Este año se cumple el vigésimo aniversario de la creación del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (CTBT) que se abrió a la comunidad internacional para su firma voluntaria.
Para que el Tratado entre en vigor se necesitan 44 Estados obligatorios, pero desde su lanzamiento en 1996, sigue estancado por la falta de voluntad de 8 países que, o no han firmado o aún faltan por ratificar: China, Corea del Norte, Egipto, India, Irán, Israel, Pakistán y Estados Unidos.
Y a pesar de los esfuerzos del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, de pedir a estos ocho países ratificar el Tratado, todo parece indicar que el diplomático surcoreano terminará su mandato tras 10 años, sin avance en el desarme nuclear.
Gran defensor de un “mundo sin armas nucleares”, Ban Ki-moon expresó el pasado 23 de agosto en el Consejo de Seguridad de la ONU que “la agenda de desarme se estancó en varias áreas”, en parte por los continuos ensayos nucleares de Corea del Norte y porque Estados Unidos, uno de los primeros en suscribirse al CTBT, no ha podido ratificarlo por la oposición en el Congreso, y en particular por las trabas del Partido Republicano.
Por su parte, China, al igual que otros países que son imprescindibles en este asunto, dijeron que lo ratificarían después de que lo hiciera Estados Unidos.
Por encima de las sanciones
Corea del Norte no deja de preocupar, y por muchas razones. Por un lado, ha adquirido sus armas nucleares contra viento y marea y se ha convertido en una potencia nuclear.
Por la otra, y aún más preocupante, es que obtuvo ese status extraordinario que sacraliza al régimen muy por encima de las sanciones de la comunidad internacional.
Sin embargo, sigue siendo la imprevisibilidad del líder Kim Jong-un, la mayor fuente de inestabilidad de la actual situación nuclear en la región.
El régimen ha estado lanzando con regularidad misiles balísticos sobre las fronteras de sus vecinos de Corea del Sur y Japón. Y el último lanzamiento, hecho el pasado viernes, provocó un terremoto artificial de 5.3 grados violando una decena de resoluciones de la ONU.
Calificado de “seria amenaza” para la seguridad regional y la paz internacional, la magnitud del terremoto demuestra que se trató de la prueba más poderosa jamás hecha hasta ahora por Corea del Norte, y levemente menor en peligrosidad al bombardeo de Hiroshima.
Falta de voluntad
La cuestión de la disuasión nuclear de Corea del Norte no es la única que ha sido objeto de debate desde hace varios años.
China, de quien las otras potencias esperan que lleve a Pyongyang a la razón, estará en la posición más delicada a este respecto, pues el margen de maniobra de Pekín es limitado.
Por un lado, China intenta evitar que se derrumbe el régimen norcoreano, para evitar una crisis en la región y que el país se incline hacia Estados Unidos.
Y por el otro, esta quinta prueba nuclear afirma el fracaso de la estrategia de Washington y Seúl para frenar la carrera armamentista de Corea del Norte.
El primer ensayo nuclear fue realizado por Estados Unidos en 1945, seguido por la entonces Unión Soviética que realizó su primera prueba nuclear en 1949.
Y a mediados de la década de 1950, tanto Estados Unidos como la Unión Soviética condujeron pruebas de armas termonucleares de alta peligrosidad en la atmósfera.
Esos sucesos provocaron el aumento de la preocupación pública por las pruebas de explosivos, lo que ha conducido a 183 países a firmar el Tratado, que prohíbe las explosiones nucleares con fines civiles o militares, y de ésos, solo 159 lo han ratificado.
Pero para que se aplique, 44 Estados clave –que poseen toda la tecnología nuclear – deben imperativamente firmar y después ratificar.
Pero mientras la firma esté supeditada a la ratificación, ésta no establece el consentimiento a obligar a ningún país.
Aunque sí constituye, no obstante, un medio de autentificar el Tratado y expresa la voluntad del Estado signatario de seguir con el procedimiento para su aplicación.
Aliados de EU contra postura
La administración de Barak Obama está considerando la posibilidad de declarar una política de “no first use” (no realizar el primer ataque) como una de las varias maneras en que Obama desea avanzar con su agenda de la no proliferación de armas nucleares en sus últimos meses en el cargo.
Pero países como Reino Unido o Francia, que también cuentan con armas nucleares, así como los gobiernos de Japón y Corea del Sur, han comunicado sus preocupaciones acerca de una potencial declaración de Barack Obama con respecto a esta política.
Los aliados de Estados Unidos tienen varias razones para oponerse a lo que sería un cambio histórico en la postura nuclear de Estados Unidos.
De acuerdo a The Washington Post, Japón, en particular, cree que si Obama declara una política de “no first use”, la disuasión contra países como Corea del Norte sufrirán, y los riesgos de conflicto en la región aumentarán poniendo en peligro a estos aliados.
Por suparte, Obama hará varios anuncios sobre su política nuclear coincidiendo con su última aparición en la Asamblea General de Naciones Unidas a finales de este mes.