Hace algunos años, una mujer fue impactada por un auto.
La víctima del accidente automovilístico resultó ser madre de dos niños y una de las estrellas de atletismo de Atlanta.
Falleció momentos después del accidente a causa de una severa hemorragia interna a causa de los golpes en la cabeza, volviendo las maniobras de resucitación inútiles.
Su muerte resultó trágica, sin embargo, no fue “accidental”. En términos científicos, era explicable.
Una corredora que había competido en 15 maratones y roto muchos récords, no cumplía con medidas de seguridad como usar luces o un chaleco reflejante en la oscuridad de las primeras horas del día.
En la calle donde murió no había señalamientos para que los autos frenaran su paso, combinado con el hecho de que ella apenas era visible.
Los científicos no ven los incidentes viales como “accidentales” ya que este tipo de eventos son susceptibles al entendimiento y prevención.
Planeación urbanística, oficiales capacitados e ingeniería de carreteras intentan explicarse tales incidentes con cuatro preguntas básicas: ¿cuál es el problema? ¿cuáles son sus causas? ¿qué tipo de intervenciones efectivas se han descubierto? ¿podemos instalarlas en nuestra comunidad?
El gobierno federal de Estados Unidos ha invertido miles de millones de dólares para entender lo que causa los accidentes viales mortales.
A través de investigaciones es como se logró reducir de manera significativa las muertes por choques.
Los estudios desde 1970 inspiraron acciones como cinturones de seguridad para niños, bolsas de aire, edad mínima para beber alcohol y cascos para motociclistas.
La Administración Nacional de Seguridad del Tráfico en Carreteras (NHTSA, por sus siglas en inglés), estimó que entre 1975 y 2009, 366 mil vidas se han salvado gracias a estos esfuerzos.
Con este mismo razonamiento científico, Estados Unidos ha hecho un enorme progreso en el entendimiento de prevenir la violencia.
Existe la idea clásica que la violencia generada por un acto de maldad siempre ha existido y seguirá así.
Sin embargo, para mediados del siglo 20, esa sensación de fatalismo desapareció para científicos sociales, físicos y epidemiólogos.
Ahora, el cúmulo de conocimientos e investigaciones han hecho posible entender que un evento como la masacre en Aurora, Colorado, no fue “accidental”, como lo es cuando un huracán o un terremoto arremeten contra la población de un determinado lugar.
Para eventos como estos existen causas que se pueden entender y, sobre todo, prevenir a futuro.
La violencia
Se reconocen también diferentes tipos de violencia, incluidos el abuso a menores, negligencia, ataques sexuales, abuso a personas de la tercera edad, suicidio y violencia económica y políticamente motivada.
Y como los accidentes viales, la violencia existe en un mundo de causa y efecto: las cosas suceden por razones predecibles.
Estudiando las causas de un trágico –pero no accidental– evento, podemos prepararnos para evitar situaciones similares.
Recientemente, algunas observaciones han apreciado que, sin legislaciones, se redujo la cantidad de víctimas mortales por armas de fuego, situación que no es del todo cierta.
Estudios disponibles demuestran otros elementos efectivos: candados contra niños, dispositivos seguros para guardar armas y otras medidas que han salvado vidas.
Pero es vital entender que en Estados Unidos se gasta más investigando y previniendo muertes por accidentes viales que evitando la violencia con armas.
Lo anterior a pesar de que el número de víctimas fatales por armas (31 mil en 2009, la estadística disponible más reciente) se aproxima bastante a los fallecidos en percances automovilísticos (32 mil en 2010).
De 1986 a 1996, el Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) patrocinó una investigación acerca de las causas fundamentales de la violencia con armas.
Según el estudio del Journal de Medicina de Nueva Inglaterra, las personas que guardan armas, a pesar de sus esperanzas, no ganan protección.
En lugar de eso, residentes con posesión de armamento en sus hogares enfrentan 2.7 por ciento más de riesgo de cometer homicidio y 4.8 de suicidio.
La Asociación Nacional del Rifle de Estados Unidos (NRA, por sus siglas en inglés) se empeñó en bloquear esta información y bloquear una futura destinación de fondos para investigaciones que tuvieran que ver con descubrir las causas de los incidentes con armas.
Representantes de la NRA en el Congreso, presentaron una propuesta de ley para remover 2 millones 600 mil dólares del presupuesto del CDC, cantidad que el Centro había destinado a la investigación de la violencia con armas un año antes.
Desde que dicha legislación pasó en 1996, Estados Unidos ha gastado cerca de 240 millones de dólares por año en estudios de seguridad del tráfico, pero así con los estudios acerca de las víctimas de fusiles.
Como consecuencia, los científicos norteamericanos no pueden contestar una pregunta básica: ¿qué funciona realmente para prevenir las muertes con armas de fuego?
El debate en cuestión
No podemos asegurar que si más ciudadanos portaran armas decrecerían o se incrementarían las muertes por disparos.
O si el registro y licencia de éstas harían a los residentes de una ciudad más seguros o los expondríamos a un mayor peligro.
No sabemos si prohibiendo las armas de asalto o los cartuchos de alta capacidad o limitando el acceso a munición, se hubieran salvado vidas en Aurora o hubiera vuelto más peligroso ir al cine donde sucedió el atentado.
No sabemos qué tan efectivo sea el restringir el acceso a los fusiles para aquellos que tengan problemas mentales.
Lo que sí sabemos es que las armas seguirán causando daño y cobrando vidas en casas, escuelas, en el trabajo e incluso en los cines hasta que no se contesten este tipo de preguntas.
“Violencia como ésta, hecha con tal maldad, no tiene sentido”, dijo el presidente Barack Obama después del atentado.
Lo que no tiene sentido es reducir estos decesos a simples accidentes, cuando existen las herramientas para entender las causas y prevenir los efectos mortales.
Hace 16 años, los autores de esta nota estuvieron en el lado opuesto de la batalla.
Ahora se mantienen en un mutuo acuerdo de que la investigación científica debe conducir a prevenir más víctimas por armas de fuego sin tener injerencia en el derecho legítimo de portación de fusiles.
El mismo enfoque científicos que ha salvado millones de vidas de accidentes viales, cáncer, SIDA y consumo de tabaco, puede hacerlo con la violencia con armas de fuego.
La mayoría de los políticos temen hablar de rifles tanto como tener que confrontar uno, pero este miedo sí es un sinsentido.
Es nuestra obligación aprender más para salvar vidas.
Es como contestar a la pregunta: ¿cuándo es el mejor momento para plantar un árbol? El mejor momento pudo haber sido 20 años atrás, el segundo mejor momento es ahora.
(Dickey fue miembro de por vida de la NRA y representante republicano de Arkansas en el Congreso, de 1993 a 2000. Rosenberg fue director del CDC de 1994 a 1999).