Después de que las Naciones Unidas dijeran el lunes tener indicios de que los rebeldes habían empleado armas químicas, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) declaró que no dudaba del empleo de armas químicas en la guerra siria. Sin embargo, el secretario general de la organización, Anders Fogh Rasmussen, añadió que no tenían información precisa sobre qué bando era el que las había utilizado ni en qué circunstancias, según reportó El País.
Rasmussen concluyó que los últimos hechos ocurridos en el país ponían de manifiesto “la urgencia de que la comunidad internacional redoble sus esfuerzos para encontrar una solución política”.
Aunque el secretario rechaza la intervención de la Alianza en el conflicto, la presión sobre Obama para que intervenga es creciente, ya que muchos consideran que podría perder credibilidad frente a Corea si permite al régimen de Bachar al Assad o la oposición de este cruzar las líneas rojas.
Sin embargo, el presidente de EU declaró el martes que no actuará a costa de “provocar un caos” en toda la región. En aparente alusión a la invasión de Iraq dijo, además, que “hicimos eso en el pasado y no funcionó”.
Por otra parte, el secretario de Estado de EU se reunió ese mismo día con el presidente de Rusia, Vladimir Putin, con el objetivo de lograr la cooperación de ese país, uno de los principales aliados internacionales de Siria. Para conseguirlo, EU está dispuesto a mantener los intereses rusos en el país de Al Assad. Sin embargo, entre ambos países hay una diferencia fundamental: Moscú quiere que el actual presidente sirio forme parte de la negociación para poner fin a la guerra civil.
Entre los últimos hechos acontecidos en Siria, destaca el secuestro de cuatro soldados de la ONU por parte de un grupo de rebeldes. Aunque el batallón intentó justificar su acto alegando que protegían a los integrantes de FNUOS (Fuerza de las Naciones Unidas de Observación de la Separación) de los enfrentamientos en la zona y diciendo que los liberarían, quizás no sea casual que esto ocurriera después de que la ONU acusara a los rebeldes de haber usado armas químicas.
— Estados Unidos:
El analista internacional Sergio Rodríguez Gelfenstein explicó a RT que, a su modo de ver, a Estados Unidos le resultan beneficiosos los conflictos en Siria y otros países, pues gracias a ellos consolida su economía:
“Hay que recordar que la principal industria de EU es el complejo militar industrial. Hay que recordar también que de los siete mayores compradores de armas del mundo, seis están en la región del Medio Oriente y hay que recordar que entre estos siete países mayores compradores de armas, están países que técnicamente son enemigos (de Siria) como Israel y Egipto, o Israel y Arabia Saudita. (…) a EU y a la OTAN les interesa mantener el conflicto porque es lo que permite mantener una incesante venta de armas”.
Dejando a un lado los posibles motivos, el pasado 21 de abril el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, anunció en Turquía que EU duplicaría la ayuda “no letal” a la oposición siria, alcanzando los 250 millones de dólares.
— Venezuela:
El presidente Nicolás Maduro, en una reciente entrevista concedida a Le Monde, al ser preguntado sobre por qué no condenaba Venezuela las acciones del presidente sirio –bombardear a su pueblo con aviones y tanques– si él se dice demócrata, respondió que “En Siria, hay que tener en cuenta el hecho de que hay una intervención extranjera que ha creado una guerra civil.
“Tenemos una buena cooperación, económica, con el presidente Bachar el Asad. En cualquier caso, hay que diferenciarlo: Venezuela es un país democrático. Y en Latinoamérica, en general, cada uno busca su modelo económico después del desastre de una década de los noventa marcada por el neoliberalismo”.
— Israel:
Aunque este país se había mantenido en gran medida al margen del conflicto sirio desde que en enero lanzó un ataque aéreo con el que destruyó supuestamente un cargamento de misiles antiaéreos destinados a Hezbollah, el domingo pasado volvió a atacar a un complejo militar cerca de Damasco, uno de los bastiones del régimen de Al Asad. Se cree que murieron 42 soldados.
En teoría, la intención era interrumpir el envío de armas desde Irán al grupo armado libanés a través de Siria. Este ataque puede alterar profundamente el curso del conflicto.
