Nikolas Cruz salió del auto de Uber y caminó hacia el edificio 12 de la escuela secundaria Marjory Stoneman Douglas cargado con un bolso de viaje negro y una mochila del mismo color. Un hombre en el interior del centro vio a Cruz, y supo que era un exalumno. Un chico con problemas. El hombre se puso en contacto por radio con un compañero y en cuestión de un minuto escuchó disparos.
El joven, de 19 años, vestía camiseta granate y pantalones y gorra negros. El hombre, cuyo nombre estaba tachado en la declaración jurada ante la policía, dijo a los agentes que Cruz se movía “deliberadamente”.
Se coló en el edificio, entró por una escalera y sacó un rifle de su bolsa, según las autoridades. Disparó en cuatro aulas del primer piso, retrocedió para volver a disparar en dos salas una segunda vez, y después subió las escaleras y alcanzó a una única víctima en la segunda planta. Corrió al tercer piso donde, según la línea temporal de los hechos facilitada por la policía del condado de Broward, pasó tres minutos antes de dejar el arma y la mochila y correr escaleras abajo para mezclarse rápidamente entre los atemorizados estudiantes que huían del centro.
El senador estatal de Florida Bill Galvano, que visitó la tercera planta del inmueble, dijo que las autoridades le dijeron que Cruz habría intentado abatir a los estudiantes desde las ventanas mientras salían del centro, pero que los cristales no se rompieron. La policía dijo a Galvano que abrir las ventanas no tenía gran dificultad.
“Gracias a Dios no lo hizo”, señaló Galvano.
Desde que Cruz entró al edificio hasta que salió transcurrieron apenas seis minutos. En ese tiempo, disparó a más de dos docenas de estudiantes, acabando con la vida de 17 personas.
Tras la balacera, el sospechoso se dirigió a un supermercado Wal-Mart y compró una bebida en un restaurante de la cadena Subway antes de entrar a un McDonald’s.
Unos 40 minutos después, tras salir de la hamburguesería, un agente lo vio caminando por una calle de la zona y lo atrapó. No opuso resistencia.
Los detalles de la masacre del miércoles en la escuela secundaria de Parkland, Florida, se dieron a conocer el jueves gracias a los reportes de testigos y autoridades.
Entre los fallecidos están el ayudante del entrenador de fútbol, Aaron Feis, abatido mientras protegía a los estudiantes de las balas; Joaquin Oliver, un alumno conocido por sus looks únicos y que una vez se tiñó el pelo de rubio con rayas de tigre; Alyssa Alhadeff, una ávida jugadora de futbol y estudiante, y Scott Beigel, un profesor de geografía de 35 años que ayudó a algunos jóvenes a entrar en un aula cerrada para evitar al tirador, que terminó alcanzándolo.
Entre las al menos 1.000 personas que asistieron el jueves en la noche a una vigilia a la luz de las velas cerca de la escuela, algunos lloraban mientras de fondo se leían los nombres de las víctimas.
Vestidos con el color rojo que identifica al centro, algunos llevaban flores mientras otros mostraron letreros en los que exigían actuar para combatir la violencia en las escuelas, incluido el control de armas. “Los niños no necesitan armas. No a las armas con menos de 21 años”, decía uno.
En un momento dado, algunas personas en la multitud comenzaron a gritar “¡No más armas! ¡No más armas!”
Ernest Rospierski, un profesor de la escuela, respiró profundamente varias veces mientras hablaba con un reportero sobre el horror que se vivió en los pasillos del centro.
“Bang, bang, bang… de repente, el tiroteo paró”, dijo. “Miré hacia abajo. Él estaba recargando el arma. Grité: ¡Corran! Y luego corrí detrás de la mayor cantidad de chicos que pude”.
Las autoridades no describieron el móvil específico del tiroteo, salvo que Cruz había sido expulsado de la escuela, que tiene unos 3.000 alumnos y está ubicada en un suburbio acaudalado donde el precio medio de una casa es de casi 600.000 dólares. Los estudiantes que lo conocían lo describieron como un adolescente inestable cuyo extraño comportamiento había llevado a algunos a terminar su amistad con él.
Se ordenó que Cruz permanezca detenido sin derecho a fianza durante una breve audiencia judicial. Vestía un mono anaranjado y tenía las manos esposadas a la cintura. Su abogada no impugnó la decisión y colocó su brazo alrededor de Cruz durante la corta vista. Luego dijo que él era un “ser humano abatido”.
El tiroteo del miércoles fue el 17mo incidente de ese tipo en una escuela de Estados Unidos en lo que va del año. De ellos, uno involucró un suicidio, dos implicaron atacantes que mataron a estudiantes, otros dos a personas que murieron durante discusiones, y tres a personas que tenían heridas de bala pero sobrevivieron. En nueve no hubo heridos.
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