El día para Luis Alberto Arce Catacora llegó. El 8 de noviembre el político fue investido como presidente de Bolivia, el primero elegido por voto popular después de la crisis política que enfrentó el país con la renuncia de Evo Morales en noviembre de 2019, quien gobernó por cerca de 14 años la nación sudamericana.
Julio Eduardo Aliaga, Ministro Consejero y representante de negocios de la Embajada de Bolivia en México, en entrevista con Reporte Índigo, comenta que, en primer lugar, el proceso electoral por sí solo ha sido ejemplar con una alta participación de la ciudadanía. “Los comicios han sido transparentes y claros, condiciones que se demostraron frente a los observadores nacionales e internacionales, quienes acreditaron el proceso sin presentar quejas”, declaró.
Ahora, el presidente Arce, quien fue el candidato del partido de Morales, Movimiento al Socialismo (MAS), enfrenta diversos desafíos. El primero de ellos, y el más importante, será desmarcarse del expresidente, quien lo nombró como sucesor, para comenzar con el proceso de reconciliación de las fuerzas políticas, aunque esta tarea será poco sencilla de cumplir en una administración.
Luis Arce, “El Delfin”, como lo llamaron adversarios y algunos analistas políticos, ha manifestado que Evo Morales no tendrá ningún cargo en su gobierno, dado que su partido político busca la llegada de líderes más jóvenes que den nuevo aire a la vida democrática de Bolivia.
En este sentido, Aliaga Lairana, quien es la única autoridad en la Embajada boliviana desde la crisis de 2019, comenta que el presidente tiene dos caminos, el de la legalidad y el respeto a las instituciones, y por el otro lado, la de quedarse a la sombra de la figura del expresidente Morales.
“Ojalá Arce se vuelva un Lenín Moreno, no hablando de ideología, sino que respete la ley y las instituciones, y que no sea un sátrapa como Nicolás Maduro. Si el presidente Arce se mantiene con la voluntad de respeto a la ley y la idea de gobernar con las instituciones y para todos, como lo ha dicho, Bolivia tiene un gran futuro”, expresa el Ministro Consejero.
Los daños colaterales por la crisis sanitaria que vive el mundo por el COVID-19 es otro de los desafíos con el que Arce deberá lidiar. El país vivió su pico de contagios durante julio y agosto y acumula un total de 142 mil 561 casos, de acuerdo con el monitoreo de la Universidad Johns Hopkins.
Aunque los nuevos contagios han dado tregua y se han reducido a 86 casos hasta el 9 de noviembre, los últimos datos disponibles, el presidente Arce deberá hacer frente a la recuperación económica.
“A Luis Arce lo designa Evo Morales desde Argentina y lo pone con un buen criterio porque Bolivia va a enfrentar un problema económico con la pandemia como lo harán los países de Sudamérica, la situación le va a venir difícil. Bolivia tiene un déficit desde hace ocho años en su balanza comercial, además de un déficit fiscal. Fue ministro de Economía y Finanzas y lideró el llamado ‘Milagro económico’ y ahora, con la pandemia, la tiene difícil”, puntualiza.
Fractura y reconciliación con Luis Arce
Para el Ministro Julio Aliaga la reconciliación de las fuerzas políticas en Bolivia no será un hecho que se concrete de inmediato, dado que el país tiene roto el tejido social y la división que se generó con la administración de Morales.
“La reconciliación es un tema complicado. (…) La otredad en mi país está lejos de ocurrir, el tejido social está roto y se han producido sentimientos de odio y rabia que antes no existían. La fractura que tenemos hoy es un problema muy difícil porque además no hay partidos políticos, el liderazgo tan poderoso del caudillo no ha dejado piedra sobre piedra.
“En 2019 las ciudades se paralizaron, no el campo, para exigir la salida de Evo Morales. La gente estaba enojada y salió a las calles. Evo tuvo que irse y dejó un país sin partidos políticos, sin instituciones y eso apenas lo estamos resolviendo con unas elecciones transparentes y confiables, pero la reconciliación será un proceso más largo, tendremos que esperar a que llegue y todos los bolivianos tenemos que contribuir”, declara.
Mientras esto ocurre, Bolivia permanece dividida entre aliados y la oposición, y aunque se espera que pronto se sienten las bases para que el país entre a su nueva vida política, el regreso de Morales resulta controversial ante la fuerte oposición que su figura enfrenta en la nación y el mensaje que envía al recién llegado presidente.
“El Jefazo”, como sus seguidores llaman a Evo Morales, pisó tierras bolivianas casi un año después de su exilio en Argentina. El exmandatario cruzó por tierra la frontera argentina e ingresó a Bolivia el 9 de noviembre.
Desde ese día, el líder indigenista encabeza una caravana con un recorrido de cerca de 100 kilómetros que finaliza este miércoles con su llegada a la zona cocalera de Cochabamba, de donde es originario. Es aquí en donde agendó una reunión con sus seguidores y se habla que estarán presentes cerca de un millón de personas.
“Evo tiene un poder enorme y un encuentro con un millón de personas en una nación de once millones es muchísimo.(Con la caravana) Evo Morales está yendo a hacer una demostración de fuerza, no para los adversarios que están hechos fleco, sino para demostrarle al presidente Arce que él manda, que la gente lo quiere y eso va a generar inevitablemente una fricción”, opina el sociólogo de profesión.