Mujer de hierro, pero no inmortal

Margaret Thatcher, la exprimera ministra británica que transformó la economía de su país y encabezó la guerra en que Gran Bretaña derrotó a Argentina al recuperar las islas Malvinas, falleció ayer a los 87 años de una apoplejía.

En memoria de la exgobernante, conocida como “la Dama de Hierro”, las banderas fueron puestas a media asta en el Palacio de Buckingham, el parlamento y Downing Street, la residencia del primer ministro.

Sandra de Miguel Sanz Sandra de Miguel Sanz Publicado el
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"No nos engañemos, era una personalidad muy divisiva. (...) Era una verdadera y dura luchadora”
Bernard InghamSecretario de prensa de Thatcher durante todo su mandato
Las principales críticas que recibió fueron a causa del apoyo a Pinochet en su detención y de sus políticas neoliberales

Margaret Thatcher, la exprimera ministra británica que transformó la economía de su país y encabezó la guerra en que Gran Bretaña derrotó a Argentina al recuperar las islas Malvinas, falleció ayer a los 87 años de una apoplejía.

En memoria de la exgobernante, conocida como “la Dama de Hierro”, las banderas fueron puestas a media asta en el Palacio de Buckingham, el parlamento y Downing Street, la residencia del primer ministro.

El gobierno británico dijo que Thatcher recibirá un funeral ceremonial con honores militares aunque se desconoce la fecha en la que se efectuará esta ceremonia.

La reina Isabel II autorizó que dicho cortejo fúnebre, un nivel abajo de un funeral de estado, se efectúe en la Catedral de St. Paul, en Londres. Después del servicio, Thatcher será cremada en privado.

Para sus admiradores, Thatcher fue la salvadora que evitó una ruina para Gran Bretaña y cimentó su extraordinaria recuperación económica. Para sus detractores, era una persona sin piedad alguna que entronizó una era de avaricia que castigó a los más necesitados y redobló el patrimonio de los que ya más tenían.

Thatcher fue la primera —y aún la única— primera ministra en la historia de Gran Bretaña. Nació el 13 de octubre de 1925 en Grantham, al norte de Inglaterra, y procedía de una familia de recursos modestos, pues su padre era propietario de dos tiendas de comestibles.

Una vez en el poder nunca vaciló ni por un breve instante. Fue reelegida dos veces y estuvo once años en el cargo, desde 1979 hasta 1990. 

(Con información de AP)

— Una guerra controversial

El conflicto bélico conocido como la Guerra de las Malvinas inició el 2 de abril de 1982, día en que la Junta Militar argentina ocupó las islas. Terminó el 14 de junio de ese año, cuando Reino Unido reocupó los archipiélagos, pues había ganado la guerra. Este es uno de los hitos por los que será recordada y para muchos significó la defensa de los intereses británicos. Sin embargo, puesto que la guerra se llevó a cabo en un momento en el que su popularidad estaba muy baja, otros vieron en la guerra el intento por legitimarse que ayudó a su reelección de 1983. La autora de “La doctrina del shock”, Naomi Klein, entiende esta guerra como un ejemplo más de una estrategia que consiste en crear shock o crisis para implantar políticas neoliberales. Según Klein, Thatcher habría emprendido esta guerra con unos fines muy claros: pasó de tener una aceptación del 25 por ciento  a ser una líder aclamada.

— El ‘thatcherismo’ 

Algo que es innegable es que transformó la economía de su país. Lo que genera polémica es si esa transformación fue a mejor o a peor. Estuvo a la vanguardia del neoliberalismo y, por ello, sus seguidores la elogian por lo mismo que la critican los que se oponen a esta corriente política: la privatización de empresas estatales –los que creen que hizo bien consideran que dichas empresas estaban en ruina, pero no los que se oponían–; la casi destrucción de los sindicatos –los que lo vieron con buenos ojos creían que los sindicatos tenían demasiado poder y los que se oponían vieron en ese acto el ataque a una de las formas básicas y legítimas de organización de los trabajadores–; reducción de gasto público e impuestos; aumento de la “flexibilidad laboral”; el fin de la minería, con todos los conflictos que ello implicó; y bajada de la inflación, aunque acompañada de un aumento del desempleo que generó no poco malestar social.

