Vladimir Putin sigue decidido a conquistar el mundo. Mientras las relaciones entre Crimea y Ucrania se tensan, el presidente ruso continúa significando una amenaza, no solo para su país vecino sino para toda Europa.
La única que lo ha mantenido al margen, hasta ahora, es Alemania. Esto porque la canciller Angela Merkel y el jefe de Estado ruso tienen mucho en común.
“Son influyentes. Tienen poder de permanencia. Son ampliamente populares entre los sectores de su electorado”, aseveró Time el pasado 10 de marzo.
Y lo que marca la diferencia entre Merkel y el resto de los líderes del mundo es que ella está consciente del poder de Putin.
Pero es probable que ni la canciller pueda salvarlo. A pesar de que Alemania ha tratado de afincar que el G8 debe ser un foro para la discusión y toma de decisiones, Estados Unidos (EU) quiere expulsar a Rusia del grupo.
Y aunque la medida fue rechazada por el ministro de Relaciones Exteriores de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, las autoridades del país creen que la batalla está perdida.
“Merkel cree que el G8 no puede sobrevivir a la crisis”, agregó la revista neoyorquina.
Asimismo, las siete potencias económicas que componen el G7 prometieron a Moscú que de no detener los esfuerzos por cambiar el estatus de Crimea, tomarían represalias.
A conquistar el mundo
“La invasión y ocupación rusa en algunas partes de Ucrania es el ejemplo más reciente del comportamiento disruptivo de Rusia”, afirmó Robert Menendez, representante demócrata de Nueva Jersey en el Senado estadounidense.
Y así como muchos lo condenan por sus tendencias de conquista, otros lo defienden y afirman que todo lo hace por la seguridad de Rusia.
Lo cierto es que el presidente del Kremlin tiene al mundo atento a sus acciones.
“Putin calculó mal al iniciar un juego de la ruleta rusa con la comunidad internacional, pero nos negamos a parpadear, y jamás aceptaremos esta violación del derecho internacional”, añadió el representante de la Cámara en The Washington Post el pasado 11 de marzo.