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Las profecías eran ciertas.
Desde que llegó al Vaticano mucho se habló de que el papa Francisco sacudiría las estructuras enraizadas en la Capilla Sixtina.
Y hoy se puede decir que va en serio.
En los últimos días el papa Francisco ha dado dos entrevistas que lo definen. En ellas ha dado a conocer su concepción de la Iglesia, su relación con Dios y su posición innovadora abierta a los cambios.
Sin contar que el 9 de octubre entró en vigor la nueva ley antilavado en el Vaticano.
El papa Francisco es descrito como “muy progresista” por seguidores y críticos, pero significa el presente, y sobre todo el futuro, de la Iglesia Católica. Para hacerlo, ha retomado las enseñanzas milenarias de Jesucristo que parecían olvidadas por la Ciudad del Vaticano.
A finales de septiembre el jesuita Antonio Spadaro, que dirige la revista La Civilta Cattolica, entrevistó al papa Francisco sobre sus creencias, su concepción de la vida y de la religión y sobre todo, de Dios.
Hace pocos días Eugenio Scalfari, director del diario italiano La Repubblica, y definido por el Vaticano como “ateo” realizó otra entrevista igual de reveladora, con temas también coyunturales de la Iglesia Católica y de su posición en cuanto a posibles reformas o renovación de posturas anquilosadas por siglos.
Esta última entrevista generó cierta inquietud entre los católicos y la curia romana la cual se quejó de que había provocado una serie de titulares descontextualizados en diversos diarios en el mundo.
El 5 de octubre, en representación de la Sala de Prensa de la Santa Sede, el Padre Thomas Rosica, explicó que “El ateo Eugenio Scalfari no grabó su entrevista con el papa Francisco ni tampoco tomó notas, por lo que el texto ha sido una reconstrucción después de los hechos, causando detalles menores e imprecisiones”.
A El Vaticano no le pareció que el entrevistador hiciera énfasis en una supuesta anécdota del papa, en la cual, tras ser electo pidió estar solo por un momento.
La entrevista hecha por el sacerdote Antonio Spadaro, fue mejor recibida.
De hecho las declaraciones vertidas por Francisco en la charla con el teólogo, periodista y autor de libros cimbró muchas conciencias y creencias en la Iglesia Católica.
Para los más fue una bocanda de aire fresco que recién se empieza a sentir en la Plaza San Pedro.
Todo fue una sorpresa: Spadaro
“Todo fue una sorpresa: el modo de hablar, su disponibilidad, su apertura, su inmediatez, su profundidad, su cortesía. Al punto de que no sólo me ofreció algo para tomar, sino que fue él, el papa, el que me lo sirvió. Pero lo que más me sorprendió es su reflexión de la Iglesia como un hospital de campaña. Para mí, es el punto más notable de la entrevista porque es ahí donde ofrece su visión de la Iglesia”, dice Spadaro.
La entrevista resultó histórica y podría estar marcando el nuevo catecismo de la Iglesia Católica.
Mientras que el mundo comentaba que Francisco no condena a homosexuales, divorciados vueltos a casar o mujeres que cometen un aborto, el papa hablaba también de su relación con Dios y su concepción religiosa.
“Pero en un determinado momento me di cuenta de que a este Papa no se lo puede entrevistar, en el sentido de que es un volcán, un volcán de ideas, de visiones, de referencias…
“Yo me sentía ridículo tomando notas. Y además sentía que eso creaba una barrera. Así que solo grabé” explicó el padre sobre las tres sesiones de dos horas que tuvo con el papa.
Mientras, el área de prensa de la Santa Sede asegura que Scalfari no grabó y en cambio no desmintió nada de lo publicado en la revista de los jesuitas, realizada a seis meses de ser elegido como el nuevo Papa de la Iglesia Católica.
Con estas revelaciones, totalmente inusuales y sorpresivas, Jorge Mario Bergoglio ha sorprendido tanto a creyentes como a escépticos.
A continuación, extractos de la entrevista que condujo Antonio Spadaro, editor en jefe de la revista italiana La Civilta Cattolica desde el departamento del papa en Casa Santa Marta, Ciudad Vaticano.
La Iglesia es la casa de todos
“Esta Iglesia con la que debemos sentir es la casa de todos, no una capillita en la que cabe solo un grupito de personas selectas. No podemos reducir el seno de la Iglesia universal a un nido protector de nuestra mediocridad.
