Je Ne Suis Pas Charlie

El semanario Charlie Hebdo (CH) se autodefine como un defensor de la libertad de expresión y un denunciante del atraso religioso.

El periódico satírico publica constantemente caricaturas crudas y extremadamente gráficas de católicos, judíos y especialmente de musulmanes. 

Antes de los atentados, CH, era una publicación irrelevante, anticuada y a veces incómoda. Incapaz de mantenerse a flote con 60 mil ejemplares semanales, estaban a punto de cerrar sus oficinas. 

La primera edición después del ataque terrorista vendió siete millones de copias.

Andrea Montes Renaud Andrea Montes Renaud Publicado el
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incidentes del mismo tipo en 2014
"Nunca publicamos contenido diseñado para ofender intencionalmente las sensibilidades religiosas “
Dean Baquet jefe de redacción
de The New York Times.

El semanario Charlie Hebdo (CH) se autodefine como un defensor de la libertad de expresión y un denunciante del atraso religioso.

El periódico satírico publica constantemente caricaturas crudas y extremadamente gráficas de católicos, judíos y especialmente de musulmanes. 

Antes de los atentados, CH, era una publicación irrelevante, anticuada y a veces incómoda. Incapaz de mantenerse a flote con 60 mil ejemplares semanales, estaban a punto de cerrar sus oficinas. 

La primera edición después del ataque terrorista vendió siete millones de copias.

CH se volvió un fenómeno sin precedentes: Trending topic mundial con su “Je suis Charlie” en pósters, camisetas y en la agenda de 50 representantes de Estado que suspendieron sus actividades para marchar por las calles de París en nombre de la libertad de prensa.

La paradoja de los atentados del 7 de enero del 2015, no es que el periódico  haya sobrevivido al cierre por falta de ventas – a pesar que en su equipo faltaban varios de sus talentos más extravagantes y legendarios -, sino que el incidente incrementó su popularidad más allá de los verdaderos amantes de Charlie. 

Ahora imprimen 90 mil ejemplares diarios y tienen cuatro veces más suscriptores que hace unos meses. 

No obstante, el periódico no solo ha ganado millones de euros y nuevos adeptos. El “Yo Soy Charlie” también ha generado un gran número de detractores. 

Siempre polémico

En octubre, Rusia envío una queja a la redacción tras una publicación que se burlaba de la tragedia del Airbus A321 derribado en la península egipcia y donde murieron 224 personas. 

“Después de ver esta sátira, traté de encontrar caricaturas burlándose de los trabajadores asesinados de Charlie Hebdo, por el mismo grupo terrorista que mató a nuestros ciudadanos y no encontré ninguna”, dijo la Ministra de asuntos exteriores rusa.

A este descontento, ya se sumaron el Vaticano, periódicos reconocidos como The Guardian, The New York Times y Al-Jazeera. 

La edición conmemorativa del pasado 6 de enero imprimió un millón de ejemplares y no fue inmune a las críticas. 

En la portada, aparecía Dios manchado de sangre y el título “El asesino sigue en libertad”, seguido de un texto de Riss, director de la revista, que denunciaba a los “fanáticos del Corán” y a los “estúpidos seguidores de otras religiones”.

Sin embargo, es la variedad de posturas lo que hace interesante al fenómeno CH y explica a una sociedad francesa que se  entiende a través de diferentes formas de protesta, opiniones y orígenes sociales, tan diversos como su población. 

¿El islamismo amenaza la libertad de expresión en Europa?

En 2007 hubo un controvertido juicio contra la revista y puso a Charlie Hebdo en la lupa de la opinión pública por primera vez. 

CH compareció ante el Tribunal Penal de París por haber publicado varias caricaturas del profeta Mahoma. En dicho juicio, varias organizaciones –entre las que destacaron la Mezquita de París, y la Organización Islámica Mundial–, acusaron al diario por el delito de “injurias públicas contra un grupo de personas, hechas en razón de su origen o de su pertenencia o no pertenencia a una etnia, nación, raza o religión”.

En la portada de esa publicación se mostraba a Mahoma llorando y una leyenda que decía: “Es muy difícil tener que ser amado por pendejos”.

Ante eso, el semanario y su entonces director, Philippe Val, se defendieron aludiendo a “la libertad de expresión” y argumentando que no se referían “a los musulmanes en general, sino a los islamistas fanáticos”. 

