Maduro gana
La crisis interna que mantiene sumida a la oposición venezolana en una lucha por el liderazgo fortalece al régimen del presidente Nicolás Maduro, quien ha impuesto ya la Asamblea Constituyente y consiguió una victoria en las elecciones regionales
Carlos SalazarLa claudicación de cuatro de los cinco gobernadores opositores electos ante la Asamblea Nacional Constituyente ha provocado un cisma en la oposición venezolana y amenaza con romper la Mesa de Unidad Democrática.
Después de meses de tensión en las calles y en medio de una crisis sin precedente que incluso podría agravarse en los próximos meses, el régimen de Nicolás Maduro se fortalece y doblega a sus opositores, sumidos ahora en una crisis interna y en una lucha por el liderazgo.
No solo ha conseguido resquebrajar la unidad de sus antagonistas políticos, sino que impuso a pesar de todo su Asamblea Constituyente y consiguió una victoria (muy cuestionada) en los comicios regionales.
Todo esto ocurre previo a las elecciones municipales, previstas a celebrarse a finales de este año y a unos meses de las votaciones presidenciales de 2018, las cuales podría adelantar el mandatario venezolano aprovechando el debilitamiento de la oposición y afianzar el poder de Maduro.
El heredero político de Hugo Chávez se muestra con una actitud triunfalista en los últimos días; a pesar de su dudosa legitimidad, presume las victorias que el oficialismo ha obtenido sobre la oposición: el fin de las protestas, la instalación de la Constituyente y el triunfo en las elecciones regionales.
“Van tres y no ha terminado el año. Podrían venir nuevas victorias”, advierte el mandatario a sus opositores.
A pesar de que estuvieron plagados de irregularidades, los pasados comicios fueron un resultado contundente para el régimen de Maduro, ya que si bien el partido oficialista pasó de gobernar 20 a 18 provincias, obtuvo una votación global del 55 por ciento, una cifra muy por encima de las proyecciones, sobre todo tomando en cuenta el amplio rechazo a la gestión de Maduro que reflejan las mediciones.
En medio de la que es quizá la mayor crisis económica y social en la nación sudamericana, las elecciones fueron también en la práctica un referéndum para el gobierno, y por lo menos en las cifras oficiales, sobrevivió.
El último golpe del régimen fue el juramento de cuatro de los cinco gobernadores opositores electos ante la presidenta de la Asamblea Nacional Constituyente, que no solo validó de alguna forma la jornada electoral, sino que fue el detonante para la implosión del bloque opositor.
El régimen se consolida aun sin contar con respaldo internacional y sin tener aparentemente la aprobación de la población, y Nicolás Maduro posa sonriente con los ahora llamados gobernadores opositores ‘disidentes’, mientras decreta la derrota de sus enemigos.
El mandatario tiene ahora, por lo menos, algunos meses para respirar tranquilo, para continuar asentando su poder y reagruparse, con una oposición sin rumbo claro y con mínima capacidad de hacer frente al régimen. Maduro va ganando.
Fractura en las filas opositoras
Las señales de una posible división ya eran evidentes aún antes de las elecciones regionales.
Dentro de las filas de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) ya había algunas diferencias, por un lado había un grupo que no creía conveniente que la oposición se presentara a los comicios porque sería validar un sistema antidemocrático y por el otro los que afirmaban que la participación electoral y en el gobierno era la única forma de propiciar una transformación.
Al final, la oposición realizó un ejercicio de unidad y presentó candidatos para las 23 provincias, pero ganó únicamente en cinco, a pesar de que las encuestas sugerían que ganaría la mayoría de las gubernaturas.
Las denuncias de fraude no se hicieron esperar, pero el resultado en sí fue un duro golpe para el futuro de la oposición.
Sin embargo, la ruptura se consumó cuando cuatro de los gobernadores electos opositores (todos del partido Acción Democrática) juraron su cargo ante la Constituyente, bajo amenaza de que se podrían celebrar elecciones en los estados que ganaron si se negaban.
La cúpula de la MUD habría rechazado que los gobernadores electos tomaran protesta en estas circunstancias y la decisión final de estos desencadenó la crisis.
Henrique Capriles, uno de los principales liderazgos de la oposición y dos veces candidato presidencial ha anunciado que no seguirá en la MUD mientras continúe en la misma el presidente del partido Acción Democrática, el experimentado Henry Ramos.
Además, el exgobernador del estado de Miranda ha pedido la refundación de la MUD, una reorganización de una coalición opositora ante lo que ha llamado una oportunidad histórica. La fractura parece inminente, y la fragmentación solo favorece al régimen de Maduro.
El momento del cisma es especialmente delicado y compromete cualquier esperanza de derrotar a Nicolás Maduro en las urnas en caso de celebrarse elecciones presidenciales el próximo año.
Tanto Capriles como Ramos aspiran a ser quienes encabecen a la oposición en la contienda presidencial, sin embargo la división interna dificulta que se pueda llegar a algún acuerdo que permita presentar una sola candidatura de unidad, por lo que ambos podrían presentarse a las urnas, fragmentando el voto opositor en beneficio del actual mandatario.