— Arabia Saudí:
Este país también figura entre el grupo de “Amigos de Siria” y en diciembre del año pasado ofreció 100 millones de dólares para financiar a los rebeldes (la cantidad aportada se acordó que sería una decisión individual de cada Estado).
Arabia Saudí pertenece a la rama sunita del Islam –como buena parte de la oposición siria– y además es aliado de EU por el petróleo que le suministra. Irán y Siria son sus enemigos comunes por diversas cuestiones geoestratégicas.
— Egipto:
El país gobernado actualmente por Mohamed Morsi, perteneciente a la Hermandad Musulmana, es sunita, como la mayoría de la oposición siria. El pasado 4 de abril el ministro de exteriores egipcio, Mohamed Kamel Amr, explicó que, si bien Egipto apoya al líder de la Coalición Nacional Siria (CNFROS), “no da armas”, sino que ofrece “apoyo político”.
Esto porque aunque 114 países han reconocido a la Coalición, aún no se ha levantado el embargo en Europa para enviar armas a los rebeldes sirios, medida sobre la que insistió el ministro francés de Exteriores, Laurent Fabius.
— Palestina:
En febrero del año pasado el primer ministro del movimiento palestino Hamas en la franja de Gaza, Ismail Haniyeh, declaró en El Cairo que saludaba “al pueblo heroico de Siria que aspira a la libertad, la democracia y la reforma” y condenó “las prácticas que lleva a cabo el régimen de Al Asad contra su pueblo”.
Sin embargo, el lunes, después del ataque de Israel a Siria, algunos palestinos marcharon en la ciudad cisjordana de Naplusa mostrando su apoyo a Bachar al Assad.
— Rusia:
El apoyo de este país a Siria se fundamenta en dos razones. La primera, la importante cantidad de venta de armas de Moscú a Siria, pues se calcula que gira en torno a los 3 mil 500 millones de dólares, y la presencia de una base naval rusa en el puerto de Tartous.
La segunda, la importancia de la soberanía para Rusia. Según explica el comentarista político ruso Konstantin von Egger a la BBC, “al apoyar a Damasco, el Kremlin le dice al mundo que ni la ONU ni ningún otro cuerpo o grupo de países tiene derecho a decir quién debe o no gobernar un país”. Y es que desde la caída de Milosevic en el 2000 y la Revolución Naranja de Ucrania en 2004, los líderes rusos tienen la idea de que EU y la Unión Europea han puesto fin a los gobiernos que no les interesaban.
— Irán:
Este país es chiíta y la rama a la que pertenece el presidente sirio Bachar al Asad, la alauí, también lo es. Aunque entre Irán y Siria hay, no obstante, dos diferencias fundamentales, que el primero es una teocracia persa y el segundo un Estado secular árabe, después de la Revolución Islámica en Irán, los países priorizaron sus intereses mutuos. Se unieron para combatir a Saddam Hussein en Iraq y también para contener el avance de Israel sobre el Líbano y la penetración de Estados Unidos en la región. La cuestión del Líbano explica que los dos países apoyaran a Hezbolá, el movimiento armado de ese país. Además, han dado apoyo a grupos palestinos como Hamás y Jihad Islámica, también con motivo de su oposición a los avances israelíes.
Y una última clave, Siria ha provisto a Irán de un elemento muy importante desde el punto de vista estratégico: le da a Teherán acceso al Mediterráneo y una línea de suministros a quienes respaldan a los musulmanes chiítas en el sur de Líbano –en la frontera con Israel–, según reportó la BBC.
La alianza de Irán con Siria le da al primero la capacidad de extender su poder hasta la frontera con Israel.
Tras el ataque de Israel a Damasco –bastión del régimen– el pasado domingo, Irán ofreció apoyo militar a Siria para protegerse de Israel pero hasta el momento no ha pasado nada.
— Siria:
Cuando inició la Primavera Árabe, en 2011, gran parte de los sirios se alzó contra Bachar al Asad demandando más libertades y más democracia.
Sin embargo, dos años después, el conflicto se ha cobrado más de 70 mil vidas y al Asad sigue en el poder. Al Asad pertenece a la minoría religiosa alauí, una rama heterodoxa del islam chiíta, es decir, de los que siguen al yerno de Mahoma, Alí.
La mayoría de la oposición es sunita y sigue a los primeros califas sucesores de Mahoma. La religión es un factor importante pero no el único.