Tras la decisión de Twitter y otras redes sociales de eliminar las cuentas de Donald Trump por el asalto al Capitolio del 6 de enero, ha surgido la duda, ¿hubo censura hacia el presidente?, ¿y se está coartando su libertad de expresión?.
Desde hace tiempo Twitter le ha dado a Trump y a otros líderes mundiales amplias excepciones a sus normas, las cuales prohíben los ataques personales y discursos de odio, entre otros comportamientos.
Sin embargo, luego del asalto del Capitolio en Washington DC, un evento sin precedentes en la historia reciente de los Estados Unidos, donde al menos cinco personas fallecieron, las cosas cambiaron.
El suceso ha generado una discusión jurídica y política importante acerca de la necesidad de inhabilitar o destituir al presidente Donald Trump solo unos pocos días antes de la toma de posesión de su sucesor Joe Biden.
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Al respecto, Leopoldo Maldonado, director regional de ARTICLE 19 Oficina para México y Centroamérica, señala que desde el principio el discurso de Donald Trump se caracterizó por estigmatizar y discriminar a ciertos grupos, y los acontecimientos que se vivieron el 6 de enero son las consecuencias.
Cabe señalar que aunque Trump perdió las elecciones, aún existen 70 millones de personas que creen en su proyecto político, lo que “pone las luces de alarma en el gobierno entrante”, señala el especialista.
¿Y la desinformación?
Durante mucho tiempo, el mandatario estadounidense promovió teorías conspirativas y coqueteó abiertamente con grupos extremistas, acciones que fueron permitidas por su partido y las mismas redes.
Las cuentas de Trump contenían varios mensajes con quejas sobre los medios de comunicación y menosprecio hacia las minorías.
Pero todo se volvió más tangible cuando Trump utilizó las redes sociales para incrementar las dudas sobre el proceso electoral de Estados Unidos.
En una serie de tuits, anunció que demandaría por fraude. “¡Paren el fraude!”, dijo. “Si cuentas los votos legales, gano fácilmente”, agregó. Todo el mensaje fue escrito en letras mayúsculas y se publicó en Twitter en noviembre de 2020.
“Las estrategias de desinformación cuya fuente son los propios gobernantes son cada vez más claras. Sobre todo a partir de que se utilizan las redes sociales como los mecanismos que potencian estas estrategias”, explica Maldonado.
El también abogado y maestro en derechos humanos nos comenta que los gobernantes que propician la desinformación faltan a un deber primario, el cual es “informar con veracidad a la ciudadanía para que pueda ejercer sus derechos.”
Utilizar el aparato público, un poder que tienen los jefes de estado, para desinformar es una situación de violación al derecho a la información de la ciudadanía.
¿Hubo censura?
Cuando se habla de discursos de odio o incitación a la violencia son categorías que están previstas en los tratados internacionales y se pueden entender como los límites a la libertad de expresión.
Por ejemplo, en la Convención Americana sobre Derechos Humanos (también llamada Pacto de San José de Costa Rica) y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (ICCPR, por su sigla en inglés) son tratados que reconocen los derechos civiles y políticos, además establecen mecanismos para su protección y garantía. En ambos se prohíbe la apología de la guerra, la discriminación, discursos de odio o la incitación a la violencia.
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Pero, ¿qué discurso se consideran como apología de la violencia?
En este caso, no se trata de cualquier emisor, Donald Trump es el presidente de una de las naciones más poderosas del mundo. Cuando hay una posición de poder también debe existir una responsabilidad.
La manifestación de sus ideas como gobernantes tiene como límite los derechos de la ciudadanía, expresa.
Lo cierto es que, cuando Trump abrió sus cuentas, aceptó las condiciones contractuales con esas empresas y estas tienen, por contrato, la opción de bloquearlo si incita a la violencia, tal como ocurrió.
La redes sociales han estado bajo creciente presión para que tomen medidas más enérgicas contra Trump por los hechos de violencia del 6 de enero.
Facebook suspendió la cuenta de Trump hasta el 20 de enero y posiblemente por tiempo indefinido, mientras que Twitter suspendió la cuenta del mandatario después que éste publicó un video en el que repetía acusaciones falsas sobre un fraude electoral y elogiaba a los agitadores que allanaron el Congreso.
El director general de Twitter, Jack Dorsey, defendió la decisión de su compañía de cancelar la cuenta del presidente Donald Trump, aunque advirtió que se podría establecer un peligroso precedente.
Cuando Twitter denunció la incitación a la violencia por parte de Trump, la compañía enfrentó una “circunstancia extraordinaria e insostenible” con respecto a la seguridad pública, señaló Dorsey. “Creo que fue la decisión correcta por parte de Twitter”.
También habló sobre el “fracaso” de Twitter para crear un espacio abierto y saludable para lo que Dorsey describe como la “conversación pública global”.
De hecho, insinuó, tomar acciones extremas contra otras figuras públicas y destacó el extraordinario poder que pueden llegar a tener compañías como la suya, y el daño colateral que pueden provocar.
That said, having to ban an account has real and significant ramifications. While there are clear and obvious exceptions, I feel a ban is a failure of ours ultimately to promote healthy conversation. And a time for us to reflect on our operations and the environment around us.
— jack (@jack) January 14, 2021
Y es que puede ser controversial la decisión de las plataformas, pero no por el caso de Trump, si no por el poder que tienen estas entidades privadas para moderar los discursos y contenidos, dice Maldonado.
Estas plataformas son lugares donde se lleva a cabo buena parte de la conversación pública, y se debe realizar una discusión en torno a estás facultades.