Las medidas económicas emprendidas por el gobierno de Mauricio Macri vuelven a poner a Argentina en el panorama internacional con una renovada confianza; sin embargo, en el ámbito local los opositores le quieren complicar las cosas al ejecutivo.
Mientras otros países de la región atraviesan diversas crisis económicas, políticas y sociales, Argentina podría ir encontrando una estabilidad y crecimiento que le permitiría asumir el liderazgo de los países de América Latina, pero primero tendrá que estabilizar su situación interna.
Mauricio Macri se convirtió en diciembre pasado en el Presidente número 51 de Argentina, poniendo fin al kirchnerismo y su política de rechazo al neoliberalismo y los tratados de libre comercio.
Los primeros meses del mandato de Macri no han sido nada fáciles, con algunas medidas impopulares entre la población, como el aumento del 100 por ciento de la tarifa del transporte público (tren y autobús).
Sus políticas económicas, diametralmente opuestas al del régimen de los Kirchner no solo le han restado popularidad mientras pasan las semanas de su gobierno, sino que han ocasionado que sea tachado de gobernar para los ricos.
Además está el hecho de que llegó a la Presidencia con el 52 por ciento de los votos, esto quiere decir que casi la mitad de la población, el 48 por ciento, votó en contra de él, por lo que sus primeras medidas eran vitales para legitimarse.
Por ello, desde su investidura como presidente su discurso giró en torno a la reconciliación y la promesa de unir a los argentinos, así como la búsqueda de acuerdos y la estabilidad social necesaria para implementar su plan de gobierno.
Ahora, a pesar del inicio complicado, Macri podría estar a punto de darle vuelta a la situación adversa. Con el anuncio del pago a los llamados fondos buitre, se termina un largo y desgastante proceso judicial del gobierno argentino con sus acreedores.
Pero, lo que es más importante, los mercados crediticios vuelven a abrirse a la nación argentina, y la comunidad internacional vuelve a mirar con confianza al país sudamericano; y el optimismo por el cambio de la política económica podría atraer inversiones que detonen el crecimiento.
Desde que tomó la presidencia, una de las prioridades de Macri era terminar este conflicto con los acreedores, después de que su antecesora, Cristina Fernández, se negara a acatar los pagos por una cuestión de “soberanía nacional”, según palabras de la expresidenta.
Durante muchos años, a consecuencia de esta negativa, Argentina no tuvo acceso al crédito internacional y dependió exclusivamente del financiamiento interno, sin embargo, ante la reducción de los ingresos por exportaciones, el modelo se fue agotando.
El propio Fondo Monetario Internacional ha celebrado y respaldado el cambio de la política económica del gobierno de Macri.
“El Gobierno argentino se ha embarcado en una ambiciosa y muy necesaria transición para eliminar los desequilibrios y distorsiones macroeconómicas”, señaló el organismo.
El FMI advierte también que el cambio no se verá reflejado inmediatamente, sino que será un largo proceso, y que los primeros resultados podrían verse hasta 2017 cuando el crecimiento económico sea palpable.
Sin embargo, con la confianza renovada de los mercados internacionales en Argentina, el país tiene una oportunidad única de atraer inversiones y obtener créditos que le permitan sustentar su desarrollo y crecimiento.
Más aún, cuando la región sudamericana se encuentra convulsa en distintos frentes con diversos conflictos sociales, económicos y políticos que minan la confianza de los inversores en estos destinos.
Brasil, hasta hace unos años referente latinoamericano, atravesando una histórica recesión económica, con una Presidenta al borde de la destitución, y Venezuela sumida en una crisis alimentaria, con un régimen tambaleante; ambos países pertenecientes a un eje de izquierda que no se sostiene.
Ante este escenario, con un modelo económico totalmente opuesto a los de estos países, y que podría empezar a dar sus primeros frutos, Argentina podría tomar el liderazgo de la región, y además, convertirse en la bandera del cambio de la política económica en Latinoamérica.
Problemas internos
Sin embargo, aunque Argentina empieza a tener esperanzas en su crecimiento macroeconómico y una renovada confianza en la comunidad internacional, Macri aún tiene que enfrentarse a obstáculos domésticos.
Desde el día que tomó protesta, los diputados opositores a Macri lo boicotearon al no asistir a su investidura, desde entonces ha tenido una tensa relación con el parlamento, en el cual no tiene mayoría y existen muchos fieles a su antecesora.
La semana pasada, pocos días después del anuncio del pago de los fondos buitre, el Parlamento argentino le propiciaría su primer gran revés al aprobar una ley que en la práctica prohíbe los despidos, por lo que Macri tendrá que hacer uso de su autoridad ejecutiva para vetarla.
Además, el viernes 29 de abril, los sindicatos argentinos opositores a las políticas de Macri mostraron su músculo al movilizar a miles de sus agremiados en una manifestación contra el presidente argentino.
Los ejes de su protesta son el despido de miles de empleados públicos así como el aumento en las tarifas de transporte, luz y gas. Esta demostración de fuerza es apenas un primer acto de una batalla que seguramente tendrá que sortear Macri durante todo su gobierno.
Mauricio Macri podría convertirse en el mediano plazo en el líder político de América Latina, y Argentina en el referente de un nuevo modelo económico para impulsar el crecimiento en la región; sin embargo, tiene la primer tarea de resolver los conflictos al interior y lograr una estabilidad que les permita la implementación de su programa de gobierno.