Cuando se trata del clima, es difícil oír algo más aterrador que un “ciclón bomba”.
Se trata de un término climatológico real que se ha aplicado a una enorme tormenta invernal formada en el océano en el litoral sureste de Estados Unidos.
Pero a pesar de sus intensos vientos y algo de nieve, no es tan explosivo como podría indicarlo su nombre.
Los meteorólogos llevan décadas utilizando la palabra “bomba” para ciertas tormentas, con base en una definición estricta, dijo Jason Furtado, profesor de meteorología de la Universidad de Oklahoma.
Después de que apareció el martes en una nota del Washington Post, el término adquirió vida propia en las redes sociales. Lo mismo ocurrió hace cuatro años con “vórtice polar”, otro vocablo que los meteorólogos usan desde hace tiempo pero que hasta entonces era poco conocido entre el público.
“Bombogénesis es el término técnico. Ciclón bomba es una versión abreviada, mejor para las redes sociales”, dijo el meteorólogo Ryan Maue de Weather.US.
“Los impactos reales no serán para nada los de una bomba”, afirmó Maue. “No hay nada que esté explotando o detonando”.
La intensidad de una tormenta se mide por la presión central: a menor presión, mayor fuerza. Se le considera “bombogenética” cuando su presión desciende con rapidez, al menos 24 milibares en 24 horas.
Esta tormenta ha generado nevadas poco comunes en el sureste, y también a lo largo de la Costa Este hasta Maine, todo ello con vientos casi huracanados.
Los ciclones bomba atraen aire de las regiones polares después de que se marchan. En este caso, ello significa la llegada de aire del Ártico sumamente frío debido a la ubicación del vórtice polar, señaló Furtado.
En todo el mundo se producen entre 40 y 50 ciclones bomba al año, pero la mayoría ocurren sobre el océano y nadie se percata, salvo los especialistas en el clima, indicó Maue.
“Usamos el término bomba”, afirmó Furtado. “Sabemos lo que significa, pero creo que se exagera un poco su significado”.