“Veo con claridad que lo que la Iglesia necesita con mayor urgencia hoy es una capacidad de curar heridas y dar calor a los corazones de los fieles, cercanía, proximidad. Veo a la Iglesia como un hospital de campaña tras una batalla. ¡Qué inútil es preguntarle a un herido si tiene altos el colesterol o el azúcar! Hay que curarle las heridas. Ya hablaremos luego del resto. Curar heridas, curar heridas… Y hay que comenzar por lo más elemental.
“La Iglesia a veces se ha dejado envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Cuando lo más importante es el anuncio primero: ‘¡Jesucristo te ha salvado!’. Y los ministros de la Iglesia deben ser, ante todo, ministros de misericordia. Por ejemplo, el confesor corre siempre peligro de ser o demasiado rigorista o demasiado laxo.
“Dios es más grande que el pecado. Las reformas organizativas y estructurales son secundarias, es decir, vienen después. La primera reforma debe ser la de las actitudes.(…) El pueblo de Dios necesita pastores y no funcionarios ‘clérigos de despacho’.
“No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar.
“Las enseñanzas de la Iglesia, sean dogmaticas o morales, no son todas equivalentes. (..) Tenemos, por tanto, que encontrar un nuevo equilibrio, porque de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio. La propuesta evangélica debe ser más sencilla, más profunda e irradiante. Solo de esta propuesta surgen luego las consecuencias morales”.
La mujer en la iglesia
“Es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Temo la solución del ‘machismo con faldas’, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón. Pero los discursos que oigo sobre el rol de la mujer a menudo se inspiran en una ideología machista. Las mujeres están formulando cuestiones profundas que debemos afrontar.
“La Iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que esta desempeña. La mujer es imprescindible para la Iglesia. María, una mujer, es más importante que los obispos.
“Digo esto porque no hay que confundir la función con la dignidad. Es preciso, por tanto, profundizar más en la figura de la mujer en la Iglesia.
“Hay que trabajar más hasta elaborar una teología profunda de la mujer.
“Solo tras haberlo hecho podremos reflexionar mejor sobre su función dentro de la Iglesia. En los lugares donde se toman las decisiones importantes es necesario el genio femenino”.
Visión de Dios
“Si una persona dice que ha encontrado a Dios con certeza total y ni le roza un margen de incertidumbre, algo no va bien. Yo tengo esto por una clave importante. Si uno tiene respuestas a todas las preguntas, estamos ante una prueba de que Dios no está con él. Quiere decir que es un falso profeta que usa la religión en bien propio. Los grandes guías del pueblo de Dios, como Moisés, siempre han dado espacio a la duda. Tenemos que hacer espacio al Señor, no a nuestras certezas, hemos de ser humildes.
“El riesgo que existe, pues, en el buscar y hallar a Dios en todas las cosas, son los deseos de ser demasiado explícito, de decir con certeza humana y con arrogancia: ‘Dios está aquí’. Así encontraríamos solo un Dios a medida nuestra. La actitud correcta es la agustiniana: buscar a Dios para hallarlo, y hallarlo para buscarle siempre.
“Dios está ciertamente en el pasado porque está en las huellas que ha ido dejando. Y está también en el futuro como promesa. Pero el Dios ‘concreto’, por decirlo así, es hoy. Por eso las lamentaciones jamás nos ayudan a encontrar a Dios. Las lamentaciones que se oyen hoy sobre cómo va este mundo ‘bárbaro’ acaban generando en la Iglesia deseos de orden, entendido como pura conservación, como defensa. No: hay que encontrar a Dios en nuestro hoy”.
‘Soy un pecador’
“Yo soy un pecador. Esta es la definición más exacta. Y no se trata de un modo de hablar o un género literario. Soy un pecador. Bueno, quizá podría decir que soy despierto, que sé moverme, pero que, al mismo tiempo, soy bastante ingenuo. Pero la síntesis mejor, la que me sale más desde dentro, y siento más verdadera es esta: ‘Soy un pecador en quien el Señor ha puesto los ojos’.
