El “diálogo” iniciado en octubre del 2016 entre el gobierno de Nicolás Maduro y la oposición venezolana, bajo los auspicios del Vaticano, debía encontrar una resolución el día hoy.
Pero el movimiento de la oposición, Mesa de Unidad Democrática (MUD), anunció que no asistirá a dicho encuentro, acusando al gobierno de Maduro de incumplimiento de sus compromisos.
En su lugar, la MUD convocó a una movilización nacional el próximo 23 de enero para que Nicolás Maduro renuncie a su cargo.
El gobernador de Miranda, Henrique Capriles, reiteró el llamado a la movilización, a fin de que los venezolanos exijan al gobierno central la ejecución de elecciones este 2017.
“El 23 de enero salgamos todos los venezolanos a la calle, debe ser en todo el país, no sólo en Caracas.
“Debemos exigir elecciones, porque hasta hoy no hay ninguna en el calendario. El gobierno no quiere más elecciones en el país. Se roban los procesos electorales, como ocurrió en 2013 (con las elecciones presidenciales) y en 2016 con el Referendo Revocatorio”, dijo el también dirigente de la MUD.
Y aseguró que Maduro no quiere someterse al escrutinio popular.
“La mayoría de los venezolanos quiere votar, utilizar esa arma popular. Pero ellos no quieren más elecciones, por eso los venezolanos debemos movilizarnos y exigirlas. El país debería votar en el transcurso del 2017”.
Por su parte, el secretario ejecutivo de Unidad Democrática, Jesús Chuo Torrealba, dijo en el programa de radio “La Fuerza es la Unión”, que espera que el representante del Papa, monseñor Claudio Maria Celli, enviado a moderar el llamado diálogo nacional, “llegue a Venezuela con la agenda del Vaticano y no con la de Ernesto Samper o Nicolás Maduro”.
Torrealba se refirió a la “expectativa que ha estado alimentando el gobierno” en relación con el diálogo “que ellos mismos torpedearon, que ellos mismos sabotearon, que ellos mismos hicieron colapsar”.
Y ratificó que la coalición no tendrá contacto directo con el gobierno, pese al encuentro previsto para hoy, “mientras Maduro no cumpla con los compromisos referidos a la libertad de los presos políticos, el respeto a la Asamblea Nacional, la atención a las víctimas de la crisis humanitaria y el acuerdo en torno a un calendario electoral”, dijo el dirigente de la oposición.
Las exigencias, según Torrealba, deberán ser ratificadas en una carta y enviadas por medio del cardenal Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano. Y manifestó que “la oposición dará la bienvenida al representante del diálogo que llegue al país a verificar in situ el no cumplimiento de los acuerdos”.
Maduro nombra a su sucesor
Mostrándose optimista con el año nuevo, Nicolás Maduro anunció un cambio en su gabinete y se refirió al año 2017 como “el año de la recuperación y la expansión de la revolución bolivariana en todos los frentes, morales, económicos, políticos e internacionales”.
Luego anunció un aumento del salario mínimo del 50 por ciento, mientras que la inflación rondaba el 500 por ciento. Y a finales del 2016, el PIB experimentó una caída del 10 por ciento.
Pero la sorpresa no fue esa, sino el nombramiento de Tarek El Aissami, de 42 años, a la vicepresidencia de la República. Antiguo diputado, exministro del Interior y gobernador del estado de Aragua. Su llegada al poder supone un fuerte revés para sus enemigos de la oposición.
A casi dos años de la elección presidencial de 2018, su nombramiento es estratégico: este chavista radical podría suceder a Maduro, en caso de que éste tuviera que dimitir antes del final de su mandato.
El Jefe de Estado alabó la “juventud, experiencia, compromiso y valor” de su nuevo segundo, un hijo de inmigrantes sirios.
El Aissami comenzó a militar cuando era un estudiante de derecho en la Universidad de los Andes, en el oeste de Venezuela. Allí conoció a Adán Chávez, hermano del expresidente Hugo Chávez. A los 29 años, el joven abogado fue elegido como diputado. Dos años más tarde, se convirtió en viceministro de Seguridad y después del Interior y de Justicia.
Momentos después de su llegada a la Vicepresidencia, El Aissami tomó su cuenta de Twitter para atacar a la oposición, a quienes calificó como “derecha deplorable, racista y antipopular” y de pasó llamó a la Asamblea “ilegítima”.
Oposición de manos atadas
Con la peor economía del mundo, Venezuela es también uno de los más violentos. El estado de Aragua, que gobernó el nuevo Vicepresidente, es el más peligroso de todos, según cifras del Observatorio Venezolano de la Violencia.
Además, según la oposición, El Aissami está en la mira de la justicia de Estados Unidos, a causa de sus vínculos con el tráfico de drogas y Hezbolá.
Por eso, la elección de este chavista “radical” desató la ira y desconfianza de la oposición, que cuenta con una mayoría en la Asamblea Nacional, y ya convocó a la movilización nacional, como la necesidad de reconsiderar su estrategia.
Pues ahora que la posibilidad de un referéndum revocatorio contra Maduro fue descartada, el gobierno ya se muestra con un hipócrita interés de jugar su carta del “diálogo” con la oposición, o al menos fingir con toda tranquilidad, que quiere conversar.
Ya que la oposición fracasó en el 2016 para conseguir la celebración de un referéndum revocatorio, que le hubiera permitido, en caso de la victoria del Sí, obtener una votación presidencial anticipada. Pero esta opción ya perdió fuerza, pues ahora Maduro puede ser reemplazado por su nuevo vicepresidente.