La Basílica de Santa Sofía cierra sus puertas como museo. Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, informó sobre la conversión de la catedral, que volverá a ser una mezquita, lo que ha causado polémica ya que con ello podría perder su valor como símbolo religioso del cristianismo y el islam.
Para algunos historiadores, la decisión no es una sorpresa ya que está relacionada con la política que Erdogan ha impulsado desde que llegó a la presidencia en 2014, con la que apuesta por la reivindicación del islamismo.
Una muestra de ello es que la conversión del museo será el próximo 24 de junio, fecha que coincide con la firma final del Tratado de Lausana, con el cual se establecieron las fronteras entre Grecia y Turquía casi como se conocen en la actualidad.
Con este acuerdo, Turquía obtuvo las regiones de Tracia oriental, las islas de Imbros y Ténedos en el Egeo nororiental, sin embargo, el actual presidente ha llamado a su actualización tras acusar que Grecia ha incumplido con algunas de las cláusulas.
Alfredo Rodríguez, historiador por la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), advierte que este es un movimiento político de Erdogan, quien ha realizado acciones similares en el pasado en la búsqueda de la reivindicación del islam.
“Todo tiene que ver con el camino político de Erdogan. Ha tenido respuesta positiva hasta de la oposición, lo que le da más poder y control sobre las decisiones del Estado”, comenta el historiador.
Con la decisión de la reconversión de la Basílica de Santa Sofía, el mandatario dará los primeros pasos hacia la actualización del acuerdo, con lo que buscaría una redefinición de las fronteras marítimas en el Mar Egeo, como lo ha mencionado en diversas declaraciones.
Como una actualización del tratado de paz que se firmó en 1923, Erdogan buscaría que se reconociera como turca a la minoría musulmana que vive en Grecia y que con ello se respeten sus derechos religiosos, que tienen base en el islam.
Algunos especialistas y analistas de política internacional, en sus publicaciones en medios internacionales han destacado que el cierre de la catedral bizantina como museo también significa un freno definitivo a las intenciones de Turquía de ingresar a la Unión Europea.
A esto se suma que la oposición reaccionó de forma favorable al anuncio y algunos de los jugadores políticos han declarado que recuperar como mezquita el museo de Santa Sofía es un tema de soberanía.
Mustafa Destici, el líder de la oposición al gobierno de Erdogan, declaró que la reapertura de Santa Sofía era fundamental para el culto de los musulmanes, y lo calificó como un acto de independencia.
Santa Sofía, La catedral de la discordia
El presidente de Turquía informó sobre el decreto que convierte el museo de Santa Sofía en mezquita el 9 de julio, después de que el tribunal anulara la disposición que la secularizó en 1934, después de que Mustafá Kemal Ataturk hiciera la declaración de la República de Turquía como un país laico.
El entonces presidente turco usó a Santa Sofía como un símbolo de esa transformación, por ello convirtió la antigua mezquita en un museo en el que conviven el cristianismo y el islam.
“Este renacimiento es el símbolo de la vuelta del sol naciente de nuestra civilización, basada en la justicia, la conciencia, la ética, el monoteísmo y la hermandad, la civilización que espera con anhelo toda la Humanidad”, dijo Erdogan durante el anuncio sobre la conversión.
Santa Sofía fue edificada como un lugar de culto. Tiene más de mil 500 años de existencia y ha albergado a cristianos ortodoxos, católicos y musulmanes, y además ha soportado dos incendios. Es la construcción más emblemática de Estambul y ha visto caer imperios y civilizaciones.
Es un emblema arquitectónico del imperio bizantino, pero con la llegada de los otomanos al poder en Turquía, fue convertida en mezquita en 1453 con la caída de Constantinopla.
Santa Sofía es un museo desde 1935 y forma parte del Patrimonio Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) desde 1985.
Tras la noticia, la oficina de la ONU recordó al gobierno turco que la inscripción en lista de patrimonio mundial conlleva compromisos y obligaciones legales, por lo que el Estado debe garantizar que no se modifique su valor universal.
“Instamos a las autoridades turcas a entablar un diálogo antes de adoptar cualquier decisión que pueda socavar el valor universal del sitio”, dijo la UNESCO en el comunicado.
No obstante, Ibrahim Kalin, portavoz de la presidencia turca dijo a la agencia de noticias Anadolu que la conversión del aún museo en una mezquita no hará que pierda su estatus como patrimonio de la humanidad, ya que preservará los iconos y símbolos cristianos en sus paredes.
Kalin añadió que tampoco se prohibirá el acceso de turistas, dado que es uno de los monumentos más visitados en el país, ya que recibió 3.7 millones de personas en 2019.