“No me veía sacerdote solo: tengo necesidad de comunidad. Y lo deja claro el hecho de haberme quedado en Santa Marta. (…) Decidí vivir aquí, en la habitación 201, porque, al tomar posesión del apartamento pontificio, sentí dentro de mí un ‘no’. El apartamento pontificio del palacio apostólico no es lujoso. (…) Pero en resumidas cuentas es como un embudo al revés. Grande y espacioso, pero con una entrada de verdad muy angosta. No es posible entrar sino con cuentagotas, y yo, la verdad, sin gente no puedo vivir. Necesito vivir mi vida junto a los demás.
“Mi gobierno como jesuita, al comienzo, adolecía de muchos defectos. Corrían tiempos difíciles para la Compañía: había desaparecido una generación entera de jesuitas. Eso hizo que yo fuera provincial aun muy joven. Tenía 36 años: una locura. Había que afrontar situaciones difíciles, y yo tomaba mis decisiones de manera brusca y personalista.
“Mi forma autoritaria y rápida de tomar decisiones me ha llevado a tener problemas serios y a ser acusado de ultraconservador. Tuve un momento de gran crisis interior estando en Córdoba. No habré sido ciertamente como la beata Imelda, pero jamás he sido de derechas. Fue mi forma autoritaria de tomar decisiones la que me creó problemas”.
Haciendo alusión a la pintura “La vocación de San Mateo”, propiedad del museo del Vaticano y actualmente en la iglesia de San Luis de los Franceses, en Roma, Francisco dice:
“Ese dedo de Jesús, apuntando así… a Mateo. Así estoy yo. Así me siento. Como Mateo. Me impresiona el gesto de Mateo. Se aferra a su dinero, como diciendo: ‘¡No, no a mí! No, ¡este dinero es mío!’. Esto es lo que yo soy: un pecador al que el Señor ha dirigido su mirada… “
No cree en la excomunión
“En Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales que son verdaderos ‘heridos sociales’, porque me dicen que sienten que la Iglesia siempre les ha condenado. Pero la Iglesia no quiere hacer eso. Durante el vuelo en que regresaba de Río de Janeiro dije que si una persona homosexual tiene buena voluntad y busca a Dios, yo no soy quién para juzgarla.
“La religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero Dios en la creación nos ha hecho libres: no es posible una injerencia espiritual en la vida personal.
“Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios cuando mira a una persona homosexual, ¿aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?
“Estoy pensando en la situación de una mujer que tiene a sus espaldas el fracaso de un matrimonio en el que se dio también un aborto. Después de aquello esta mujer se ha vuelto a casar y ahora vive en paz con cinco hijos. El aborto le pesa enormemente y está sinceramente arrepentida. Le encantaría retomar la vida cristiana. ¿Qué hace el confesor?”
Misericordia a divorciados
Se enfrentará Francisco al reto de quienes, después de un divorcio, buscan acercarse de nuevo a la Iglesia Católica
Para la Iglesia Católica volverse a casar es un pecado si no hay una anulación eclesiástica. Por tanto, los divorciados –pecadores ante los ojos católicos- son excluidos de los sacramentos.
Hace algunos días, el papa Francisco expresó que se debía “acompañar con misericordia a los divorciados”, frase que la Arquidiócesis de Friburgo, en Alemania, decidió aplicar al pie de la letra.
Esta resolución será uno de los temas candentes del Sínodo Mundial de Obispos sobre la Familia que convocó el Papa Francisco para dentro de un año.
La pequeña diócesis alemana indicó que los divorciados tendrán acceso a los sacramentos interdictos, como la comunión, la confesión, el bautismo, la confirmación y la extrema unción.
Ante el peligro es que el ejemplo de Friburgo cause un contagio con “desarrollos sorpresivos” en una materia incandescente, como temen en voz baja los prelados consultados, el padre Federico Lombardi, portavoz del Papa salió a afirmar que “aquí no ha cambiado nada”.
“No hay ninguna novedad para los divorciados vueltos a casar, el documento es de una oficina pastoral local”, indicó.
La entrevista ‘con errores’
Estos son extractos de la entrevista que el Papa Francisco concedió al fundador de La Repubblica Eugenio Scalfari. Una charla que fue señalada por el Vaticano como inexacta
Nueva ley contra lavado
Este fin de semana entró en vigor la nueva Ley del Estado de la Ciudad del Vaticano sobre transparencia, supervisión e información financiera que refuerza las medidas contra el reciclaje y el financiamiento al terrorismo.
Esta legislación refuerza el sistema interno de prevención y lucha contra el blanqueo de dinero y el financiamiento del terrorismo en consonancia con las normas internacionales y, en particular, con las recomendaciones del Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) y la Unión Europea.
