La mentira del sueño americano
Estados Unidos ya no es el mejor país del mundo.
Sí es el más poderoso y el más influyente, pero vivir ahí, cada vez apela menos a los extranjeros que solían ver en esas tierras del nuevo continente la solución a todos sus problemas.
Una casa con jardín, un auto, trabajo estable, dinero para comprar un sinfín de productos y la seguridad de poder criar a una familia en un ambiente próspero y pacífico.
Sergio Almazán
Estados Unidos ya no es el mejor país del mundo.
Sí es el más poderoso y el más influyente, pero vivir ahí, cada vez apela menos a los extranjeros que solían ver en esas tierras del nuevo continente la solución a todos sus problemas.
Una casa con jardín, un auto, trabajo estable, dinero para comprar un sinfín de productos y la seguridad de poder criar a una familia en un ambiente próspero y pacífico.
Por años, muchos historiadores han señalado a las “invasiones bárbaras” como las culpables de la caída definitiva del imperio romano. En la actualidad los radicales de derecha, los racistas y los xenófobos estadounidenses insisten en lo mismo. Culpar al otro, al diferente y al extranjero de los problemas que aquejan a la Unión Americana.
Análisis más profundos demuestran que el desgaste, la corrupción y los excesos de los romanos fueron los que a la postre hicieron al imperio vulnerable y propiciaron su desaparición. En la actualidad este análisis se adapta bien a la situación que enfrenta Estados Unidos en 2016.
Las pérdidas humanas, la falta de empleo y la violencia que experimentan provienen muy pocas veces de agentes extranjeros. Sus problemas son producto de la avaricia desmedida, que resulta en una riqueza mal distribuida, corrupción y violencia para proteger los privilegios de unos cuantos.
Los estadounidenses anglosajones, protestantes y acaudalados aun disfrutan de muchos privilegios por su raza y su estatus social. Sin embargo, cada vez más se convierten en una minoría y el temor de perder sus prerrogativas los tiene inmersos en una situación donde la incongruencia consterna a la comunidad internacional.
Ciertas vidas importan menos
Sucedió en los ataques de San Bernardino. A pesar de los más de 350 tiroteos masivos que sucedieron en 2015, perpetrados en su mayoría por hombres y mujeres de raza blanca, el de San Bernardino fue catalogado como un atentado terrorista especial, simplemente porque los atacantes eran musulmanes.
Ni un anterior atentado a una clínica abortista a manos de un extremista blanco, pudo ser catalogado como terrorismo.
Entonces, ¿a qué estadounidenses está tratando de proteger el gobierno de Barack Obama?
En noviembre de 2014, un niño afroamericano de 12 años de nombre Tamir Rice jugaba en un parque público de Cleveland apuntando a los transeúntes con una pistola de juguete.
Uno de los miembros de la comunidad fue presa del miedo y llamó a las autoridades.
Dos oficiales de policía llegaron a la escena y al no poder definir si el arma era verdadera o no, entraron en pánico y le dispararon al chico. No fueron disparos para herirlo. Los oficiales, arguyendo que sus vidas corrían peligro, tiraron a matar. Rice murió.
Las protestas de la comunidad afroamericana alrededor del país no se hicieron esperar. Este no era el primer caso de brutalidad policiaca que acababa con la vida de un joven de raza negra.
El hecho de que se tratara de un niño, suponía que los jueces serían más duros con los policías involucrados en este caso. Eso no sucedió.
Hace unos días, el Gran Jurado anunció que los policías que asesinaron a Tamir Rice no serán procesados por ese crimen.
El odio malentendido como el derecho a la seguridad
El primero de enero, en Florida, un hombre entró a una mezquita, la destrozó y dejó, a manera de burla un pedazo de tocino en la puerta. Los musulmanes no comen cerdo.
La policía no ha podido identificar al individuo.
Si esto se compara con la rapidez para dar con presuntos terroristas, se puede asumir que el incidente no tiene una prioridad alta para este cuerpo policiaco.
Desde los atentados de París los crímenes de odio en EU han aumentado exponencialmente. En Florida se han reportado tres casos similares.
