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Guatemala reabre adopciones con EU

Debían haber sido buenas noticias.

La embajada estadounidense informó de que el gobierno guatemalteco reanudaría las autorizaciones de adopciones 5 años después de que se suspendieran debido a un escándalo que paralizó el sistema por el que unos 4 mil niños guatemaltecos encontraban hogares en Estados Unidos.

Ryan “Bubba” Hooker y su esposa, Jess, pensaron que quizá al fin lograrían adoptar al niñito que ansiaban criar como suyo.

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niños quedaron en un limbo después del escándalo de 2007, por el que se reveló que una agencia de adopción guatemalteca había cometido tráfico humano
Algunas parejas habían gastado decenas de miles de dólares y habían viajado hasta 20 veces a Guatemala para mantener el contacto con los niños
Guatemala fue la segunda fuente de bebés de EU (después de China) hasta 2007, cuando se produjo un escándalo por tráfico humano

Debían haber sido buenas noticias.

La embajada estadounidense informó de que el gobierno guatemalteco reanudaría las autorizaciones de adopciones 5 años después de que se suspendieran debido a un escándalo que paralizó el sistema por el que unos 4 mil niños guatemaltecos encontraban hogares en Estados Unidos.

Ryan “Bubba” Hooker y su esposa, Jess, pensaron que quizá al fin lograrían adoptar al niñito que ansiaban criar como suyo.

Pero Hooker estaba escéptico. Este sería su viaje 36 a Ciudad de Guatemala. El bebé de 18 meses que conocieron en un orfelinato ya era un niño de 6 años. La pareja se había mudado, había declinado ofertas de trabajo y había gastado enormes sumas de dinero para adoptar a Daniel.

En la llamada se les dijo que, si todo salía bien, serían la primera familia estadounidense en adoptar a un niño guatemalteco desde que el país centroamericano aprobó nuevas leyes.

El 21 de agosto, Bubba viajó a la Ciudad de Guatemala. Lo único que necesitaba para poder llevar a Daniel a casa era un certificado de adopción, un certificado de nacimiento, un pasaporte, reunirse otra vez con el personal de la embajada estadounidense y conseguir una visa para adopción.

Los comienzos

Jess y Bubba llevaban menos de un año casados cuando decidieron ir a Guatemala en junio del 2007 a un orfanato que administraba la organización caritativa Samaritan Hands, fundada por los padres de Jess, que eran misioneros. Buba era miembro de la junta directiva. 

Allí conocieron a Daniel. En seguida quedaron prendados con él y Bubba sintió que habían encontrado a su hijo.

Inmediatamente empezaron con los trámites de adopción. Pero dos meses más tarde, la pujante industria de las adopciones de Guatemala colapsó.

Se cierra la fuente

Las normas de fácil adopción habían convertido al país de 14 millones de habitantes en la segunda mayor fuente de bebés para Estados Unidos, detrás de China. Pero el sector quedó paralizado cuando en agosto del 2007 las autoridades allanaron la sede de la que era considerada la agencia de adopciones de mejor reputación del país.

Una investigación destapó una red de falsificación de partidas de nacimiento, de muestras de ADN e intentos de obligar a madres a abandonar a sus hijos. Algunas madres denunciaron que sus niños fueron secuestrados para venderlos. Los padres adoptivos pagaban hasta 30 mil dólares para un niño en un país donde el ingreso mensual promedio no supera los 5 mil dólares.

Parejas guatemaltecas se aglomeraban a las puertas de las agencias oficiales, en busca de sus niños desaparecidos, o publicaban anuncios en diarios locales.

Fueron arrestados y procesados varios médicos, abogados, madres y gestores civiles, y algunos fueron hallados culpables de tráfico humano y de adopciones fraudulentas. Una comisión de la ONU abrió una investigación sobre el Procurador General.

El gobierno guatemalteco se vio obligado a reformar sus leyes de adopción y el gobierno de Washington suspendió todas las adopciones desde el país centroamericano.

Para inicios del 2008, se estableció un nuevo consejo para  reformar el proceso, que ahora incluía la verificación obligatoria de la madre natural y de su aprobación de la adopción. Daniel quedó junto con otros 3 mil 31 niños en el limbo.

