México, la excepción

México es uno de los pocos países que a comparación de la tendencia latinoamericana no elige un gobierno de derecha. Los mexicanos votaron por la izquierda debido al hartazgo provocado por la corrupción
Mariana Recamier Mariana Recamier Publicado el
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La ola de la derecha se encuentra en las costas latinoamericanas, sin embargo, México se aleja de esa tendencia. En los últimos comicios de algunos países de América Latina los electores apostaron por los candidatos de centro o de derecha, no obstante, México es la excepción con un presidente virtual de izquierda

Luego de una década de gobiernos nacionalistas con una clara inclinación hacia la izquierda, Latinoamérica cambió su dirección. Iván Duque, un político de derecha que quiere modificar los acuerdos de paz, ganó las elecciones colombianas este año. En el mismo sentido, el oficialista Mario Abdo Benítez arrasó los comicios en Paraguay. Estos sólo son dos de los triunfos más recientes de la derecha en esta región del mundo.

En Argentina, luego de tres mandatos presidenciales de izquierda de los Kirchner, los electores se decidieron en 2015 por el empresario Mauricio Macri. En Chile, ganó Sebastián Piñera, expresidente que hizo campaña con una plataforma electoral conservadora.

En el mismo sentido, en Brasil, la expresidenta Dilma Rousseff fue destituida en 2016 por el legislativo, en medio de señalamientos de corrupción a su partido. Después del impeachment, asumió Michel Temer, un político del partido conservador Movimiento Democrático Brasileño.

“Todos esos países vivieron las consecuencias de un gobierno de izquierda y por eso decidieron irse a la derecha. En el caso de México nunca había tenido la experiencia, siempre había sido manejado por el centro o la derecha conservadora”, declara Arturo Argente Villarreal, director de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey sede Toluca.

Argente Villarreal afirma que la corrupción del PRI provocó el hartazgo de los mexicanos y es por eso que decidieron castigar al partido que actualmente se encuentra en el poder. El académico añade que los ciudadanos fueron testigos en los últimos años de la generación de políticos más corrupta en la historia de México con casos como los de Javier y César Duarte.

“Nosotros decidimos elegir a la izquierda porque se está tratando de superar la corrupción que ha sido abrumadora, insultante y ofensiva. Realmente hemos visto el abuso en su máxima expresión y los resultados de estas elecciones son un recordatorio de la ciudadanía para hacerle ver a cualquier partido de cualquier color que el pueblo manda”
Arturo Argente VillarrealDirector de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tecnológico de Monterrey sede Toluca

En el mismo sentido, Ramsés Sánchez Soberano, investigador en la Universidad La Salle, asegura que México está viviendo un momento histórico en el que las llamadas minorías eligieron un presidente de izquierda.

“Obrador se convirtió en un punto de encuentro entre diferentes minorías que no son cuantitativamente menores sobre las cuales un discurso de derecha no puede responder. Recordemos que la mayoría de sistemas políticos considerados de derecha son comúnmente clasistas porque están pensados para ciertos grupos”, expresa el investigador.

Sánchez Soberano opina que López Obrador recibió el apoyo de las minorías que ya no quería a la derecha en el poder.

“Él se volvió un lugar de reunión del hartazgo social, cultural y político de una sociedad civil que tiene la esperanza de que la corrupción, la simulación y el autoritarismo puedan ser vencidos, disipados o confrontados por la misma sociedad”.

El académico añade que México eligió a Morena y al PES porque este proyecto político incluye las necesidades de diferentes grupos de población. Menciona que este partido más que un grupo político es un movimiento social que está integrado por las perspectivas de sectores que son considerados minoritarios, tales como las personas de clase baja y los cristianos.

“Esta conformación lo hace sumamente diferente a otras políticas que hay en Latinoamérica”, califica el investigador.

A partir de dialogar con algunos integrantes del proyecto político de López Obrador y supropia opinión, Sánchez Soberano considera que la izquierda del próximo gobierno se sostiene sobre principios que son teóricamente estables y también brindan una forma práctica de ayudar a la sociedad.

Además, el investigador considera que la izquierda sólo permanecerá en México si la ciudadanía también busca un cambio.

“La izquierda tiene un futuro en México si todos aquellos que votaron por Andrés Manuel López Obrador están dispuestos realmente a tomar las riendas de sus actos y pensar en una micropolítica que busque erradicar la corrupción”, afirma Sánchez Soberano.

El docente agrega que si no existe un cambio a nivel social a partir de la disposición de los ciudadanos, algunos problemas continuarán y esto será argumento suficiente para no votar otra vez a la izquierda.

“Si eso no sucede existirán argumentos para contrarrestar la necesidad de tener en el poder a una izquierda que representa a minorías que habían esperado mucho tiempo para tener voz. Si no maduramos entre todos, la ilusión de la izquierda que transformará el espíritu social y político del país se disipará”, finaliza Sánchez Soberano.

Un fenómeno regional

Por otra parte, Carlos Malamud, catedrático de Historia de América en la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), dice en su artículo ‘El ciclo electoral que puede cambiar el mapa político de América Latina’ que la izquierda está debilitada en toda la región.

“Simultáneamente se observa que la América Latina de hoy ya no es igual a la de ayer. Se ha debilitado la incidencia de las unanimidades de años anteriores, consecuencia de los proyectos hegemónicos de inspiración bolivariana,solo posible en tiempos de Chávez y de la máxima expansión del ALBA, lo que también influye en la dinámica electoral”.

Malamud expresa en su artículo que el desprestigio de los partidos políticos tiene una incidencia clara en la coyuntura política regional.

“Las opiniones públicas latinoamericanas le otorgan una importancia creciente a la violencia y la corrupción. La primera afecta la vida cotidiana de numerosos ciudadanos. La segunda influye en su límite de tolerancia sobre ciertas prácticas delictivas y afecta negativamente a la imagen de políticos y gobernantes”, escribe el catedrático.

De momento, en América Latina triunfaron algunas opciones de derecha o centro derecha, como Mauricio Macri en Argentina o Sebastián Piñera en Chile.

“Estos resultados no bastan para hablar de un nuevo ciclo político o de un giro a la derecha. Solo a fines de 2019, cuando se haya alcanzado la meta de esta ‘maratón’ electoral, estaremos en condiciones de saber el rumbo que definitivamente haya decidido seguir la región o si, por el contrario, sus ciudadanos optaron por apoyar las opciones más favorables al mantenimiento de la indefinición actual, asentada en buena medida en la fragmentación existente”, concluye.

En 2019, El Salvador, Panamá, Guatemala, Uruguay, Argentina y Bolivia pasarán por las urnas.

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