El Vaticano respondió dos días después de que la Corte Suprema de Pensilvania, Estados Unidos, acusara a 300 sacerdotes de abuso sexual y condenó a los actos más de 20 años después de que ocurrieron.
“Las injusticias descritas en el informe son criminales y moralmente reprobables. Estos hechos han traicionado la confianza y han robado a las víctimas su dignidad y su fe. Las personas que fueron abusadas deben saber que el Papa está de su lado”.
“La Iglesia debe aprender duras lecciones de su pasado y deberían asumir la responsabilidad tanto los abusadores como los que permitieron que ocurrieran”, declaró Greg Burke, portavoz del pontificio.
Condenó el abuso de menores y señaló que la Iglesia quiere escucharlos para erradicar el “trágico horror que destruye la vida”.
Burke minimizó los delitos recordando que la mayoría de los casos sucedieron antes del siglo XXI, y que recientemente no han encontrado más.
“Esto demuestra como las reformas hechas por la Iglesia católica en Estados Unidos han reducido drásticamente el incidente de las injusticias cometidas por parte del clero”, mencionó el portavoz.
Más tarde, un jurado involucrado en el caso de los 300 sacerdotes, dijo que los religiosos amenazaban a los menores diciéndoles que pasarían una eternidad en el infierno si no se dejaban tocar.
“Los curas emplearon la fe de las víctimas y su confianza en ellos como líderes religiosos para silenciarlos”, detalló.