Agonía burocrática y enfermedad

En octubre del 2008, Jess viajó a Guatemala con su madre y se encontró con un Daniel silencioso. Algo andaba mal, pero ella no podía hacer nada ya que no era el guardián legal de Daniel.

Estaba consternada, pues era maestra de  niños con necesidades especiales y sabía del tema. Cinco años más tarde, Daniel seguía sin hablar.

El niño requería atención de un especialista, y la adopción se volvió urgente. Pero a pesar de haber entregado grandes cantidades de documentos, de tener conexiones con el orfanato y de que algunas adopciones se estaban volviendo a permitir, el proceso no avanzaba.

Finalmente, en mayo del 2009, recibieron una nefasta noticia por parte del director del consejo de adopciones: “el caso no está registrado con la oficina del Procurador General. No es oficial”. 

Todo el proceso debía realizarse nuevamente, desde  cero. Había que hallar a la madre natural de Daniel, someterle a una prueba de ADN y pedirle que firmara la aprobación de la adopción. 

Los Hooker llenaron y entregaron las mismas planillas. Tuvieron que aceptar un estudio de su vivienda y traducirlo al español. Pero nada cambió.

En mayo del 2010, en otro viaje, llevaron a Daniel a un especialista y el médico le diagnóstico lo que ya sabían: el niño era casi sordo.

Cuando Daniel tenía ya 4 años y no se veía todavía una salida, Jess dio a luz a una niña, Ellyson. Sin embargo, Jess no dejaba de sentir que se estaba perdiendo la infancia de Daniel.

Y por fin… final feliz

Pero entonces vino un golpe de suerte. A comienzos del 2011, el caso de las adopciones en Guatemala llegó a la atención de la senadora estadounidense Mary Landrieu, quien ocupaba un escaño en una comisión senatorial que revisaba esos programas.

Landrieu descubrió que no había ninguna lista de gente cuyos casos habían quedado suspendidos por la prohibición guatemalteca y reunió un equipo de asistentes y expertos para ayudar a los guatemaltecos a revisar los archivos y determinar cuáles de ellos contaban con los documentos apropiados. 

De los 3 mil 32 casos que habían quedado interrumpidos a fines del 2007, había 180 casos de niños esperando a ser adoptados. El primero de ellos era el de Daniel.

El equipo de Landrieu trabajó con la embajada estadounidense en Guatemala y con el gobierno local para lograr un acuerdo según el cual algunos casos se aprobarían si cumplían los requisitos de ambos gobiernos.

La congresista contactó a varias de las familias y descubrió que algunas parejas habían gastado decenas de miles de dólares y habían viajado hasta 20 veces a Guatemala para mantener el contacto con los chicos.

En diciembre de 2011, los Hooker recibieron una llamada notificándoles que su caso era uno de 44 que podían avanzar. Pero no fue hasta el 21 de agosto de este año, 8 meses más tarde, cuando se montaron en un avión con la esperanza de ser una de esas familias que podrían adoptar gracias al nuevo acuerdo.

Entonces, el lunes 3 de septiembre, los Hooker tuvieron por fin en sus manos un documento que decía: “Daniel Ryan Hooker nacido en Quiche, Guatemala en diciembre del 2006 es hijo de Jessica Russell Hooker y Ryan Hooker”.

Lo único que faltaba era el pasaporte guatemalteco de Daniel y su visa de adoptado. Esta vez Jess lo sabía, todo saldría bien. Y así fue. Cuando fueron a recoger al pequeño al Aeropuerto La Aurora, toda la familia desbordaba felicidad. (AP)

La adopción: Una aproximación desde la antropología del parentesco

En este libro, publicado en 2011 por la antropóloga feminista Mónica Tarducci se exponen distintas modalidades de adopción y se actualizan, desde una perspectiva antropológica y de género, los debates actuales respecto del parentesco. Es resultado de una investigación realizada en la provincia de Misiones, Argentina, entre los años 2006 y 2009.

La adopción internacional. Guía para adoptantes, mediadores y juristas

En este trabajo se abordan los cambios legislativos de la adopción internacional provocados por una realidad sociológica que se caracteriza por una reducción drástica de la natalidad y por un aumento de las adopciones transnacionales. Muestra los problemas tanto de los países de origen de los menores como de los receptores. En definitiva, 

 

se centra en los nuevos retos de este siglo para la adopción.
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