Las mentiras de los drones
El pasado 7 de octubre, unos 5 mil paquistaníes y 20 activistas estadounidenses, liderados por el político opositor Imran Khan, se manifestaron en contra de los drones y los ataques de éstos en Pakistán.
Khan, que encabeza el Movimiento Paquistaní por la Justicia, considera que los drones son la primera amenaza para la seguridad de los paquistaníes y que la postura oficial de Islamabad es un doble juego.
Y es que cada vez son más las voces que se levantan contra los aviones no tripulados y la política exterior de EU, que no cesa de rebasar límites.
Sandra de Miguel Sanz
El pasado 7 de octubre, unos 5 mil paquistaníes y 20 activistas estadounidenses, liderados por el político opositor Imran Khan, se manifestaron en contra de los drones y los ataques de éstos en Pakistán.
Khan, que encabeza el Movimiento Paquistaní por la Justicia, considera que los drones son la primera amenaza para la seguridad de los paquistaníes y que la postura oficial de Islamabad es un doble juego.
Y es que cada vez son más las voces que se levantan contra los aviones no tripulados y la política exterior de EU, que no cesa de rebasar límites.
Un estudio publicado en el mes de septiembre da a conocer el terror que se vive en las zonas sobrevoladas y bombardeadas por ese tipo de aviones. Glenn Greenwald, ex abogado constitucionalista estadounidense, columnista, escritor y actual colaborador de The Guardian, se hizo eco el pasado 25 de septiembre de ese estudio en su artículo, en castellano, “Un estudio de la Universidad de Stanford y de la de Nueva York documenta el terror de los civiles por los drones de Obama”.
El estudio fue realizado por investigadores de las facultades de Derecho de la Universidad de Stanford y de la de Nueva York y se titula “Living Under Drones. Death, Injury and Trauma to Civilians from US Drone Practices in Pakistan” (“Vivir bajo los drones. Muerte, injuria y trauma a civiles en Pakistan por las prácticas de drones”).
Se elaboró durante 9 meses con la intención de conducir una “investigación independiente para averiguar si los ataques en Pakistán de los aviones no tripulados, y en qué medida, se ajustaban al derecho internacional y si causaban daños y heridas a civiles”.
Para lograr su objetivo se basó en documentación, investigaciones en Pakistán y en la realización de 130 entrevistas con víctimas y testigos de la actividad de los drones, actuales y anteriores políticos paquistaníes, expertos en la materia, abogados, médicos, trabajadores humanitarios, miembros de la sociedad civil, académicos y periodistas.
Las cifras
Sobre este punto, controversial porque apenas hay cifras de civiles asesinados a causa del oscurantismo de EU, el informe concluye: “Aunque EU apenas reconoce víctimas civiles, hay pruebas importantes y fehacientes de que los ataques de los aviones no tripulados estadounidenses han herido y matado civiles”.
Algunos medios, como la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina, hablan de 900 víctimas desde 2004 hasta hoy como resultado de 330 ataques. Más del 90 por ciento se realizaron durante la administración Obama.
El estudio afirma también que Obama, en menos de 4 años, ha superado en más de 5 veces la cifra de ataques ordenados por Bush en 8. Se trata de un gran aumento dirigido, irónicamente, por el Premio Nobel de la Paz de 2009.
Régimen de terror
Sin embargo, más allá de las cifras de civiles muertos y de los heridos, los ataques con drones causan daños en las vidas diarias de los civiles.
El informe da cuenta de cómo su mera presencia aterroriza a las comunidades civiles y genera
ansiedad, traumas psicológicos, sentimientos de incertidumbre, impotencia y desprotección.
En definitiva, impactan en la conducta de las personas y rompen con sus rutinas diarias, igual que una guerra.
La gente evita reunirse en grupo para no llamar la atención, lo que aumenta el miedo y la sensación de desamparo; trata de que los niños no salgan de casa y, en el caso de que éstos hayan sido heridos, se les impide regresar al colegio como medida de protección. Además, el hecho de que una misma zona sea atacada varias veces aleja a la ayuda humanitaria del lugar.