También refuerza la cooperación e intercambio de información por parte de la Autoridad de Información Financiera, tanto a nivel nacional como internacional y las medidas contra los sujetos que ponen en peligro la paz y la seguridad internacional.
Asimismo, fortalece la declaración de la circulación transfronteriza de dinero en efectivo, precisó el comunicado de la oficina de prensa del Vaticano.
El narcisimo en el Vaticano
“¿Sabe cómo pienso en este punto? Los jefes de la Iglesia a menudo han sido narcisos, adulados y mal excitados por sus cortesanos. La corte es la lepra del papado.
“En la Curia a veces hay cortesanos, pero la Curia en su conjunto es otra cosa. Es lo que en los ejércitos se llama la intendencia, gestiona los servicios que sirven a la Santa Sede. Pero tiene un defecto: es Vaticano-céntrica.
“Ve y atiende los intereses del Vaticano, que son todavía, en gran parte, intereses temporales. Esta visión Vaticano-céntrica descuida el mundo que nos rodea.
“No comparto esta visión y haré lo posible por cambiarla”.
Narración de Scalfari
El encuentro con el papa Francisco tuvo lugar el martes pasado en su residencia de Santa Marta, en una pequeña habitación desnuda, con una mesa y cinco o seis sillas, un cuadro en la pared. Había sido precedido de una llamada telefónica que no olvidaré mientras viva.
Eran las dos y media de la tarde. Suena mi teléfono y la voz bastante agitada de mi secretaria me dice: “Tengo al papa en línea; se lo paso inmediatamente”.
Me quedo desconcertado mientras ya la voz de su Santidad del otro lado de la línea dice: “Buenos días, soy el papa Francisco”. Buenos días, Santidad —digo yo, y luego—, estoy impresionado, no me esperaba que me llamara. “¿Por qué impresionado? Usted me escribió una carta pidiendo conocerme en persona. Yo tenía el mismo deseo y así que estoy aquí para fijar la cita. Veamos mi agenda: el miércoles no puedo, el lunes tampoco, ¿le iría bien el martes?”.
Respondo: está muy bien.
“El horario es un poco incómodo, las 15. ¿Le va bien? Si no, cambiamos de día”. Santidad, está muy bien también el horario. “Entonces estamos de acuerdo: el martes 24 a las 15. En Santa Marta. Debe entrar por la puerta del Santo Oficio”.
No sé cómo acabar esta llamada y me dejo llevar, diciéndole: ¿puedo abrazarle por teléfono? “Ciertamente, le abrazo también yo. Luego lo haremos en persona. Hasta pronto”.
Ahora estoy aquí. El papa entra y me da la mano, nos sentamos. El papa sonríe y me dice: “Alguno de mis colaboradores que le conoce me ha dicho que usted intentará convertirme”.
Es una broma. Le respondo. También mis amigos piensan que será usted quien querrá convertirme.
Vuelve a sonreír y responde: “El proselitismo es una solemne tontería, no tiene sentido. Hay que conocerse, escucharse y hacer crecer el conocimiento del mundo que nos rodea. A mí me sucede que después de un encuentro tengo ganas de tener otro, porque nacen nuevas ideas y se descubren nuevas necesidades. Esto es importante: conocerse, escucharse, ampliar el círculo de los pensamientos. El mundo está recorrido por caminos que acercan y alejan, pero lo importante es que lleven hacia el bien”.
Sin vocación mística
“Adoro a los místicos; también Francisco en muchos aspectos de su vida lo fue, pero yo no creo tener esa vocación y además hay que ponerse de acuerdo sobre el significado profundo de esa palabra. El místico logra despojarse del hacer, de los hechos, de los objetivos y hasta de la pastoralidad misionera y se eleva hasta alcanzar la comunión con las Bienaventuranzas. Breves momentos que, en cambio, llenan toda la vida”.
–¿A usted le ha ocurrido alguna vez?–
“Raramente. Por ejemplo, cuando el Cónclave me eligió Papa. Antes de la aceptación pedí poderme retirar por algún minuto en la estancia junto a la del balcón sobre la plaza. Mi cabeza estaba completamente vacía y una gran ansia me había invadido. Para que se pasara y relajarme cerré los ojos y desapareció todo pensamiento, también el de negarme a aceptar el cargo, como por lo demás el procedimiento litúrgico permite.
