Yanisleidys fue deportada desde México a Cuba, amarrada, con cinta canela en la boca, en las manos y una bolsa de plástico en la cabeza, al fondo de un avión, en mayo del año pasado.
Fue el final de un viacrucis que le hizo vivir más de un año en prisiones migratorias mexicanas; en ese tiempo ganó dos amparos en contra de su deportación, que no la eximieron de regresar a la fuerza sin presencia de su abogado.
La madrugada en que agentes del Instituto Nacional de Migración la sacaron con engaños de la estación migratoria de Iztapalapa, les dijo que no era deportable: su permiso de salida de Cuba había vencido hacía varios meses.
La creencia entre los nacidos en la isla gobernada por Fidel y Raúl Castro desde 1959, es que si uno pasaba más de 11 meses en el extranjero y no renovaba su autorización para permanecer fuera de su país, perdía la condición de residente cubano y no podrían regresarlo.
El permiso de salida fue instaurado desde enero de 1959 y eliminado ayer, mediante un decreto publicado en la Gaceta Oficial de la República de Cuba y que será válido a partir de enero del próximo año.
El Ministerio de Relaciones Exteriores, es decir, la cancillería, tenía que autorizar la salida del territorio nacional de todos sus ciudadanos, luego de una revisión en que se certificaba que no existían pendientes legales ni con la seguridad del estado cubana.
Ahora, los cubanos que salgan de la isla no tendrán que solicitar permiso y el gobierno extendió de 11 a 24 meses el tiempo permitido para estar legalmente en el exterior sin renovarlo.
Para conseguir ese permiso de salida, la persona debía acreditar primero que había obtenido una visa del país al que pensaba visitar y pagar los derechos por el equivalente a mil 900 pesos.
Si el motivo del viaje era estudios, diplomacia o trabajo, la acreditación de la visa y el motivo del viaje, además de un pasaporte vigente, bastaban para iniciar el proceso de verificación y obtener lo que es conocido por los cubanos como la “tarjeta blanca”.
En caso de que el viajero saliera como turista, alguien en el país visitado tenía que invitarlo y asumir el costo de la estancia.
Para aprobarlo, el anfitrión debía tramitar ante el consulado cubano una “carta de invitación”, ahora también eliminada, con un costo aproximado de 2 mil 500 pesos, mostrar cómo lo conocía y cuál era el motivo del viaje.
Pagos y fianzas
Hace tres meses, en la embajada cubana en el DF, una isleña dictaba uno por uno a su jardinero los datos de la persona a quien él debía invitar.
A cada oración, él preguntaba nuevamente lo dictado. Ella repetía con paciencia los datos de alguien a quien supuestamente él conocía tanto como para invitar de viaje, con su sueldo de 2 mil pesos mensuales como jardinero.
Una hora antes, en las oficinas de migración, una doctora hacía fila para su tercer intento de traer a su madre a pasar una temporada con ella en la Ciudad de México.
Le había firmado los papeles de invitación una amiga suya, pero como el motivo del viaje era turismo, nada la eximía de pagar los 30 mil pesos de “fianza” que impone México para los turistas que entran desde Cuba.
El permiso de salida, la carta de invitación y la “fianza” encarecían a casi 10 veces un trámite que debía resolverse con un pasaporte válido y una visa, como en el resto del mundo, pero en ese momento ella no tenía opción.
Cuando Yanisleidys salió de La Habana estaba segura de que lo único que debía hacer era “aguantar” escondida o presa en migración hasta que se cumplieran 11 meses de su salida, tiempo supuestamente máximo para que permitieran su regreso.
Contaba los días para que se cumpliera el plazo, siempre con la esperanza de que la dejarían salir de la estación migratoria, pagar una fianza de mil pesos por ingresar ilegalmente a México e irse a New Jersey, en Estados Unidos, donde pensaba vivir.
Su sueño no se cumplió. Fue deportada gracias al Memorándum de Entendimiento firmado entre Cuba y México en 2008 y que determina, entre otras medidas, que Cuba decide si quiere o no de regreso a sus nacionales “deportables” y que Migración tiene facultad para detener a cualquier cubano que llegue a sus oficinas, así sea para preguntar la hora.
Las consecuencias de estas medidas para los cubanos que viajan a México serán un alza en los costos del pasaporte, de la “fianza” y más obstáculos de migración hacia los solicitantes de visa, dijo en entrevista Eduardo Matías López.
El abogado presidente de la Asociación Cívico Cubano Mexicana denunció que además de los filtros de la fianza y las entrevistas a los cubanos en la embajada mexicana en La Habana, se ha registrado recientemente un aumento en las extorsiones contra quienes llegan a aeropuertos mexicanos.
“Cualquiera que vaya al aeropuerto en el horario en que llega un vuelo de Cuba puede verlo.
“Los detienen en un cuarto que llaman ‘la burbuja’, los extorsionan y solo el que paga puede salir, a los demás los regresan”, aseguró.
Son casos como el de Dioelys Navarro, preso en Tlaxcala desde hace cinco meses, quien dos veces ha solicitado asilo a México y le ha sido negado, y el de Delfa Enrique, quien entró a Chiapas desde España y ahora se encuentra recluida, en espera de una deportación.
Las nuevas medidas pueden traer complicaciones, en lugar de alivio, a todas estas personas que ya están en proceso de migración porque tendrán que pagar más por conseguir un pasaporte o buscar la ayuda de un agente migratorio.