Rusia es uno de los principales proveedores de armas del presidente de Siria, Bashar al Assad.
Con ellas, el Ejército de Al Assad disparó contra rebeldes, manifestantes inocentes y extremistas islámicos que buscan derrocar su régimen dentro de la guerra civil que se vive en ese país.
Sin embargo, los últimos días, el gobierno de Vladimir Putin ha ondeado con fuerza la bandera blanca. Una estrategia necesaria para mantener lejos a Estados Unidos de esta situación.
Con unos pocos días de diplomacia sorpresiva, Putin revivió los recuerdos de una época que muchos consideraban desaparecida, cuando Washington y Moscú luchaban por la influencia mientras los demás países se limitaban a observar.
Ayer, el mandatario y exagente de la KGB –antigua agencia de seguridad soviética– envió una carta al diario estadounidense The New York Times, en la cual externó su postura en el conflicto de Medio Oriente.
Recomendó a EU a abandonar sus aspiraciones bélicas en Siria ya que esto “resultará en más víctimas inocentes y, potencialmente, el esparcimiento de la guerra fuera de las fronteras sirias”.
Independientemente de lo que suceda con su propuesta de que el régimen de Al Assad entregue su arsenal químico, Rusia, al menos por ahora, ha resurgido como un participante clave en el Medio Oriente.
Ha tomado el papel de mediador entre las países occidentales y Siria, con la intención de evitar una posible injerencia extranjera.
Además, Rusia no abandona a sus aliados.
Lo cual resulta importante en una región donde el repentino abandono de Estados Unidos del derrocado líder egipcio Hosni Mubarak hace dos años fue un momento crucial que hizo que muchos autócratas prestaran atención a la a veces efímera naturaleza del apoyo estadounidense.
En contraste, Putin ha enfrentado todo tipo de presiones al mantenerse junto a su aliado sirio, alegando en público que no hay suficientes pruebas de que Damasco usó armas químicas el 21 de agosto, e incluso dejó entrever la posibilidad de que de alguna manera ayudaría a Al Assad en caso de una acción militar.
Pero las complicaciones bien pueden descarrilar un posible desarme químico de Siria. Ante la falta de confianza, la verificación será un tema que pudiera prolongarse mucho, y algunos dudan de que Siria sea completamente transparente al respecto.
La seguridad de los inspectores también puede ser un problema, puesto que se cree que el arsenal químico sirio está diseminado en todo un país imprevisible y que es escenario de una violenta zona de guerra.
Pero algo impresionante ha sucedido ya: la interrupción, de manera temporal, de lo que parecía una marcha segura hacia una ofensiva militar estadounidense que la opinión pública nacional y mundial rechaza y que pudiera haber infringido las leyes internacionales.
Incluso el gobierno del presidente Barack Obama pareció incómodo ante el confuso escenario en que algunos funcionarios alegaron que un ataque era esencial, pero también explicaron que no debía alterar el curso de la guerra civil siria, lo que relevó el escaso deseo de escoger entre un dictador desacreditado y un movimiento rebelde cada vez más dominado por elementos jihadistas que odian a Occidente.
El hecho de que la marcha atrás, para salvar la honra, pudiera haber sido orquestada por Kremlin, agrega un elemento de ironía a algo que es, por lo menos, una victoria táctica en la diplomacia estratégica global.
Un líder ruso considerado un hombre práctico y de corazón duro, que actúa según sus intereses y ocasionalmente es brutal, pudiera encontrar nuevas asociaciones con soluciones pacíficas y una gran destreza en materia de realismo político.
Putin fue el anfitrión de la cumbre del G-20 la semana pasada, reunión que puso a prueba las relaciones entre Moscú y Washington y donde se dispararon las tensiones sobre asuntos de relaciones internacionales.
Sin embargo, antes de comenzar la cita, Putin ofreció una evaluación optimista de su relación con Obama.
“Trabajamos juntos, discutimos sobre algunos temas.
“A veces alguno de los dos se molesta. Pero me gustaría repetir una vez más que los intereses globales mutuos son una buena base para encontrar soluciones conjuntas a nuestros problemas”, dijo Putin en una entrevista con The Associated Press.
La propuesta rusa sobre Siria sería un regreso para un país que quedó eclipsado gradualmente en la región después de la guerra en el Medio Oriente en 1973, cuando el entonces presidente egipcio Anwar el Sadat expulsó a los asesores rusos e hizo la paz con Israel, para entonces sellar una alianza estratégica con Washington.
¿Por qué a Putin le interesa Siria?
Rusia tiene intereses tanto políticos como estratégicos en la región. Moscú ha tratado desde hace mucho de colocarse como una fuerza en la solución de la disputa entre Israel y los palestinos, y ha pedido, repetida e infructuosamente, una conferencia de paz sobre el Medio Oriente.
También tiene un fuerte interés en solucionar el conflicto sobre el programa nuclear de Irán, un tema complejo: aunque Rusia aparentemente opina que el programa atómico de Irán sería una fuerza desestabilizadora en la región, también le interesa participar en más transacciones en materia atómica con ese país.
Georgui Mirsky, el principal experto en el Medio Oriente del Instituto Mundial de Economía y Relaciones Internacionales, dijo que la iniciativa sobre las armas químicas en Siria “puede considerarse casi el único paso realmente inteligente y útil de la diplomacia rusa” en la guerra.
Algunos dicen que Putin sencillamente aprovechó la oportunidad que ofrecían unas circunstancias ideales que serían difíciles de repetir: Rusia es el principal aliado de Al Assad, además de Irán, lo que ofrece influencia al presidente ruso; y Moscú tiene una base naval en el puerto sirio de Tartús, un posible centro de almacenamiento de armas químicas.
Siria también tiene razones para mostrarse flexible: Assad no tiene una opción justificada para usar armas químicas en el futuro cercano.
Y al ceder su control –o participar en un proceso prolongado dirigido a conseguir este fin– pudiera conseguir la oportunidad de salvar el pellejo.
Al menos durante esta semana, una generación que no conoció la Crisis de Octubre en Cuba, o el Muro de Berlín, observó a la Casa Blanca y al Kremlin, como en los viejos tiempos, trazar una línea en la arena. (Con información de AP)
…Y la CIA ya envió armas a los rebeldes
La Agencia Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés) ha iniciado el envío de armas a los rebeldes en Siria.
La diligencia termina con meses de retraso de “ayuda letal” que fue prometida por la administración de Barack Obama, de acuerdo a oficiales norteamericanos.
La revelación la dio el diario estadounidense The Washington Post, en la cual detalla que el abastecimiento lleva ya dos semanas, el cual consta de vehículos, equipo médico y de comunicaciones. El arsenal está limitado a armas ligeras y municiones que pueden ser rastreadas, especificó el Post. Con ello, autoridades de EU esperan que se refuerce el peso de la oposición en la guerra.