— Amistades peligrosas

El periódico chileno La Tercera recordó ayer la relación de la Dama de Hierro con el dictador chileno Augusto Pinochet. Como señala este diario, Pinochet y Thatcher se consideraban amigos y su principal punto en común eran sus ideas ultraliberales en lo económico. Su relación se hizo notar cuando el ex general fue detenido. Thatcher escribió a Tony Blair pidiendo la liberación de Pinochet y lo apoyó explícitamente en la prensa.

La llegada de Margaret al poder cambió las relaciones entre estos dos países porque en cuanto Pinochet llegó al poder, Inglaterra levantó el bloqueo de la venta de armas a este país.  “Pinochet fue un gran admirador de las políticas de Margaret Thatcher, pero las políticas habían sido aplicadas primero en Chile antes de ser aplicadas por Ronald Reagan en EU y por Margaret Thatcher en Reino Unido,” indicó el ex ministro de Pinochet Miguel Álex Schweitzer ayer. 

— Derribando el muro

Lo que sus partidarios le reconocen es su contribución a derribar el muro de Berlín y el comunismo soviético. En ese sentido se expresó ayer el expresidente español José María Aznar, que dijo que Thatcher “No sólo acabó con la hegemonía socialista en su país, sino también con el ambiente de resignación y el fracaso económico y social. Nunca se resignó a ser mejor gestora de un paradigma ajeno, sino que logró establecer su propio paradigma. Un paradigma de crecimiento y prosperidad basado en la libertad y las reformas”.

Aznar también añadió que otro de sus legados fue el fortalecimiento del vínculo transatlántico, determinante, a su juicio, para la derrota del comunismo tras el fin de la Guerra Fría. 

Además, a pesar de su antieuropeísmo, el expresidente del Partido Popular expresó que “desempeñó un papel exigente pero leal dentro de la Unión Europea”, según declaraciones al diario ABC. 

— ‘Ronnie’

Gregory Katz y Robert Barr, periodistas de la agencia AP, explican con motivo de su fallecimiento que la amistad de Margaret Thatcher con su homólogo estadounidense en esos momentos, Ronald Reagan, al que llamaba “Ronnie”, fue legendaria, hasta el punto de que algunos lo veían como una especie de enamoramiento adolescente. Aún así, señalan que no se retractaba cuando no concordaba con Reagan en asuntos importantes, a pesar de que EU era un socio mucho más rico y poderoso en la llamada “relación especial”. 

El principal punto en común con “Ronnie” era la inquebrantable creencia de que el “mercado libre” permitiría un país mejor que la dependencia de un gran gobierno central.

Otra faceta que compartía con él, según Katz y Barr, era una tendencia a reducir los problemas a su esencia más simple, eligiendo el método para solucionarlos y seguirlo hasta el final.

— El ‘tax poll’ o la estrategia suicida

Una de sus medidas más polémicas fue el “poll tax”, un tributo local que obligaba a todos a contribuir por igual y cuyo impago se castigaba con la negación del derecho al voto, lo que motivó disturbios sociales. Tras esto, presionada por su partido, Thatcher acabó dimitiendo en noviembre de 1990. John Mayor ocupó su lugar como líder tory y primer ministro y en 1992 la ex presidenta salió de la Cámara de los Comunes. 

Una vez convertida en baronesa, fue nombrada miembro de la Cámara de los Lores y, a partir de entonces, se mantuvo alejada de la primera línea, se dedicó a dar conferencias y creó la Fundación Thatcher. 

A principios de este siglo comenzaron sus problemas de salud, sufriendo en 2001 y 2002 varios accidentes cerebrovasculares. En 2008 su familia admitió que tenía demencia senil.

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