Otro de los aspectos que pone de manifiesto “Living Under Drones” es la naturaleza indiscriminada de los ataques.
Greenwald cita a Owen Bowcott, de The Guardian: “En él (la investigación) se culpa al presidente de EU, Barack Obama, de la escalada de ataques con firma en los que se selecciona a grupos únicamente a través de un análisis remoto del ‘modelo de vida’ ”.
Crímenes de guerra
Pero además, el informe confirma un hecho que Greenwald ya había documentado: los drones atacan a rescatadores que acuden a ayudar a las víctimas de un bombardeo y atacan también en los funerales de las que mueren.
Los primeros contribuyen a la inhibición de los trabajadores humanitarios y los segundos plantean a las personas si deben acudir a los entierros de sus seres queridos o si el hacerlo les estará exponiendo a ser víctimas de un nuevo ataque.
Esos dos ataques, explica Greenwald, están muy arriba en la jerarquía de los crímenes de guerra. Paradójicamente, el gobierno de EU mantiene que esas dos actuaciones son distintivas de los terroristas más despiadados y temidos.
Presunto objetivo: ¿hacer EU más seguro?
El gobierno de Barack Obama ha presentado la campaña de los ataques con aviones no tripulados como un plan para que su país sea más seguro. Sin embargo, que este objetivo se consiga así, es dudoso.
El estudio plantea que el porcentaje de objetivos de “alto nivel” asesinados dentro del total de víctimas es bajo, tan sólo de un 2 por ciento.
Además, el informe expone que las pruebas sugieren que los ataques de EU potencian el reclutamiento de los grupos armados no estatales y es probable que provoquen ataques de respuesta.
“Un ataque de un día en suelo estadounidense hace 11 años desencadenó una interminable campaña de violencia por todo el mundo por parte del objetivo y sus aliados.
“¿Es realmente tan difícil comprender que los continuos bombardeos y ataques matando civiles durante muchos años, en muchos países musulmanes, no harán sino generar el mismo deseo de agresión y venganza contra EU?”, se pregunta Greenwald en su artículo.
La propaganda
El informe también se centra en los mitos y en la campaña de propaganda de la prensa occidental. Y es que en EU, la narrativa dominante transmite que los drones son una herramienta quirúrgica precisa que elimina terroristas con un impacto mínimo. Pero para los autores del estudio, esto es algo completamente falso.
Otra cuestión grave dentro de esa campaña es que en la mayoría de los medios de comunicación se utiliza el término ‘militante’ para referirse a las víctimas. Pero, en realidad, la mayoría de los medios, dice Greenwald, no tienen idea de quién ha muerto ni de la exactitud del término.
Gleen recuerda también lo que The New York Times reveló en mayo de este año pero que continúa siendo desconocido para muchos: “El señor Obama había adoptado un método controvertido para contar las víctimas de civiles que consiste en considerar como combatientes a todos los hombres en edad militar que se encuentren en una zona de ataque”.
Aun así, después de eso, los medios continuaron informando del mismo modo. Por esto el estudio pide que se ponga fin a esta práctica: “Todos los informes del gobierno acerca de muertes de ‘militantes’ deberían incluir el reconocimiento de que el gobierno de EU considera ‘militantes’ a todos los hombres adultos asesinados por los ataques, sin que medie prueba alguna.
“Los relatos de los medios que confían en fuentes anónimas gubernamentales deberían también subrayar el hecho de que solo disponen de una fuente, así como del pasado historial de informes falsos por parte del gobierno”.
Actitud antidemocrática
El hecho de que se suprima información sobre las víctimas de los aviones, de que se induzca activamente a error cuando finalmente se ofrecen selectivamente algunos datos, la completa opacidad del gobierno en todo lo relacionado con este programa y la negativa de Obama a permitir cualquier supervisión judicial transparente sobre las víctimas, es considerado por los autores del informe como una amenaza para la responsabilidad democrática que desemboca en un “vacío democrático” y en un “vacío de responsabilidad”.