La toma de Caracas
Más de un millón de personas salieron ayer a las calles de Caracas para exigir el proceso de revocación del presidente Nicolás Maduro.
La “Toma de Caracas”, así es como se tituló al evento antichavista de la oposición venezolana para llamar formalmente al referendo revocatorio contra el presidente.
Andrea Montes Renaud
Más de un millón de personas salieron ayer a las calles de Caracas para exigir el proceso de revocación del presidente Nicolás Maduro.
La “Toma de Caracas”, así es como se tituló al evento antichavista de la oposición venezolana para llamar formalmente al referendo revocatorio contra el presidente.
Los manifestantes venidos de otros puntos del país se vieron limitados por la decisión del gobierno de militarizar el acceso a Caracas. Los reclamantes se reunieron en seis puntos distintos de la ciudad desde las primeras horas de la mañana para hacer un recorrido a lo largo de varias rutas.
Aunque La Plaza Venezuela, de donde salió uno de los grupos de la oposición, estuvo totalmente militarizada.
Una decena de periodistas expulsados
Signo de la tensión palpable en Venezuela es la militarización de las calles y el acomodo de policías en puntos estratégicos del país. No obstante, uno de los momentos más evidente de escalada de la tensión en el país fue la expulsión de varios corresponsales que cubrirían el evento de la oposición.
Entre los reporteros que cubrían el evento, 10 fueron expulsados a su llegada al aeropuerto de Maiquetía en la capital. El martes, fue el equipo de CNN y los tres miembros del equipo de Al
Jazeera a quienes se les pidió que retomaran sus vuelos de regreso.
El miércoles fue el turno de Marie Eve Detoeuf, del diario Le Monde, César Moreno, de la colombiana Radio Caracol y John Otis de la estadounidense National Public Radio (NPR) quienes fueron “invitados” a regresar a Colombia. La situación del periodista Kejal Vyas de The Wall Street Journal, que venía con ellos, todavía es incierta, pues contaba con una visa de residencia para Venezuela.
La única explicación que se les dio es que no cumplían con las obligaciones establecidas por los servicios migratorios.
“Como de costumbre, hice mi solicitud de certificación al Departamento de Comunicación por Internet hace unos días”, informó la periodista de Le Monde, Marie Eve Detoeuf.
“Pero cuando dije que venía como periodista, el servicio de migración me sacó de la fila. Nos agruparon y se llevaron nuestros pasaportes. Esperamos durante dos horas y media para ser informados que debíamos volver a Bogotá”.
El martes pasado, el diario El Nacional fue sometido a un ataque de varios hombres enmascarados que arrojaron cocteles molotov y heces contra su sede, dejando letreros acusando a Miguel Henrique
Otero, dueño del diario, de ser un “conspirador contra el pueblo”.
Con hambre no hay razón
Henrique Capriles, el candidato de la oposición, vencido por Nicolás Maduro en 2013 y organizador principal de la “Toma de Caracas”, invitó a todos los venezolanos a participar en el evento a través de su cuenta en Twiter.
Capriles espera que esta marcha presione al poder para organizar el referéndum revocatorio contra Nicolás Maduro para que se lleve a cabo antes de que finalice el año.
El Consejo Nacional Electoral, cuya mayoría de los miembros son chavistas, está haciendo todo lo posible por retrasar este referéndum para el 2017, pues esto permitiría a Nicolás Maduro designar a su vicepresidente Aristóbulo Istúriz en el poder, sin la celebración de una nueva elección.
Henrique Capriles advirtió en una entrevista con la agencia AFP, que si el gobierno persiste en su deseo de bloquear el referéndum, se cumplen las condiciones necesarias “para una explosión social en Venezuela. No queremos, pero no le podemos pedir a los que tienen hambre ser racionales. No estoy diciendo esto para exagerar, sino simplemente expresar mi preocupación”.
Por su parte, los chavistas, con pancartas de apoyo al Presidente, organizaron una contra-manifestación el día antes llamada “La Toma de Venezuela” en la cual acusaron a los miles de manifestantes de querer “gestar un golpe de Estado”.
Diosdado Cabello, expresidente de la Asamblea Nacional, denunció frente a cientos de sus seguidores el intento golpista de la marcha, e hizo declaraciones amenazantes.
“Encontramos a las mismas caras que vimos en el 2002 (año del golpe de Estado contra Hugo Chávez), el mismo odio de la gente. Pero nosotros los aplastamos en 2002 y vamos a aplastarlos el 1 de septiembre de 2016. En esta ocasión los meteremos a la cárcel”.
Además, el miércoles por la noche Maduro anunció que pedirá al Tribunal Supremo de Justicia estudiar “la eliminación de la inmunidad a todos los funcionarios públicos de Venezuela, empezando por la inmunidad parlamentaria, para el mantenimiento de la paz, y la lucha contra toda actividad golpista”.
Y la semana pasada, el gobierno chavista anunció el despido de todos los funcionarios que firmaron las peticiones pidiendo el referéndum.
El atropello de la democracia
“Venezuela está tratando de movilizarse por el derecho al voto (…) haciendo caso omiso de la estrategia del miedo, el chantaje, la intimidación, y tener éxito en la movilización más grande de nuestra historia reciente”, señaló Jesús Torrealba, portavoz de la coalición Mesa de la Unidad Democrática (MUD, oposición centro derecha).
Los venezolanos están cansados de ver su poder adquisitivo erosionado por la hiperinflación y reducido a la nada por la escasez. Fue necesario que la frontera con Colombia se abriera el 13 de agosto, para que cientos de miles de venezolanos pudieran comprar los productos alimenticios básicos, de higiene y medicamentos que no entran al país por la mala gestión y la corrupción.
Y mientras tanto, ¿qué hace el sucesor de Hugo Chávez? Viaja a La Habana con su familia, sus funcionarios, sus medios de comunicación y sus músicos en un avión lleno, para celebrar los 90 años de Fidel Castro. El costo de sus vacaciones familiares fue de 400 mil dólares.
La indecencia y lo grotesco de la situación llevaron a Maduro a vivir, incluso, una crisis de legitimidad entre sus propias filas.
Tensión política
Antes y después de la marcha de ayer, la MUD denunció la “persecución política” que viven sus líderes. Y por el momento la tensión política es muy alta en Venezuela.