus primeras medidas fallan en equilibrar el sistema.

El Frente Nacional propone, primero que nada, un retorno al franco para oxigenar la economía y volver a la senda de la prosperidad. 

No obstante, este dispositivo no implica una salida de la Unión Europea, ya que el Frente Nacional tiene diputados a nivel europeo. Pero sí supone una renegociación de los tratados de la UE. Por lo que la salida del proyecto del euro es “fundamental en el Frente Nacional”.

Bajo la premisa de una moneda nacional, la candidata insiste en afirmar que garantizará la “libertad” de Francia, a diferencia de otros gobiernos que “rinden cuentas a las potencias extranjeras y financieras.” 

‘Hacer posible lo imposible’

De lado de la comunicación, el desafío para el Frente Nacional será, una vez terminada las elecciones de las primarias del partido de derecha, mantener los dos extremos de su electorado. 

Por un lado, la base tradicional de votantes enojados, y convencidos de que el FN es el único partido que dice la verdad, y el único partido capaz de defender la identidad francesa amenazada por el islam y la inmigración. Y por el otro lado, a los electores “periféricos”, que se quedaron sin “opciones” y en su mayoría reclutados por la ultraderecha, tras la derrota de Nicolas Sarkozy.

La política Le Pen

En caso de una victoria, Marine Le Pen tiene algunas propuestas:

> Someter a un referéndum la salida de la Unión Europea
> Desarrollar consultas populares para todas las cuestiones que recojan 500 mil firmas
> Progresar de lado de la clase media trabajadora, calibrando ciertas medidas “polémicas” y dándole credibilidad a su programa
> Se compromete a renunciar si sus primeras medidas fallan en equilibrar el sistema
> Propone un retorno al franco para oxigenar la economía y volver a la senda de la prosperidad
> Insiste en afirmar que garantizará la libertad financiera de Francia

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