Prueba de virginidad, una práctica violenta
El examen para comprobar que las mujeres no han tenido coito vaginal sigue vigente en más de 20 países. Este procedimiento viola los derechos de jóvenes y niñas, así como códigos éticos de medicina
Mariana RecamierImagina tener que desnudarte frente a desconocidos, que te revisen la entrepierna e incluso introduzcan un par de dedos en ti y luego decidan tu destino con una frase. Las mujeres pasan hoy por ese procedimiento en más de 20 países, de acuerdo con el informe Eliminating Virginity Testing: An Interagency Statement de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La revisión es para comprobar la virginidad de niñas y jóvenes antes de casarse, durante procesos jurídicos por violación o para ser aceptadas en empleos. El examen de virginidad que también es conocido como prueba de dos dedos es una inspección de los genitales para determinar si una mujer o niña tuvo coito vaginal.
La práctica suele consistir en una revisión visual del himen, una membrana delgada que rodea la apertura vaginal externa, para detectar rasgaduras o en la inserción de dedos.
Ambas técnicas se realizan con la creencia de que el aspecto de esta parte del cuerpo puede revelar los antecedentes de actividad sexual de la mujer o niña. No obstante, la OMS afirma que no hay pruebas de que ninguno de los dos métodos garantiza que alguien ha tenido o no relaciones sexuales vaginales.
Al contrario, el organismo internacional establece en su informe que las pruebas de virginidad no son científicas ni fidedignas, violan los derechos humanos de la mujer y provocan problemas de salud a corto y largo plazo.
“Una de las señales de que una mujer perdió la virginidad sí es la perforación del himen, sin embargo, a veces no se rompe en la primera relación sexual y no provoca un sangrado porque está hecho de músculo y un tejido elástico”, explica la ginecóloga Rosa Muñoz Velazco.
La especialista agrega que hay casos documentados sobre niñas que se rompen el himen con juegos bruscos o bebés que nacen con varios orificios pequeños en esa parte de su cuerpo porque es su anatomía normal.
De acuerdo con las tradiciones de los diferentes países, las mujeres y las niñas son sometidas a las pruebas de virginidad, a menudo forzosamente, por varias razones. A veces a petición de los padres o de posibles pretendientes para determinar si son aptas para el matrimonio o de empleadores para saber si conviene contratarlas.
Los exámenes son realizados por médicos, policías o líderes políticos o religiosos de la comunidad para evaluar lo que consideran la virtud, honor o valor social de las mujeres.
Además, en algunas regiones es frecuente que los profesionales de la salud realicen pruebas de virginidad a las víctimas de violación con el objetivo de determinar si se cometió o no el delito.
El reporte de la OMS revela que las pruebas de virginidad se practican en países de varias regiones del mundo. La mayoría de naciones se encuentran en Asia y Medio Oriente, algunas pertenecen a África y también hay en Europa y América del Norte.
El informe muestra que el examen se realiza en veinte países: Afganistán, Brasil, Egipto, India, Indonesia, Irán, Irak, Jamaica, Jordania, Libia, Malawi, Marruecos, los territorios ocupados de Palestina, Sudáfrica, Sri Lanka, Swazilandia, Turquía, Reino Unido y Zimbabue.
Práctica que viola derechos
La palabra virginidad no es un término médico ni científico, sino un concepto social, cultural y religioso que refleja la discriminación de género contra las mujeres y las niñas, según el documento de la OMS.
“La expectativa social de que las niñas y las mujeres deben seguir siendo vírgenes, es decir, no haber tenido relaciones sexuales se basa en el estereotipo de que la sexualidad femenina debe reducirse al matrimonio. Esta noción es perjudicial para las mujeres y las niñas a nivel mundial”, considera el organismo internacional.
De acuerdo con la investigación de la OMS, el examen de virginidad puede ser doloroso, humillante y traumático. En muchas mujeres esta práctica tiene consecuencias negativas físicas, psicológicas y sociales a corto y largo plazo, tales como ansiedad, depresión y estrés postraumático. En casos extremos, las mujeres o las niñas pueden intentar suicidarse.
Las repercusiones también son a nivel social cuando el resultado de la prueba es negativo. Las mujeres y las niñas pueden ser excluidas, estigmatizadas, encarceladas e incluso asesinadas en nombre del “honor”.
En casos de violación, la prueba de virginidad puede causar un dolor adicional y reproducir el acto original, con la consiguiente reproducción del trauma y la revictimización.
El procedimiento también viola varias normas éticas dentro de la medicina, en particular el principio fundamental de “no causar daño”.
Para erradicar la prueba
Ante la continuidad de las pruebas de virginidad, la OMS con el apoyo de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU y de ONU Mujeres, emprendió el pasado 17 de octubre una campaña para luchar contra esta práctica después de exigir hace cuatro años su eliminación.
Como parte de la campaña, el organismo internacional exige que los profesionales de la salud y sus asociaciones sean conscientes de que las pruebas de virginidad no tienen mérito científico y no pueden determinar si ha habido o no penetración vaginal. También piden a los médicos que deben conocer sus consecuencias para la salud y los derechos humanos y nunca deben llevarlas a cabo ni apoyar su realización.
El organismo internacional también solicita a los gobiernos que promulguen y hagan cumplir leyes que prohíban las pruebas de virginidad.
El procedimiento que se hace en más de 20 países fue denunciado en otras ocasiones. Más de 30 médicos forenses independientes provenientes de 18 países firmaron una declaración inédita en 2015 en la que condenaron la práctica.
Colectivos en diferentes países también hacen un esfuerzo por erradicar las pruebas de virginidad. Jóvenes de Maharastra, India, crearon un grupo de WhatsApp al que llamaron Stop the V-ritual [Parar el ritual V (por virginidad)]. Medio centenar de personas se unieron al grupo y otras redes sociales para organizar actividades en contra de las pruebas.
Aunque la práctica que violenta a las mujeres sigue vigente en más de 20 países, algunas jóvenes ya se organizan para derribar todas las costumbres que violan sus derechos.