Los avances para establecer la paz entre Corea del Norte y Estados Unidos podrían desmoronarse. A pesar de contar con un convenio, el cual firmaron el pasado 12 de junio en Singapur, funcionarios norcoreanos advirtieron sobre una nula desnuclearización de su parte, una de las condiciones que se estableció en aquel tratado.
En el acuerdo que firmaron Trump y Kim, Corea del Norte manifestó su compromiso con la completa desnuclearización de la península. A cambio, Estados Unidos prometió otorgar garantías de seguridad al país asiático.
El pasado 24 de agosto el presidente estadounidense aseguró en Twitter que esperaba ver pronto a su homólogo norcoreano, días después advirtió que su secretario de Estado, Mike Pompeo, no iría a Pyongyang porque sentía que las relaciones bilaterales no estaban progresando lo suficiente con respecto a la desnuclearización.
El día de ayer Pompeo confirmó la cancelación de viaje tras recibir una carta del militar Kim Yong chol. El contenido del escrito aún no se ha dado a conocer, pero según el diario The Washington Post, era lo suficientemente adversaria como para posponer un encuentro próximo entre funcionarios norcoreanos y estadounidenses.
El poder de Norcorea
Antes de la cumbre entre Kim y Trump, pocos analistas creían que Pyongyang estuviera verdaderamente dispuesto a renunciar de manera “completa, irreversible y verificable”, como le demandaba Washington, a su programa nuclear al que le habían dedicado décadas, recursos económicos e innumerables sacrificios de su población.
Según los cálculos de Corea del Sur, su vecino del norte destina el 25 por ciento de su presupuesto, o unos 10 mil millones de dólares anuales, al gasto militar, incluyendo armamento.
De acuerdo con los servicios de inteligencia de Estados Unidos, Corea del Norte puede tener cerca de 60 bombas nucleares en su territorio.
Estas armas tienen un poder de destrucción entre 10 y 25 kilotones, el equivalente a las bombas atómicas que destruyeron Huroshima y Nagasaki en 1945.