Hoy Argentina está hecha a la Cristina.
La actual presidenta de la República Argentina, Cristina Fernández de Kirchner, lucha a toda costa por mantener el “nuevo modelo argentino”, a pesar de las medidas que tenga que tomar.
Populismo, restricciones en la compra de dólares, cifras ficticias de la inflación y una sociedad dividida son los ingredientes de este modelo.
La alguna vez primera dama, arrasó en su reelección pasada, ganando con más del 50 por ciento de los votos.
Ahora su popularidad se ha desplomado a causa de las contradicciones y las medidas tomadas por su gobierno para mantener el modelo.
Según testimonios de un residente en Buenos Aires, el régimen de Cristina Fernández se siente por mucha gente como autoritario.
Esto ha generado gran desconfianza a causa de la manipulación de ciertos aspectos tanto de la economía como de la política.
Una de ellas es la medición de la inflación. Desde épocas de la presidencia de Néstor Kirchner, difunto esposo de la actual presidenta, los índices de inflación y el IPC se modificaron a placer.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos de la Argentina (INDEC), encargado de suministrar la información inflacionaria y de precios en el país terminó por sucumbir ante la obsesión de Néstor de mantener la estadística de inflación debajo de los dos dígitos.
El INDEC es un organismo oficial independiente, según la publicación Universia Knowledge Wharton.
El gobierno de Néstor Kirchner intervino directamente con el Instituto, a manera de presionar a empresarios para mover las estadísticas de forma que dieran los números deseados.
Aunque no precisamente los reales.
Un completo maquillaje de los números ni al Fondo Monetario Internacional ni a la CEPAL les pareció.
El Banco Mundial, por su parte, anunció que no tomará más en cuenta las cifras proporcionadas por el INDEC.
Esto nos lo informó en una entrevista Lucía Newman, corresponsal de Al Jazeera cubriendo en Argentina desde 2006 de forma permanente.
Entonces, ¿por qué modificar las cifras?
Argentina no tiene acceso a créditos internacionales y vive completamente de sus reservas.
“La deuda externa se encuentra indexada según la inflación.
Si la inflación es alta, se tiene que pagar más”, informó al respecto Newman.
Entonces, ¿cómo pagar la deuda si solamente se vive de capitales internos?
Los tres pilares
Bloquear la salida de los dólares, proteccionismo económico y socavar gastos fuertes como la compra de hidrocarburos han sido la solución.
La primera opción causó enorme molestia y disgusto entre los argentinos.
Con una fuerte cultura hacia el dólar, las restricciones de la compra de la divisa norteamericana se recibió como un duro golpe a la libertad.
“Los argentinos tienen una relación muy cercana al dólar, todo lo miden con esa moneda. Si tu compras una casa, la compras en dólares”, agregó Lucía Newman.
“Tienen una relación emocional con el dólar porque es un país que ha tenido tantos altos y bajos por periodos de hiperinflación, que se protegen con el dólar”, concluyó la corresponsal.
A pesar de que esta intervención tenga un fundamento económico, gran parte de la población considera éstas medidas del gobierno como ilegítimas.
Actualmente hay un proteccionismo sazonado a la Kirchner.
Las restricciones a las importaciones pretenden impulsar el mercado interno y generar, a la vez, empleos.
Sin embargo, más que traer beneficios, estas medidas han dañado ciertos sectores, sobre todo aquellos que dependen de productos que la misma Argentina no produce.
Una de las medidas proteccionistas son las restricciones que impuso el gobierno a la producción de celulares.
Para poder entrar en el mercado, se obligó a fabricantes como Samsung, Blackberry y Iphone hacer parte del ensamblaje de sus productos en la zona libre de Ushaia, al sur de la Patagonia.
Con esto, sería posible contratar manos argentinas, aunque fuera por imposición.
Samsung y Blackberry aceptaron, pero Apple se negó.
Y por más absurdo que parezca, el resultado es que es casi imposible poder encontrar productos como el Iphone dentro de Argentina. Apple simplemente no puede entrar.
Otra medida es amazar dinero a través de las ventas de productos primarios argentinos, principalmente la soya y la harina de trigo.
Se busca exprimir las ganancias del productor argentino por todos los medios.
En Argentina se cobran retenciones a los exportadores para sacar sus productos del país y otra más al momento de recibir las ganancias, declaró Newman.
La tercera medida sostiene el modelo y a la vez es parte del mismo.
La nacionalización de Repsol fue una manera efectiva de poder solventar la falta de dinero.
