Las palabras son armas de destrucción masiva
No debería sorprender a nadie que Israel y Hamas, grupo islámico que gobierna la Franja de Gaza, estén en guerra otra vez.
Aunque los ojos del mundo estén centrados en las tácticas de guerra como los cohetes interceptados y el uso de aviones no tripulados, también es necesario poner atención en las palabras que hacen esta guerra inevitable.
El discurso de odio que Hamas pregona silencia a los palestinos más moderados, quienes, distanciados de los Derechos Humanos, ven crecer sus posibilidades de entrar en guerra.
Foreign Policy
No debería sorprender a nadie que Israel y Hamas, grupo islámico que gobierna la Franja de Gaza, estén en guerra otra vez.
Aunque los ojos del mundo estén centrados en las tácticas de guerra como los cohetes interceptados y el uso de aviones no tripulados, también es necesario poner atención en las palabras que hacen esta guerra inevitable.
El discurso de odio que Hamas pregona silencia a los palestinos más moderados, quienes, distanciados de los Derechos Humanos, ven crecer sus posibilidades de entrar en guerra.
En 2007, Hamas tomó el poder de la Franja de Gaza e impuso una dictadura brutal y sistemática a la ya reprimida libertad de expresión palestina.
Esto ha traído como resultado la cancelación de conferencias de prensa, bloggeros palestinos arrestados y disidentes rutinariamente torturados.
Mientras tanto, el discurso al que evoca Hamas se resume en “genocidio a todos los judíos y norteamericanos”.
Cuando las palabras son un arma
El 10 de agosto pasado, el vicepresidente del Parlamento palestino en Gaza, Ahmad Bahr, gritó: “Oh Alá, destruye a los judíos y a sus partidarios. Oh, alá, destruye a los estadounidenses y a sus partidarios”.
“Oh Alá, cuéntalos uno a uno y mátalos a todos, sin dejar uno solo”, continuó Bahr.
Yussuf al-Sharafi, miembro de Hamas en el poder Legislativo palestino, dijo: “Alá, toma a los judíos y a los norteamericanos y aniquílalos por completo. No dejes a ninguno vivo”.
Es difícil no tomar estas palabras como una incitación a cometer genocidio.
Lo que hace estos discursos particularmente peligrosos es que se transmiten en vivo por la televisión de Hamas en Gaza.
Las emisiones de radio tuvieron mucho que ver en el genocidio de 800 mil personas en 1994 en Ruanda.
Dicha tragedia acabó con lo que se estima era el 20 por ciento de la población del país africano, donde la mayoría hutu, etnia en el poder, intentó exterminar a la tutsi.
Hoy, los principales líderes de Hamas están utilizando diferentes medios para incitar a la violencia y el extremismo contra sus vecinos hebreos.
Inexcusablemente, este atropello ha sido ampliamente ignorado por Naciones Unidas y por muchos defensores de los derechos humanos.
Hay muchas lecciones que se pueden sacar del Holocausto.
Tal vez la más importante es que cuando alguien –especialmente el gobierno– amenaza con aniquilar a alguien, se debe tomar en serio.
Incitar al genocidio es siempre el precursor del mismo. Así fue en Ruanda, Alemania y en casi todas las matanzas masivas.
Existen diferencias entre Hamas y Al Qaeda, pero el lenguaje que ambos usan en casi todas las categorías es idéntico.
Ambos grupos utilizan expresiones racistas, glorifican los atentados suicidas y predican el uso de escudos civiles.
Ambos silencian la libertad de expresión y llaman a la destrucción de Israel, miembro de las Naciones Unidas.
Los efectos
¿Qué efecto tiene este lenguaje de violencia y extremismo en Gaza?
Palestinos demócratas, liberales y moderados han sido censurados de manera sistemática por el grupo islámico que ostenta el poder en la Franja. He aquí unos ejemplos.
En el verano de 2011, Hamas bloqueó una película que mostraba interacciones positivas entre israelíes y mujeres sin velo.
En enero de este año, la organización censuró el programa de televisión llamado “Palestinian Idol” por ser demasiado secular. En mayo, Hamas cerró una festival literario porque lo consideró demasiado “crítico”.
En lugar de dar la bienvenida al libre pensamiento, Hamas ha llenado las ondas de Gaza con una retórica incendiaria.
A los niños se les enseña una mezcla de odio y una incesante conspiración, y tal vez lo más preocupante es la glorificación de la muerte.
Los líderes de la organización islámica como el primer ministro Ismail Haniyeh declaran orgullosos que “la muerte por la causa de Alá es nuestro deseo más supremo”.
Bahr, el vicepresidente del parlamento, explicó uno de los dichos de Mahoma: “Cuando un hombre tiene relaciones sexuales con su esposa, debe orar por un hijo que emprenda la guerra santa por la causa de Alá”.
Y agrega: “(Los norteamericanos e israelíes) son todos unos cobardes que están ansiosos por la vida cuando nosotros estamos deseosos de la muerte por la causa de Dios”.
“Los judíos son la nación más despreciable y ruin que habita en la Tierra”, dijo el exministro de cultura Atallah Abu Al Subh.
Es difícil imaginar que los habitantes de Gaza puedan aceptar un acuerdo de paz cuando sus líderes hacen este tipo de declaraciones.
La retórica intransigente e incendiaria cimenta las acciones dictatoriales de Hamas.
Difunden que los disidentes serán silenciados y los integrantes de la oposición son detenidos, torturados y asesinados. El grupo gobernante de la Franja de Gaza impone el lenguaje del terror entre sus habitantes.
La democracia en Gaza
La democracia en Gaza no puede tener éxito en estas condiciones ya que el lenguaje es un reflejo de la sociedad.
El discurso de guerra de Hamas contra el liberalismo estrangula cualquier esperanza de transición.
La tolerancia no se produce en el vacío. Se cultiva en las familias, escuelas, medios de comunicación y en el lenguaje de la vida cotidiana.
Algunos están tentados a sacar la equivalencia entre la incitación en Gaza y la incitación en Israel, no obstante, hay un grado de incitación al odio en todas las sociedades. Mientras
Hamas siga gobernando en Gaza, no habrá una verdadera democratización.