Justicia al ralentí
El martes Obama pronunció su último informe de gobierno y lamentó la era de rencor que actualmente se vive en Estados Unidos. Sin embargo, no dio una fecha precisa para saber cuándo cerrará una de las prisiones más infames e ilegales del planeta.
Después del 11 de Septiembre de 2001, la compasión humana desapareció de las fuerzas armadas estadounidenses. Éstas decidieron que era momento de usar tácticas como el secuestro y la tortura para encontrar y terminar con los terroristas que habían gestado uno de los ataques más mortíferos dentro de su territorio.
Sergio Almazán
El martes Obama pronunció su último informe de gobierno y lamentó la era de rencor que actualmente se vive en Estados Unidos. Sin embargo, no dio una fecha precisa para saber cuándo cerrará una de las prisiones más infames e ilegales del planeta.
Después del 11 de Septiembre de 2001, la compasión humana desapareció de las fuerzas armadas estadounidenses. Éstas decidieron que era momento de usar tácticas como el secuestro y la tortura para encontrar y terminar con los terroristas que habían gestado uno de los ataques más mortíferos dentro de su territorio.
Incluso películas propagandísticas de Hollywood como “La noche más oscura” (Zero Dark Thirty) glorificaron los horrendos métodos de las fuerzas estadounidenses. Todo se perdonaba, pues el objetivo era garantizar la vigencia del sueño americano.
Bajo la dirección de George W. Bush, el Congreso autorizó al gobierno usar toda su fuerza contra naciones, organizaciones y personas que planearon, autorizaron, ayudaron y cometieron los ataques terroristas del 9/11.
Guantánamo fue creada para contener a estos sospechosos y exprimirles toda la información que pudiera ayudar a encontrar a los autores físicos e intelectuales de los atentados.
Desde entonces, el gobierno de Estados Unidos inició una operación secreta a partir de la cual secuestró, torturó y mató a sospechosos sin ninguna base legal.
Desde hace más de una década, organizaciones de la sociedad civil, tales como Amnistía Internacional (AI) y varios gobiernos del mundo, se han pronunciado en contra de la metodología usada por Washington y han exigido cerrar la prisión de Guantánamo, en Cuba.
14 años de impunidad
Ante el aniversario número 14 de la creación de Guantánamo, AI aseguró que la permanencia de esa prisión sitúa a Estados Unidos en la lista negra de países que sistemáticamente desprecian la justicia y los derechos humanos. La tierra de los bravos, pero ¿también de los libres?
Según Naureen Shah, directora de AI, la cárcel de alta seguridad permanece abierta únicamente porque los políticos estadounidenses la usan como pretexto para explotar el miedo de la población a posibles ataques terroristas islámicos.
Cientos de prisioneros dentro de la cárcel no han sido juzgados en más de una década y ya existen casos de personas que han muerto, sin que nadie sepa si en realidad eran culpables o inocentes.
Para Shah, el cierre definitivo de Guantánamo será sólo uno de muchos pasos necesarios para erradicar las prácticas que atentan contra los derechos humanos en el mundo y que son solapadas por gobiernos democráticos que se escudan en la seguridad de sus connacionales para perpetuar prácticas barbáricas.
Trasladar a prisioneros, posiblemente inocentes, a otras cárceles – una nueva propuesta de Obama – no es una opción aceptable para la directora de AI.
El cambio que no llega
Cuando Barack Obama llegó a la presidencia de EU en 2009 uno de los puntos importantes de su campaña – la cual enarbolaba los eslóganes ‘Cambio’ y ‘Si, podemos’ – era cerrar la prisión de Guantánamo.
En aquel entonces, Obama firmó una orden ejecutiva donde se comprometía a cerrarla en un plazo de un año.
La promesa del presidente de los Estados Unidos se ha demorado siete años. En parte por la burocracia de su país y los constantes bloqueos de su Congreso, pero también por la falta de voluntad política de su administración.
En la actualidad, algunos legisladores todavía consideran que algunos prisioneros – a pesar de no contar con pruebas para justificar su detención – son demasiado peligrosos para dejarlos en libertad y son un riesgo grave para EU y sus aliados.
Al presidente le queda menos de un año para cumplir su compromiso. ¿Podrá entonar su canción del cisne en todo su esplendor o será recordado como un falso profeta?