Las miras de México están puestas en el corazón de África y no necesariamente para entablar lazos comerciales o para ayudar a la República Centroafricana, un país sumido en la violencia, el hambre y la pobreza, sino para usarlo como escalón para lograr un asiento en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El 4 de febrero pasado en Nueva York, el representante de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente, y su homóloga centroafricana, Ambroisine Kpongo, estrecharon manos y firmaron un acuerdo en el que se establecen relaciones diplomáticas entre ambos países.
“Con la suscripción de este documento, México tiene relaciones diplomáticas con todos los países de África. En la actual administración se impulsa un acercamiento político, económico y de cooperación con el continente africano, que ha incluido visitas de alto nivel en ambos sentidos, un diálogo más estrecho con actores clave sobre temas bilaterales y multilaterales de interés común, y proyectos de cooperación enfocados en el desarrollo social”, informó la Secretaría de Relaciones Exteriores.
México tiene presencia en África, ya que personal connacional participa en la Misión Multidimensional Integrada de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Centroafricana (MINUSCA).
Además, es un país activo en organismos multilaterales: forma parte de la Comisión para la Consolidación de la Paz de la ONU y presentó su candidatura para ocupar un asiento no permanente en el Consejo de Seguridad para 2021-2022.
En términos comerciales, ambas naciones no tuvieron una relación estrecha en los últimos siete años. México apenas ha exportado 704 mil dólares en medicamentos, 303 mil en 2013, 112 mil en 2015, 138 mil en 2016 y 151 mil en 2018; e importado 299 mil dólares en aluminio en 2018, 37 mil en una madera tropical conocida como iroko durante ese mismo año y 250 mil dólares en componentes diseñados para equipo de recepción de sistemas de navegación de satélites en 2017.
Para el especialista en África, Alonso Zamora, esto se debe a que la historia diplomática de México en el continente es reciente, apenas en 1949 se establecieron relaciones diplomáticas con Etiopía y en 1960 abrió en Nigeria la primera embajada mexicana
De acuerdo con la Secretaría de Relaciones Exteriores, México sólo cuenta con embajadas en ocho países africanos: Argelia, Egipto, Etiopía, Ghana, Kenia, Marruecos, Nigeria y Sudáfrica, pero el continente tiene 54 Estados reconocidos por la ONU.
Zamora detalla que las relaciones de México con naciones africanas se han enfocado en cooperación cultural, cuestiones políticas y por el proyecto de diversificar los vínculos diplomáticas con países en desarrollo.
“Yo veo más bien que esta firma, se da en el contexto de que México quiere ocupar un puesto en el Consejo de Seguridad. En los últimos años el corazón de África ha sido de trascendencia para muchos países, Estados Unidos, China y Rusia y ahora México. Es una forma de levantar la mano y de buscar ser aceptado como un miembro del Consejo de Seguridad”, comenta el especialista.
Zamora, además del oportunismo diplomático de México, ve en la firma de las relaciones, una posibilidad para apoyar a las decenas de migrantes africanos que llegan a la frontera sur del país, grupo que ha quedado en el olvido de la actual administración y que va creciendo conforme se agudiza la crisis en sus lugares de origen.
Zamora añade que el problema es que en la política migratoria del actual gobierno no hay preocupación hacia las comunidades africanas. El especialista considera que se les ha invisibilizado y se ha puesto más énfasis en los centroamericanos.
“A los africanos se les ha marginado. Espero que estas nuevas relaciones sean para apoyarlos y no únicamente por una condición diplomática o para tener un asiento en el Consejo de Seguridad”.
Una historia de pobreza y guerra en el centro de África
La República Centroafricana fue colonia francesa de 1875 a 1960. En esa época, fue la perla olvidada de África ya que a pesar de ser rica en metales preciosos y diamantes, no contaba con costa, lo que ocasionó que sus habitantes vivieran marginados y en pobreza.
Esa situación la siguen arrastrando hasta hoy. De acuerdo con el Índice de Desarrollo Humano (IDH) elaborado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en 2016, la República Centroafricana se posicionó en el lugar 188, el último de la lista.
En 2013, comenzó la crisis política y social en este país por un golpe de Estado en contra del presidente François Bozizé perpetrado por un grupo islámico liderado por Michel Djotodia, quien se quedó en su lugar.
A raíz del golpe, el país del corazón de África vive entre grupos guerrilleros islámicos y una contrainsurgencia que busca defender a los cristianos.
En 2014, el Consejo de Seguridad de la ONU mandó la primera misión de paz a la República Centroafricana. En su último informe, publicado el 31 de enero, extendió por seis meses más, hasta el 31 de julio, el embargo de armas en el país debido a que la violencia no cesa.
Esto pese a que el 6 de febrero de 2019 se firmaron en Bangui los Acuerdos de Paz y Reconciliación de la República Centroafricana.
Para Alonso Zamora esta crisis sin fin se debe a una estrategia de las grandes potencias del mundo para quedarse y seguir saqueando el corazón de África.
“Es un país importante geopolíticamente y estratégicamente hablando. Más que buscar una solución política a esta crisis se aprovechan de su inestabilidad para explotarlos. Siguen creyendo que estas sociedades son tribales, son bárbaras y entre más divididas estén es más fácil explotarlos. Parece una continuidad de la etapa colonial”, concluye.