Esa era quizá una caricatura absurda, pero para entender la línea que separa la libertad de expresión de la provocación es necesario cuestionar los estereotipos caricaturizados de una religión tan diversa, y compleja, como el Islam. 

La blasfemia no es un delito perseguido en Francia y las autoridades francesas reconocen el derecho del periódico a publicar a su antojo, dentro de los límites de la ley. 

La Liga Árabe ha denunciado en numerosas ocasiones la difusión de estas ilustraciones, al igual que lo ha hecho la Casa Blanca, sobre todo en estos tiempos de tensión. 

“No cuestionamos el derecho de algo a ser publicado, cuestionamos la decisión de publicarlo”, afirmó Jay Carney, secretario de prensa de la Casa Blanca.

En Egipto, han atacado las Embajadas de Estados Unidos y Francia por este tipo de caricaturas y se ha pedido que la justicia francesa condene al periódico. 

Hay una doble moral por parte de los gobiernos cuando se trata de los musulmanes. Las autoridades señalan que si la ley francesa prohíbe la negación del holocausto judío, deberían existir disposiciones similares para los comentarios considerados blasfemos por el Islam. En Francia, si alguien pone en duda que el holocausto sucedió, es encarcelado. 

Autoridades musulmanas exigen una igualdad ante las medidas aplicadas a unos y a otros.

¿Ser o no ser?

Ser o no ser Charlie no tiene nada que ver con aceptar que la violencia sea la salida para revindicar una postura política, social o religiosa. 

Tiene que ver con si se está de acuerdo en que un medio reproduzca una serie de imágenes y utilice las palabras para denigrar, destruir, humillar, en el nombre de su libre expresión. 

¿Hasta dónde se reivindica la libertad, y en dónde comienza el discurso de odio? 

¿Humor de extrema derecha? 

El año pasado CH publicó un dibujo del niño sirio que se ahogó en el Mediterráneo y apareció muerto en una playa turca. La caricatura mostraba a Aylan Kurdi ahogado, debajo de una publicidad de McDonald’s con la leyenda “Tan cerca”. La publicación generó un nuevo hashtag: Je Ne Suis Pas Charlie (Yo no soy Charlie).

Recientemente el director de CH publicó una caricatura en donde, de nuevo, hacía referencia a la tragedia de Aylan Kurdi, pero esta vez con referencia a los asaltos sexuales en Alemania. Muchas personas no vieron la diferencia entre eso y el humor propio de la extrema derecha. 

Inmediatamente después, algunos líderes políticos se distanciaron de la publicación. 

Las autoridades francesas de la Fe Musulmana se expresaron profundamente insultadas, pero no solo ellas, también los católicos, los políticos y la sociedad civil para preguntarse si ¿ese tipo de controversia es realmente lo que Francia y el mundo necesitan? 

La doble moral

En 2015 varios de los mandatarios más importantes del mundo decidieron suspender sus agendas para marchar unidos en París después de los ataques a Charlie Hebdo. Todo en defensa de la “libertad de expresión” , a pesar de que la realidad de la libre prensa en los países de muchos de esos mandatarios no era positiva. 

A un año de los atentados, no se ha suscitado ningún evento similar, donde casi todos los líderes del mundo marchen en las calles de una ciudad para defender la libertad de expresión con tanta pasión. Sin embargo, la situación de este derecho humano en muchos países no ha mejorado y en algunos casos ha empeorado.

> David Cameron
Primer Ministro del Reino Unido
Forzó a The Guardian a destruir documentos de Edward Snowden.

> Benjamín Netanyahu
Primer Ministro de IsraelLas fuerzas de defensa de Israel han asesinado periodistas en la franja de Gaza.

> Ibrahim Boubacar Keïta
Presidente de Mali
Expulsó a reporteros por cubrir ejecuciones hechas por el gobierno.

> Carlos de Icaza
Subsecretario de Relaciones Exteriores de México
México es el país más peligroso del mundo para ejercer el periodismo.

El último escándalo. La revista provocó desprecio en su número del 13 de enero de 2016 por la publicación de una sátira de la crisis de refugiados y las últimas acusaciones de abusos sexuales en Alemania. La caricatura imagina a Alan Kurdi, el niño sirio de tres años de edad que murió en el mar en septiembre en el camino a Europa. “Qué habría sido de Aylan si hubiera crecido? Un violador en Alemania”. En problemas legales. Charlie Hebdo fue demandado por la portada del 8 de febrero del 2006 que muestra al profeta Mahoma llorando con la frase: “Es muy duro ser amado por pendejos”.

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