Con sólo doce años de edad, Alonso Arroyo está preocupado por su amigo Darío.
Los médicos de España, donde el gobierno está recortando el gasto en salud mientras está pagando 23.5 millones de euros (29 millones de dólares) para rescatar a su tercer mayor banco, frenaron la prescripción de Darío de recibir 2 mil euros al mes para obtener la hormona de crecimiento que los niños necesitan.
Dicho medicamento lo necesitan para detener la degeneración de sus cuerpos que se está produciendo por una condición genética.
“Hemos desarrollado el capitalismo hasta el punto que nos está comiendo”, dijo su padre, José Andrés de Arroyo, quien ha estado desempleado desde que su empresa de transporte en Madrid quebró hace tres años.
“¿Cómo hacemos esto? Hemos destrozado el Estado de bienestar europeo”.
Los dos chicos españoles, que también tienen problemas de aprendizaje debido a su enfermedad que desarrolla más lento el cerebro, nunca han oído hablar de los bonos del gobierno.
Ellos no saben que los bancos de su país han arrasado con 300 millones de euros en promociones inmobiliarias, muchas de las cuales están vacías, o que los políticos griegos mintieron acerca de su deuda.
Con la crisis financiera europea ahora en su tercer año, el gasto considerado sagrado en los buenos tiempos se está convirtiendo en fungible a causa del balance que hacen los gobiernos entre las necesidades de los más vulnerables y la amenaza de perder el acceso a los mercados de deuda.
España estaba luchando hasta el sábado pasado por evitar ser el siguiente país en ser rescatado pero no lo logró.
Grecia está luchando para permanecer en el euro. Gran Bretaña, cuyas cuatro mayores bancos pagaron a 32 altos ejecutivos un total combinado de 103 millones de libras (161 millones) el año pasado, se encuentra en su segunda recesión en tres años.
En todos los países, las personas están viendo como la asistencia médica o el cuidado diurno es reducido.
Mientras que el presidente Barack Obama sufre continuos ataques sobre su intento de introducir la atención sanitaria universal en los Estados Unidos, el modelo del bienestar europeo establecido a raíz de la Segunda Guerra Mundial y que se había convertido en parte de la identidad del continente, se dirige hacia la tumba.
Las restricciones en los tratamientos, en los servicios de cuidado y los beneficios empujan a las personas más vulnerables a situaciones más precarias, poniendo más presión sobre la última línea de defensa: las salas de emergencia y las unidades hospitalarias de cuidados intensivos.
Para muchos, esto tiene perturbadoras similitudes con el sistema de los EU.
“Este es el patológico modelo estadounidense”, dijo Ken Dubin, un profesor norteamericano
experto en ciencias políticas que enseña en la escuela de negocios IE de Madrid.
“En lugar de gastar unos cuantos miles de euros para mantener la salud de estas personas, más o menos bajo control, gastamos 20 mil euros al día en ellos durante un mes o dos meses. Es completamente absurdo.”
El primer ministro español, Mariano Rajoy, está cortando alrededor de 7 millones de euros de gasto en salud como parte de un programa de reducciones de 45 millones de euros y de aumento de impuestos destinado a recuperar la confianza de los inversionistas y reducir los costos de endeudamiento del país.
El proyecto de ley para rescatar a Bankia, que pagó al ex presidente Rodrigo Rato más de 2 millones de euros el año pasado, está socavando este esfuerzo, llevando en 10 años la deuda de los españoles a un récord de 548 puntos básicos, más que los bonos alemanes a fecha del 1 de junio.
A pesar de la ira que el rescate provocó, Rajoy tuvo que salvar al prestamista, ya que se han exacerbado los problemas económicos que llevaron al colapso, dijo Martin van Vliet, economista de ING Groep NV en Ámsterdam.
“Hay que rescatar a los bancos sistémicos, porque si se les deja ir a la quiebra puede empeorar la depresión aún más y seguir aumentando el desempleo”, dijo Van Vliet, en una entrevista telefónica.
Alonso y Darío se centran en mantener el ritmo de trabajo escolar y la lucha diaria para contener los efectos del síndrome de Prader-Willi, un trastorno genético que afecta el desarrollo muscular y provoca ansias constantes de hambre.
Ellos siguen dietas estrictas y los regímenes de ejercicio. Hasta ahora, han tenido inyecciones diarias de hormonas para mantener la movilidad básica y evitar la obesidad mórbida que el trastorno puede causar.
“¿Se va a poner Darío muy gordo?” pregunta Alonso a su madre, Elena Escalante.
Cuando sus padres hablan de política se queda en silencio, entierra su rostro en sus brazos. Su madre estira la mano. Lo aprieta sin levantar la vista.
“Él sabe que algo está pasando, pero no le han dicho nada acerca de la decisión final”, dijo Escalante en una entrevista telefónica.
Sin el tratamiento hormonal, “él se moverá más despacio, física y psicológicamente. El año que pierdes, no lo recuperas.”
Mientras el compromiso de Europa con la solidaridad parece permanecer para los políticos y los votantes, si en Londres, París o Atenas se pregunta por las medidas de austeridad del primer ministro británico, David Cameron, o por las exigidas en la zona euro por la canciller alemana, Angela Merkel, se advierte que la capacidad de pagar por ese compromiso está disminuyendo.
“La gente está perdiendo la oportunidad de vivir una vida plena. Pequeños cortes en un montón de direcciones puede causar una gran cantidad de dolor.”