Sadiq Khan: el alcalde musulmán en Londres
“Mi nombre es Sadiq Khan y soy el alcalde de Londres.”
Al elegir estas palabras para abrir su discurso de investidura el sábado 7 de mayo, el nuevo edil laborista de la capital británica marcó el carácter histórico de su victoria.
Algunos verán en esas palabras el orgullo del hijo de un conductor de autobús y una madre costurera, originarios de Pakistán
“Mi nombre es Sadiq Khan y soy el alcalde de Londres.”
Al elegir estas palabras para abrir su discurso de investidura el sábado 7 de mayo, el nuevo edil laborista de la capital británica marcó el carácter histórico de su victoria.
Algunos verán en esas palabras el orgullo del hijo de un conductor de autobús y una madre costurera, originarios de Pakistán
Otros prefieren ver una manera discreta de afirmar su identidad musulmana, ya que es este el rasgo que más llama la atención a la mayoría de los medios de comunicación del mundo, y en donde han puesto todo el énfasis desde el anuncio de su elección.
El propio Sadiq Khan asume su fe. Pero no la considera más que uno de los muchos componentes de su identidad: “Soy londinense, europeo, británico, inglés, musulmán, asiático, con herencia de Pakistán, soy padre y marido”.
En plena campaña para el referéndum del 23 de junio sobre la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea –que, justamente, lleva como estandarte el rechazo al inmigrante y ha hecho de los musulmanes el enemigo público número uno de Gran Bretaña– la elección para la alcaldía de un hijo de inmigrantes, que además se asume musulmán, es sin duda notable.
Un elección que, además, queda expresada con un 56.8 por ciento de los votos, que se lograron al final de una campaña muy dura, racista y en ocasiones cruel, durante la cual el oponente conservador, Zac Goldsmith, no dudó dos veces en atacarlo por su fe.
Campaña sucia
Mientras que la victoria de Sadiq Khan se asienta cada día más, la atención pública está volteando a lo que fue la campaña de Zac Goldsmith y su agresivo enfoque sobre el Islam.
Un artículo de opinión de The Guardian, que se publicó bajo el título “¿Perdonar y olvidar la campaña racista de Zac Goldsmith? Ni de broma”, ya se ha compartido unas 25 mil veces.
La contienda por la alcaldía confrontó a dos candidatos totalmente opuestos para sustituir al euroescéptico conservador Boris Johnson.
Por un lado, el laborista Sadiq Khan, hijo de inmigrantes musulmanes, y por el otro, el conservador Zac Goldsmith, hijo de multimillonarios.
Ambos se oponen radicalmente el uno del otro. Pero ambos se enfrentarían a la misma crisis: la vivienda y el transporte público, que son los temas que más preocupan a los londinenses.
Arma contra el extremismo
“La elección de Sadiq Kahn como alcalde de Londres, va a ser la peor pesadilla para los terroristas. La imagen de una religión abierta y perfectamente integrada con la cultura y estilo de vida europeo, es la mejor arma contra el extremismo islámico”. Así publicaba una editorial del 3 de mayo de The Guardian, en un articulo de opinión cuatro días antes de las elecciones.
Asumiendo abiertamente su fe religiosa, Sadiq Khan y su esposa Saadiya, también abogado, dan una cara muy distinta de lo que, hasta ahora, se tenía del Islam.
El hecho de que el nuevo alcalde de Londres prestara juramento el sábado en la catedral de Southwark –antigua sede del cristianismo–, durante una ceremonia ecuménica, que reunió a miembros de las religiones principales, es otro símbolo político y social muy fuerte para esta ciudad cosmopolita.
A diferencia de otros partidos socialistas en Europa, por ejemplo, el Partido Socialista Francés –a saber, que Francia es el país con la comunidad musulmana más grande de Europa– el Partido Laborista sí ha sido capaz, no solamente de dar representatividad política al millón de musulmanes que tiene Londres, sino que además, ha sabido promover una élite musulmana dentro del escenario político del país, de manera pacífica y tolerante.
En Francia, sin embargo, si bien existen algunas plazas reservadas para los musulmanes, los lugares más prometedores a los que pueden aspirar son, sin duda, los de las áreas relacionadas a la inmigración. El resto siguen siendo inaccesibles.
Con una gran división social que se vive actualmente en París –en gran medida por el avance populista de la ultraderecha francesa– la comunidad musulmana en Francia no deja, ni dejará, de ser un tercera parte de la población que haya que gobernar.
La ciudad Laborista
El resultado de su victoria es fácil de entender. Londres es una ciudad Laborista, en Gran Bretaña, como en el norte de Europa, el voto de centro-izquierda se ha mantenido mejor en las áreas metropolitanas que en otros lugares.
Sadiq Khan tenía la máquina del voto local, la historia y el elemento cosmopolita de su electorado de derecha, por mantenerse firme en su postura pro-empresarial y pro-infraestructura.
También tuvo la suerte de tener un oponente como Goldsmith, que tenía todo el empuje y vigor de un royal, en una capital que gusta de personajes más bien “terrenales”.
Además, su euroescepticismo y su conservadurismo eran una opción extraña para una metrópoli tan cosmopolita como Londres, con una gran diversidad cultural.
Por otra parte, los señalamientos implacables de la campaña sobre el Islam, y muy particularmente sobre la vida de Sadiq Khan, caían en la segregación y racismo.
Como parte de la campaña se promovió una foto que mostraba el autobús que fue explotado en los ataques terroristas del 7 de julio de 2005 en Londres, y en donde Goldsmith preguntaba: “¿Los londinenses realmente quieren a un líder que es amigo de los terroristas?”
Estas oscuras y alarmistas advertencias sobre sus supuesta simpatías con el terrorismo, lo hacían ver como paranoico, sobre todo cuando se contrastaban sus acusaciones con el historial ampliamente liberal de Khan: el “inmigrante musulmán” había apoyado el matrimonio homosexual y que había condenado los incidentes de antisemitismo.