“Cerré los ojos y no tuve ya ningún ansia ni emotividad. En cierto momento una gran luz me invadió, duró un instante pero a mí me pareció larguísimo. Después la luz se disipó, me alcé de golpe y me dirigí a la estancia donde me esperaban los cardenales y la mesa sobre la que estaba el acta de aceptación”.
Lo que cree…
“Y yo creo en Dios. No en un Dios católico, no existe un Dios católico, existe Dios. Y creo en Jesucristo, su encarnación. Jesús es mi maestro y mi pastor, pero Dios, el Padre, Abba, es la luz y el Creador. Este es mi Ser. ¿Le parece que estamos muy distantes?”.
El bien y el mal
“El Hijo de Dios se encarnó para infundir en el alma de los hombres el sentimiento de la fraternidad. Todos hermanos y todos hijos de Dios. Abba, como Él llamaba al Padre. Yo os trazo el camino, decía. Seguidme y encontraréis al Padre y seréis todos sus hijos y Él se complacerá en vosotros. El ágape, el amor de cada uno de nosotros hacia todos los demás, desde los más cercanos hasta los más lejanos, es precisamente el único modo que Jesús nos ha indicado para encontrar el camino de la salvación y de las bienaventuranzas”.
Papa anticlerical
“Cuando tengo delante a un clerical me vuelvo anticlerical de golpe. El clericalismo no debería tener nada que ver con el cristianismo. San Pablo, que fue el primero en hablar a los gentiles, a los paganos, a los creyentes de otras religiones, fue el primero en enseñárnoslo”.
San Francisco
“Francisco quería una Orden mendicante y también itinerante. Misioneros en busca de encontrar, escuchar, dialogar, ayudar, difundir fe y amor. Sobre todo amor. Y anhelaba una Iglesia pobre que se ocupara de los demás, recibiera ayuda material y la utilizara para sostener a los demás, con ninguna preocupación por sí misma. Han pasado 800 años desde entonces y los tiempos han cambiado mucho, pero el ideal de una Iglesia misionera y pobre permanece más que válida. Esta es en cualquier caso la Iglesia que predicaron Jesús y sus discípulos.
“No soy ciertamente Francisco de Asís y no tengo su fuerza ni su santidad. Pero soy el Obispo de Roma y el papa de la catolicidad. He decidido como primera cosa nombrar a un grupo de ocho cardenales que sean mi consejo. No cortesanos, sino personas sabias y animadas por mis propios sentimientos. Este es el inicio de esa Iglesia con una organización no sólo verticista, sino también horizontal. Cuando el cardenal Martini hablaba de ello poniendo el acento sobre los Concilios y los Sínodos sabía muy bien cuán largo y difícil era el camino a recorrer en esa dirección”.
Las bases de Francisco
“San Pablo es quien puso las bases de nuestra religión y de nuestro credo. No se puede ser cristianos conscientes sin san Pablo. Tradujo la predicación de Cristo en una estructura doctrinal que, si bien con las actualizaciones de una inmensa cantidad de pensadores, teólogos, pastores de almas, ha resistido y resiste después de 2 mil años. Ignacio, por razones comprensibles, es al que conozco más que a los otros.
Fundó nuestra Orden. Le recuerdo que de esa Orden procedía también Carlo Maria Martini, a mí y también a usted muy querido. Los jesuitas fueron y todavía son la levadura —no la única, pero tal vez la más eficaz— de la catolicidad: cultura, enseñanza, testimonio misionero, fidelidad al Pontífice. Pero Ignacio, que fundó la Compañía, era también un reformador y un místico. Sobre todo un místico”.
Quiere Incluir a los excluidos
“Lo hemos sido siempre, pero el tema de hoy no es este. Personalmente pienso que ser una minoría es incluso una fuerza. Debemos ser una levadura de vida y de amor y la levadura es una cantidad infinitamente más pequeña que la masa de frutos, de flores y de árboles que de esa levadura nacen. Me parece haber dicho ya que nuestro objetivo no es el proselitismo, sino la escucha de las necesidades, los deseos, las desilusiones, de la desesperación, de la esperanza. Debemos volver a dar esperanza a los jóvenes, ayudar a los ancianos, abrir hacia el futuro, difundir el amor. Pobres entre los pobres. Debemos incluir a los excluidos y predicar la paz”.