“Cristina nacionalizó Repsol porque necesitan la plata”, dijo tajante el residente argentino.
Matando dos pájaros de un tiro, Cristina Fernández consiguió apagar un poco el fuego de la necesidad de capital y a la vez erigirse como una nueva “Evita”.
La nueva “Evita”
Al más puro estilo populista durante su discurso en marzo pasado, Cristina habló frente a los medios con una imagen de la mítica figura peronista de fondo.
En dicho discurso, jamás mencionó la palabra “inflación”.
Cristina Fernández ha movido meticulosamente sus piezas de ajedrez para mantener su “nuevo modelo argentino”.
Su reelección en gran parte se debe por el voto del electorado de los estratos más pobres.
Y la manera de llegar a ellos ha sido a través de programas que, aunque rescatables, no dejan de ser populistas.
Subsidios a las familias con más de tres hijos, a los desempleados y a los desamparados. Computadoras para los estudiantes, así ondea Cristina la bandera del populismo a la Kirchner.
La razón de cerrar la economía y evitar la salida de dólares es para poder mantener los programas del modelo Kirchner.
Sin embargo, la columna que sostiene el Kirchnerismo puede ser muy frágil.
Los subsidios no son desconocidos en América Latina. Hugo Chávez se ha valido de ellos de la misma manera.
Pero a diferencia de Argentina, el chavismo sale a flote gracias al crudo venezolano.
El nacionalismo argentino
La actual presidenta ha jugado a la perfección con el nacionalismo argentino.
“Hay dos cosas en la que los argentinos son muy nacionalistas: su compañía de petróleo, YPF, y las Malvinas”, mencionó el residente.
Ambos puntos son claves en la política de Cristina Fernández.En el tema de las Malvinas, la presidenta lo ha tocado de manera constante.
Durante la pasada Cumbre de las Américas, buscó el apoyo de los demás países latinoamericanos para “condenar el neocolonialismo inglés”, sin encontrar el apoyo esperado.
Aún y sin apoyo, el gobierno argentino logró declarar ilegal la exploración de petróleo en la región de las Malvinas por compañías extranjeras, según el diaro El Clarín.
Los medios vs Kirchner
En la cuestión de los medios de comunicación, la situación se encuentra polarizada.
Hay actualmente una guerra declarada entre el gobierno y cierta parte de los medios , según comentó Lucía Newman.
Más particularmente entre el Clarín y el diario La Nación contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
“Muchos periodistas se sienten indebidamente presionados por una presidenta que no ha dado una sola conferencia de prensa desde que asumió el poder”, argumentó al respecto el residente de Argentina. “Es un estilo personalista de gobernar”.
Unos se encuentran a favor de los diarios que se levantan en contra de lo que se considera un gobierno autoritario.
Otros tantos aplauden las acciones del gobierno, principalmente porque su desagrado al grupo Clarín, famoso por “poner y quitar presidentes”.
Ésta semana, el prolífico periodista argentino Jorge Lanata, dedicó una carta abierta dirigida a Cristina Fernández.
En ella decía que le parecía “patético ver a la presidenta de la Argentina tratando de escribir la historia a su medida y a su gusto”.
“Usted es patética cuando trata de tapar el viento con la mano. Es patética cuando cree que su poder va durar siempre, en un edificio que se tambalea de mentiras”, decía la carta.
“Le criticamos que no se le puede cuestionar, preguntar, pedir información, nada. Me parece mucho como era en Cuba”, calificó el residente de Argentina, la cuestión del manejo de los medios por Cristina Fernández.
El Kirchnerismo busca perpetuar su modelo, utilizando a “La Cámpora” para seguir generando presencia en la política.
Ésta agrupación política fue fundada para 2003 por peronistas y kirchernistas, ganando más adeptos después de la muerte de Néstor Kirchner.
Se dice que “La Cámpora” es un grupo de los Kirchner para los Kirchner.
La agrupación recibe todo el apoyo posible de Cristina, quien dio instrucciones para incluir miembros en la lista de candidatos a legisladores, según El Clarín.
Máximo Kirchner, el primogénito de Cristina y Néstor, es uno de los nombres que resuenan en “La Cámpora”. Se especula que podría ser el futuro sucesor del kircherismo a largo plazo.
“Sigo y quiero seguir siendo la presidenta de los 40 millones. Para eso tengo que cuidar a los 40 millones de argentinos”, dijo Cristina en una conferencia.
La cuestión recae en cuántos de esos 40 millones soportarán un modelo que se vuelve día con día insostenible.