En el último año, las actividades más cotidianas, como ir al supermercado o ingresar a un restaurante, han cambiado casi radicalmente en todo el mundo y en Italia debido a la llegada del virus SARS-CoV-2 causante del COVID-19.
Ahora, ninguna persona puede ingresar a un sitio cerrado sin desinfectarse las manos previamente o sin llevar puesto un cubrebocas. Pero no sólo eso, en Italia, por ejemplo, a partir del siguiente mes se solicitará que la gente demuestre a través de un comprobante que ha sido vacunada contra el COVID-19 para que le den el acceso.
De acuerdo con el primer ministro italiano, Mario Draghi, esta medida comenzará a ejecutarse a partir del próximo 6 de agosto y se prevé que vaya incrementando con el paso de los meses, para que a finales de este año puedan también exigirlo en el transporte público, una medida que aún debe ser autorizada.
“El mensaje que queremos dar es positivo. Queremos evitar que un incremento de los contagios conlleve a un cierre de la actividad comercial. Vacúnense”, declaró Draghi.
De acuerdo con la prensa local, esta medida también fue lanzada para combatir a los grupos antivacunas como a los “chalecos naranjas”, que han manifestado continuamente que el gobierno está vendiendo el país a las industrias farmacéuticas.
El líder de este grupo, Antonio Pappalardo, ha asegurado incluso que la pandemia es un juguete del poder para terminar con la libertad de la gente.
Pero a pesar de esas voces opositoras, la mayoría de los sectores económicos y sociales en Italia han aceptado con buena cara las reglas de la administración de Draghi, pues son conscientes de que los establecimientos volverán a cerrar a corto plazo si no obedecen esas medidas.
Tan sólo la semana pasada, Our World in Data registró que mientras 14.73 por ciento de la población italiana había recibido su primera vacuna, 46.54 las dos dosis correspondientes, números que se espera vayan incrementando en los próximos días tras los requerimientos oficiales.
Además, esta medida gubernamental no sólo fue lanzada para evitar más contagios de COVID-19, sino para prevenir a los italianos de las nuevas variantes, como la Delta, registrada en 124 países.