Uno de los expresidentes de Brasil podría regresar al mapa político. Luiz Inácio Lula da Silva tiene esa oportunidad, a menos de que el Tribunal Supremo de Brasil dicte lo contrario.
Aunque el pasado 8 de marzo al izquierdista se le anularon los procesos con los que fue encarcelado -por corrupción y blanqueo de dinero-, esa decisión debe seguir siendo analizada para, entonces sí, poder regresarle la completa libertad política que perdió al estar en prisión.
Hasta el momento, dos ministros del Tribunal, Gilmar Mendes y Ricardo Lewandowski, han concluido que el juez que lo condenó, Sergio Moro, actuó con el objetivo de hacer inviable la participación de Lula en la vida política nacional.
Según resaltaron, al momento de culparlo se destacó la ausencia de fundamento legal, algo que calificaron como “violencia indecible” por no cumplir con los requisitos legales y por el hecho de que Da Silva nunca se excusó de asistir a ningún acto penal.
La decisión general de los magistrados aún no se da a conocer, pues uno de ellos pidió detener la sesión para estudiar más el caso y así seguir analizando las acciones de Moro hacia el expresidente.
Nayar López Castellanos, maestro en estudios latinoamericanos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), asegura en ese sentido que con la anulación de los cargos queda claro que esa decisión no se dio porque a los jueces les cae bien Lula, sino porque simplemente no había un sustento.
De ese modo, el también catedrático detalla que por el momento Da Silva tiene una puerta abierta con dos vías, la candidatura a la presidencia y el desplazo de sus derechos políticos.
Lula da Silva sin competencia política
En caso de que Lula da Silva llegue a contender en las elecciones presidenciales de 2022, son altas las probabilidades de que se lleve la mayoría de los votos frente a su posible contendiente Jair Bolsonaro.
Esto se prevé por la poca popularidad que ha ido protagonizando el ultraderechista desde los últimos meses, pues ha dejado caer a Brasil en el tema de la pandemia por coronavirus y en el liderazgo social y económico.
Por ejemplo, a falta de un plan nacional contra la crisis sanitaria, han sido los propios gobernadores brasileños los que han tratado de armar una propuesta que los ayude a disminuir los contagios por SARS-CoV-2. Se espera que el esfuerzo incluya un toque de queda y se prohíban de eventos multitudinarios.
De acuerdo con los últimos datos de la agencia Morning Consult Political Intelligence, al 8 de marzo pasado Bolsonaro tenía una popularidad del 41 por ciento y una desaprobación del 53.
Por su parte, Lula Da Silva llegó a terminar su gobierno, en 2010, con una aceptación del 80 por ciento.
“Bolsonaro está plenamente desacreditado, no sólo nacionalmente sino a nivel internacional por las formas en que ha llevado la pandemia, muy parecido al caso de (Donald) Trump (…) Al final tendremos que ver cuántos partidos lo terminan apoyando, saber si va a tener el mismo nivel de respaldo que antes, porque hay que recordar que Bolsonaro ganó porque no estaba Lula en la boleta, ahora que posiblemente lo esté, las cosas podrían cambiar sustancialmente”, dice el maestro Nayar.
Respecto al partido que podría representar a Da Silva para el año 2022, el Partido de los Trabajadores (PT) es la primera opción. Sin embargo, es el propio Lula quien ha admitido que todo dependerá del propio grupo político, de si lo acepta o no, o si decide irse por perfiles como el de Fernando Haddad, quien contendió en las elecciones de 2018.
Finalmente, de acuerdo con el maestro en estudios latinoamericanos, ahora es momento de seguir esperando el veredicto final del Supremo para Da Silva, mientras tanto, él particularmente no lo ve en otro partido político que no sea el PT, el grupo que fundó a final de la década de los 70.
“La puerta de Lula está abierta para las dos cosas; sin embargo, yo no tengo duda de que, por el nivel de fracaso político, económico y social, agravado con la pandemia (que vive Brasil), Bolsonaro no gana las elecciones, las gana Lula da Silva”, asegura.