Dejando a un lado el “apagón” del Gobierno Federal, el “Obamacare” y los reproches de diversos mandatarios por presunto espionaje, Barack Obama dio la cara ayer por 11 millones de inmigrantes que anhelan una legislación que les permita regularizar su residencia en Estados Unidos.
En un discurso en la Casa Blanca, el presidente de EU defendió la reforma, invitando a los legisladores a ignorar las diferencias políticas y reconocer los beneficios económicos que esta traería para el país. Instó a los republicanos a no “enterrarla bajo la alfombra”, pues prolongar la decisión no la hará más sencilla.
“No es muy inteligente atraer a las mentes más brillantes del mundo para que estudien aquí y luego dejar que se vayan a crear empresas y puestos de trabajo en otros países”, dijo Obama.
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, si se concreta la reforma, el crecimiento del PIB será de 5.4 por ciento para el 2033.