El organismo que se creó para preservar la paz y la justicia del mundo está recibiendo críticas por realizar acciones que contradicen esta misión.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) protagoniza recientes polémicas por tener practicantes sin paga y por denuncias en contra de cascos azules que abusaron de mujeres y niños en países en vías de desarrollo.
La controversia de los auxiliares que no reciben remuneración surgió el 13 de agosto, cuando David Hyde, un neozelandés de 22 años que hacía prácticas en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, renunció a su puesto en Ginebra.
Hyde había revelado a los medios que la falta de un salario le impedía costear alojamiento en Suiza, por lo que tenía que vivir en una casa de campaña en un parque y a veces dormía en una banca.
Aunque el joven reconoció que le advirtieron que la ONU no le apoyaría con comida, alojamiento ni transporte, expresó a la prensa que no quiso desaprovechar la oportunidad de tener la experiencia laboral.
“Practicantes de todo el mundo necesitamos unirnos”, indicó Hyde a Reuters, “para que se reconozca nuestro trabajo y la igualdad de derechos que merecemos.
“Porque, como la Declaración de Derechos Humanos establece claramente, todos sin discriminación tienen derecho a mismo pago por mismo trabajo. Todos los que trabajan tienen derecho a una remuneración justa”.
La ONU admitió después que tuvo 4 mil practicantes sin salario del 2012 al 2013.
El problema de los cascos azules se agudizó la semana pasada, cuando tres mujeres de República Centroafricana acusaron de violación a militares de la ONU, lo que aumenta el número de denuncias a 13, desde que las tropas llegaron ahí en septiembre pasado.
Esto provocó la dimisión del jefe de la misión de Naciones Unidas en República Centroafricana, Babacar Gaye, el 13 de agosto.
Gaye, quien dirigía a 11 mil efectivos, es sujeto de una investigación por la gestión que realizó ante las denuncias de abusos sexuales en Congo a una docena de niños entre nueve y 16 años, entre diciembre del 2013 y junio del 2014, informó El País.
La agencia The Associated Press (AP) publicó en junio un reporte preliminar que elaboró la Oficina de Servicios de Supervisión Interna (OIOS, por siglas en inglés).
El informe detallaba que, entre 2008 y 2013, cerca de 480 personas en Haití y Liberia, de las que un tercio eran menores de edad, sufrieron violaciones sexuales por parte de los cascos azules.
A cambio de las relaciones sexuales, los soldados otorgaban joyas, celulares, dinero en efectivo y hasta comida, por lo que la ONU calificó el acto como “sexo transaccional”.
The New York Times ya había reportado el pasado marzo que personal de la ONU enfrentó 80 acusaciones de violación, acoso, pederastia y tráfico sexual en el 2014, en países como Haití, República del Congo y Sudán del Sur.
Incongruencia
“Se supone que la ONU debe promover estándares laborales y derechos humanos. En su lugar, está llamando la atención que uno de sus practicantes dormía en una tienda de campaña”, dijo a WorldViews Ian Richards, secretario ejecutivo del Consejo de Staff de la ONU en Ginebra.
Además, argumentó la revista The Economist, el que la Organización de las Naciones Unidas no pague a sus practicantes impide que jóvenes de países en vías de desarrollo puedan acceder a un organismo que debe representar a todo el mundo.
“Los países en desarrollo representaron el 61 por ciento de los practicantes de la ONU en 2007, a pesar de que sólo tienen el 15 por ciento de la población mundial”, indicó la publicación británica.
Más daño que bien
Amnistía Internacional, activistas y medios cuestionan la falta de transparencia y rendición de cuentas en los 118 mil militares, policías y civiles de la ONU involucrados en las 16 misiones de paz activas en el mundo.
“¿Los pacificadores de la ONU están haciendo más daños que un bien?”, cuestionó Al Jazeera.
“Su trabajo es proteger a las personas más vulnerables en las regiones más empobrecidas y dañadas por la guerra del mundo. Pero enfrentan serias acusaciones”.