La incertidumbre que ha traído consigo el regreso de los talibanes a Afganistán y la retirada de las tropas estadounidenses de ese país, apunta a un posible control de China o Rusia sobre la población afgana para impulsar su economía y dar certeza política, en ese panorama las minorías musulmanas como los uigures vuelven a atraer los reflectores, luego de que en 2019 Estados Unidos acusó de genocidio al Gobierno encabezado por Xi Jinping contra los uigures.
Asentados en las regiones del noroeste de China, en Kazajistán, Kirguistán, Uzbekistán y Sinkiang, la etnia uigur, de orígenes turcos, ha habitado la región de Asia Central desde el año 2000 antes de nuestra era, y su territorio ha sido ocupado a lo largo de la historia por mongoles, chinos, tibetanos, y la antigua Unión Soviética, pero es considerada una de las tribus procedentes del panturquismo que llegó a dominar la región en la era antigua.
Tienen su propio idioma, perteneciente al grupo túrquico de las lenguas altaicas, y genéticamente son una raza mixta de caucásicos con asiáticos, pero la mayoría de ellos son creyentes del Islam debido a su expansión durante el siglo VIII.
A diferencia de otras naciones de etnias turcas que alcanzaron la independencia tras la caída de la Unión Soviética, como Azerbaiyán, Kirguistán y Turkmenistán, los uigures han proclamado de forma fallida su propia nación (Turkestán Oriental) en dos ocasiones: de 1933 a 1934 y de 1944 a 1946.
No obstante, tanto en la Unión Soviética como China, anularon las intenciones independistas por intereses de expansión y ganaron guerras frente a los uigures. Por lo que la región de Xinjiang quedó a manos de los chinos.
Durante la Revolución Cultural (1966-1976), la etnia retomó su interés de independencia, pero las fuerzas chinas no lo permitieron y cerca de 60 mil personas terminaron como refugiados en la Unión Soviética.
Durante las siguientes décadas, el Gobierno chino mantuvo represión en Xinjiang para evitar el resurgimiento del nacionalismo uigur.
Denuncias de genocidio contra los uigures
La Convención sobre el Genocidio aparece en el artículo II de la Resolución 260 de las Naciones Unidas. Establece que se trata de una serie de actos que se cometen con la intención de “destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso”.
Dicha definición fue aprobada por la Asamblea General de la ONU en diciembre de 1948 y fue firmada por 152 países.
En marzo de 2021 se publicó un informe independiente redactado por más de 50 expertos de todo el mundo que dice que China ha violado los cinco actos que componen la declaración de genocidio de la ONU. “El Gobierno chino asume la responsabilidad estatal de un genocidio en curso contra los uigures”, sintetiza el informe de 55 páginas con el sello del Newlines Institute for Strategy and Policy, con sede en Washington.
El reporte se centra en lo que ocurre en Xinjiang con la minoría musulmana uigur. Campos de internamiento, torturas, trabajo forzado, esterilización forzada, niños separados de sus familias, destrucción de mezquitas.
Conclusiones que se basan en miles de testimonios de testigos exiliados uigures y en documentos oficiales del Gobierno chino que fueron filtrados a medios de comunicación. “Hay una evidencia abrumadora para apoyar la alegación de genocidio”, asegura uno de los coautores del informe, Azeem Ibrahim, asesor político en varias organizaciones internacionales.
El informe afirma que dos millones de uigures y otras minorías musulmanas han sido “colocados en una red extensa de centros de detención en toda la región”, donde los exdetenidos alegan que fueron sometidos a “adoctrinamiento y abusos sexuales, sentencias de muerte selectivas, tortura sistémica, separación familiar, transferencia masiva de mano de obra y traslado de niños uigur a orfanatos e internados estatales”.