Leonor es una mujer de 57 años originaria de El Salvador, en la región de Centroamérica. Tenía tres empleos para sostener a su familia y sus hijos mayores, Johan y Benjamín, tuvieron que dejar la escuela en la adolescencia para trabajar y apoyarla con los gastos del hogar.
Esta familia vivía en uno de los barrios controlados por las pandillas y los jóvenes fueron víctimas de esta violencia. Ambos fueron asesinados. Johan murió el 28 de diciembre de 2007, después de que le dispararon desde un carro a quemarropa.
Cinco años después, los pandilleros acosaban a Benjamín, el otro hijo de Leonor. Constantemente le pedían que guardara armas, droga y cosas robadas de otras casas, pero como se negó, lo apuñalaron y balearon cuando se dirigía a su trabajo, también el 28 de diciembre.
Meses más tarde, asesinaron al yerno de Leonor. Los pandilleros pensaban que estaba relacionado con la captura de dos de los sujetos que mataron a Benjamín. Fue cuando esta jefa de familia decidió salir de su país para evitar el hostigamiento de los pandilleros.
“Todo el camino a Panamá me la pase llorando. No quería dejar mi país, ni a mis hijos enterrados en El Salvador. Yo sé que si regresamos nos van a buscar. En los momentos de dolor, no entendemos el porqué de las cosas, pero si me hubiera quedado hoy no estaría viva”, cuenta Leonor en voz del actor Alfonso Herrera, quien da la cara por ella.
Leonor es una de las 1.1 millones de personas en Centroamérica que se han visto forzadas a dejar sus países de origen y a sus familias para huir de la inseguridad, el abuso sexual y la persecución para buscar un futuro mejor. No obstante, se ven obligadas a cambiar de identidad para mantenerse a salvo.
Centroamérica enfrenta diversas problemáticas que son conocidas. El control de grupos delincuenciales que se dedican al narcotráfico, el acoso a campesinos, estudiantes, defensores de los derechos humanos puede ser una constante que, en algunos casos, termina en la persecución.
Giovanni Bassu, representante regional del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para Centroamérica, detalla que es el temor a ser identificados, encontrados y asesinados lo que obliga a estas personas a huir y a permanecer escondidas en comunidades que, en algunos casos, no entienden que tuvieron que desplazarse como una cuestión de vida o muerte.
“Si fuera por ellos no estarían pidiendo protección. Estarían viviendo sus vidas en sus países. Pero la magnitud de las cifras jamás fue a reflejar la dimensión del sufrimiento de cada una de esas personas. Muchas veces se desconocen las historias desgarradoras detrás de las huidas, porque es tal el sentido de peligro que sienten los desplazados que no podemos mostrar sus rostros para darle alas a la crisis”, declara Bassu.
Para visibilizar esta problemática, ACNUR presentó la campaña #DoyLaCaraPorEllos, con la que buscan que las historias de estas personas desplazadas de sus países sean contadas por un tercero a través de Instagram.
En esta red social, la oficina de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) colocó un filtro para “donar un rostro”, quien lo haga deberá leer la historia de una de las personas refugiadas o solicitantes de asilo. Estos retratos formarán parte de un mosaico de fotografías que darán cara a una persona desplazada.
Con la campaña, ACNUR quiere evidenciar las causas que llevan a los centroamericanos a abandonar sus vidas en sus países para evitar el acoso, hostigamiento y la violación a sus derechos humanos, lo que lleva a una crisis de desplazamiento forzado sin rostro.
“La discriminación ataca a quienes han sido afectados en numerosas ocasiones. Pero también hemos sido testigos del sentido humanitario. Vemos rasgos de compasión, empatía y humanidad que brinda. Las personas que se unen a esta campaña ponen su granito de arena para que el mundo vuelva a ser incluyente, solidario y abierto a proteger a quienes se han desplazado para salvar sus vidas”, abundó Bassu.
La crisis por la pandemia
La crisis por el COVID-19 en la región centroamericana y el impacto negativo de las tormentas tropicales que se han presentado este año amenazan con provocar un mayor número de desplazamientos, de acuerdo con la ACNUR.
El representante regional de ACNUR para Centroamérica detalla que con la emergencia sanitaria los países han necesitado implementar diversas medidas de prevención, lo cual consideró el cierre de fronteras y frenó la movilidad interna, esto impidió que algunas personas quedaran aún más desprotegidas en sus comunidades de origen.
En tanto, en las naciones de acogida la mayoría de los refugiados y asilados viven de la economía informal, que se vio impactada de forma negativa con la emergencia sanitaria, lo cual los dejó a los asilados en la vulnerabilidad, sin ingresos, y ante los problemas para pagar alquileres y alimentos, algunos regresaron a sus países de origen pese al peligro que esto significa para ellos.
“Con las fronteras cerradas es más difícil cruzar regularmente y pedir asilo. La mayoría de los países sí dejaron la posibilidad que una persona pudiera pedir asilo. Pero claramente, a nivel práctico es más difícil hacerlo”, puntualiza.