A medida que cae la noche sobre París, miles de personas van llegando a la histórica explanada de la Plaza de la República.
Sentados frente a un panel que dice “Asamblea General” se forma un círculo con varios cientos de personas turnándose el micrófono para hablar, y miles de personas detrás escuchando.
Desde el 31 de marzo estas miles de personas ocupan la plaza más importante de París para denunciar todo tipo de malestares. Cualquier tema que les plazca, desde la evasión de impuestos o la desigualdad entre los barrios, hasta la crisis de los refugiados o la ineficacia de las políticas sociales adoptadas por el gobierno en turno.
Cada noche, el debate continúa hasta las primeras horas de la mañana. Un puñado de manifestantes, incluso, instalan sus tiendas de campaña para ocupar la plaza desde la noche anterior, antes de ser desalojados por la policía al amanecer.
Desde hace más de una semana, esta vasta masa de noctámbulos está formada de estudiantes, trabajadores, familias con sus bebés, de artistas y pensionistas, y ya se extendieron a través de toda Francia, en número e importancia, y están empezando a poner muy nervioso al gobierno.
Llamados Nuit Debout, o Noche de Pie, este es un movimiento de protesta que cada día se asemeja más a la iniciativa Occupy que en su momento movilizó a cientos de miles de personas, o a los Indignados de España.
A través de conceptos como la ruptura, la revolución y el progreso, Francia es conocida por su larga tradición de movimientos de protesta juvenil. Desde Mayo del 68, hasta la histórica marcha de Charlie Hebdo, ahora Nuit Debout –que ya está presente en ciudades como Toulouse, Lyon, Nantes, y algunas ciudades en Bruselas–, es vista como un nuevo fenómeno.
Génesis de un movimiento
Comenzó el 31 de marzo con un plantón nocturno en París. Después de las últimas manifestaciones de estudiantes y sindicatos inconformes con la denominada ley de trabajo El Khomri. La idea surgió entre activistas vinculados a una revista de izquierda llamada Fakir! y el equipo detrás del exitoso documental Merci Patron! –un documental que critica las prácticas empresariales del hombre más rico de Francia, el multimillonario Bernard Arnault.
Pero el movimiento ya ganó impulso propio y no sólo por tener de su lado a los sindicatos de trabajadores. Su éxito reside en que hace frente a una gama muy amplia de quejas, incluyendo el estado de emergencia y la constante represión de marchas que se viven en París después de los ataques terroristas de noviembre.
El proyecto de reforma laboral fue la gota final del malestar social. Los coros de protesta se escuchaba entre la multitud de jóvenes que cantaban en contra del gobierno socialista de François Hollande.
“Hay un paralelismo con los movimientos de Occupy y los Indignados. La idea es que todos los que nos reunimos aquí cada noche hablemos. La gente está realmente enferma y harta, y esta sensación ha ido creciendo desde hace años. Me deprime ver que Hollande se haya dado por vencido con los proyectos que nos prometió. Y en lo personal, es este estado de emergencia, las nuevas leyes de vigilancia, los cambios en el sistema de justicia y la falta de seguridad la que personalmente me tiene muy mal”, protestó una indignada en la marcha del viernes 8 de abril.
La Noche de Pie empieza a las 6 de la tarde cuando da inicio la Asamblea General y la multitud discute entorno a diferentes ideas. Cientos de manifestantes comunican su acuerdo o desacuerdo a través de gestos manuales.
La intensidad del debate sobre las ideas y la importancia de la opinión pública como un vehículo para la difusión de estas ideas, ha dado pie a la creación de varios comités que, incluso, debaten entorno a una nueva constitución. Pero también se proyectan documentales y películas en la plaza y se han organizado exposiciones y conciertos.
Pero las discusiones principales se centran en los temas sociales, el trabajo y maneras más efectivas de ocupar la plaza con estructuras permanentes en las noches.
Se ven pizarras con las listas de los temas a debatir y las actividades de la tarde – debates desde economía, hasta cursos para capacitar a los manifestantes a protestar a través de las redes sociales.
“Sin odio, sin armas, sin violencia,” es el slogan del movimiento.
Entre el ambiente de la “ocupación” de la plaza se ve con regularidad a manifestantes ayudar a otros en la elaboración de sus protestas.
De un lado se veían pancartas con burlas por los Panama Papers en donde se leían los nombres de los empresarios y políticos implicados, como Marine Le Pen y su padre, Jean-Marie Le Pen, fundador del partido de ultraderecha, o la denuncia de la violencia contra los refugiados al norte del país.
Sin colores
No se ven pancartas ni banderas de afiliación a grupos específicos que decoren la protesta de la plaza, algo que resulta ser muy inusual en este país.
Y más bien, el grito de los miles de jóvenes, desempleados, trabajadores, padres de familia, sindicatos parece estar unificado por el sentimiento de una sociedad que se siente rota y gobernada por políticos en los que ya no creen.
Por eso, desde hace semanas esta plaza se ha convertido en un lugar peligroso para el gobierno, pues por aquí ya circulan las ilusiones y los escenarios que hacen a la juventud imaginar lo que podrían llegar a hacer.
Y si bien, muchos medios como Le Figaro (de centro derecha), se muestran escépticos y creen que el movimiento fue gestado por la burguesía y para la burguesía. Si algo es cierto, es que ya se dio entrada a un espacio de diálogo que no se veía hacía años en Francia, y que muchos en Europa ya echaban de menos.