Feliz Navidad, estás deportado
Últimamente Barack Obama ha pronunciado varios discursos emotivos con respecto al cambio climático, al combate contra el terrorismo, al control de armas y a los refugiados sirios.
Sin embargo y a pesar de que las estadísticas demuestran que en los últimos dos años son más los mexicanos que salen de Estados Unidos que los que entran, una nueva ola de migrantes centroamericanos está por llegar a territorio estadounidense.
Cuando en EU se habla de americanos, no se incluyen a los centro y sudamericanos que huyen de sus países en busca de mejores condiciones de vida en “la tierra de la libertad”.
Esa posibilidad está únicamente abierta a los “buenos latinos”, a los que Donald Trump es capaz de identificar y aceptar. Millonarios expatriados como los padres de Marco Ruiz o Ted Cruz, ellos son bienvenidos y los demás no.
A pesar del discurso social de Barack Obama, en la realidad su gobierno se ha convertido en la administración que más deportaciones ha llevado a cabo en la historia de EU.
Según el Washington Post, el gobierno federal comenzará a realizar redadas para deportar a familias enteras que han llegado a Estados Unidos en los últimos dos años. El operativo se dio a conocer la noche de Navidad.
Los reproches por parte de la comunidad latina no se hicieron esperar. Bernie Sanders, candidato demócrata a la presidencia se mostró “tremendamente sorprendido” y dijo que el gobierno debe proteger a esas familias y no deportarlas.
Los republicanos no comparten su opinión, pero tampoco el presidente demócrata Barack Obama, quien en un año de elecciones es claro que está tratando de ganarse el voto de algunos de los seguidores de Donald Trump.
Sin esperar, Trump se sumó a la discusión y aseguró que el gobierno de Estados Unidos está tomando una sabia decisión influenciado sin duda por el éxito de sus discursos de campaña.
Los intocables
En Texas se aprobó recientemente una ley, que le permite a los propietarios de armas portar sus pistolas de manera visible. Esto no ocurría desde hace 140 años.
Los texanos han salido orgullosos a las calles con sus cinturones porta armas. En su mayoría son hombres blancos de más de 35 años, que “temen por su seguridad” en un país donde cada vez más musulmanes son parte de sus sociedades.
Los especialistas, y el mismo Barack Obama, coinciden que esta medida ocasionará una atmósfera de intimidación y miedo, que eventualmente desencadenará más violencia.
¿Qué sucederá el día que estos orgullosos pistoleros del oeste tengan una discusión con un árabe o un latino armado?
Por otro lado, en el Estado de Oregón un ejército de ciudadanos armados hasta los dientes, haciendo caso omiso de las leyes vigentes ha tomado secuestrado un edificio federal dedicado a la conservación ecológica de territorios protegidos.
Las milicias que invadieron y ocuparon el refugio para la vida salvaje en Oregón han dicho que están dispuestos a matar y a morir por sus ideales.
Rápidamente aclararon que no son terroristas sino patriotas que luchan contra la tiranía del gobierno de Barack Obama.
La milicia desea usar el espacio para crear ranchos y desarrollos, ya que consideran a ese espacio su tierra.
Este grupo de personas pertenecen al amplio sector de la sociedad estadounidense que no cree en el cambio climático y se mofa de cualquier iniciativa que les impida hacer uso de los recursos naturales a su conveniencia.
Los medios de comunicación le han dado un tratamiento muy diferente a este acontecimiento que a lo acontecido hace unas semanas en San Bernardino.
Estos forajidos tienen voz y personalidad. Son seres humanos y aunque están evidentemente rompiendo la ley, la reacción del gobierno de Estados Unidos no ha sido inmediata ni implacable.
¿Por qué? ¿Cuál sería la cobertura mediática si la milicia estuviera formada por americanos nativos que buscan recuperar sus tierras, mexicanos que quieren regresar los territorios de California a México o, peor aún, un grupo de encapuchados musulmanes?
Quizá haya o no una respuesta clara para esa pregunta, pero es un hecho, al menos con base en los eventos actuales, que el sueño americano no es para todos.
Especialmente si tu piel es más oscura, y tu religión no es aceptada en esa sociedad.