La forma en que seis exprisioneros de la cárcel de Guantánamo deben integrarse a la sociedad uruguaya ha desatado una intensa polémica de la que participan el Gobierno, la oposición y los propios refugiados.
“Sentimos que salimos de una prisión y entramos en otra. Está limitado lo que podemos hacer. El pueblo uruguayo mostró un gran corazón al recibirnos, pero recibir no es suficiente. Hay que tener un plan que ayude a construir un futuro”, dijo en una entrevista televisiva uno de los refugiados que llegó en diciembre pasado, el sirio Abu Wa’el Dhiab.
Dhiab dijo que los reclusos liberados requieren que los gobiernos que los reciben tengan en cuenta que necesitan “a su familia, una casa en la que estar, un trabajo y algún ingreso”.
El viernes pasado, el presidente José Mujica visitó la casa donde residen cinco de los seis refugiados y les pidió que comiencen a trabajar, según relataron a la prensa testigos la reunión. Ese mismo día, el mandatario afirmó que los refugiados no eran como sus ancestros, inmigrantes que “se prendían en lo que fuere”.
Por su parte, representantes de la central sindical PIT-CNT, encargada de asistir a los refugiados, aseguran que han recibido numerosas ofertas de trabajo para ellos pero que estos no han aceptado ninguna.
Mientras tanto, el senador opositor Ope Pasquet, escribió en la misma red social que es “prematuro” pretender que los refugiados ya estén trabajando luego de haber pasado presos “más de diez años en condiciones espantosas” y haber padecido un “terrible” daño psicológico. (Fuente: AP)
