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En vísperas navideñas las potencias mundiales han iniciado una batalla por obtener la soberanía del Polo Norte, y en consecuencia, apropiarse de la nacionalidad de Santa Claus.
Pero el interés por Santa sería solo una excusa cuyo fin primordial va más allá de ser dueños del código postal del taller de juguetes más popular del mundo, y aunque Canadá ya lo proclamó formalmente ciudadano, hay otra ventaja: explotar la mina de “oro negro” escondida bajo las congeladas aguas del Ártico.
Este Océano alberga bajo su superficie alrededor de 90 mil millones de barriles de petróleo, mil 669 millones de metros cúbicos de gas natural y 44 mil millones de barriles de gas condensado, según estima el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
A nivel mundial esto representa el 15 por ciento de las reservas de petróleo no exploradas, y el 30 por ciento de las de gas. Otras fuentes aseguran que ahí yace, aún sin explorar, el 25 por ciento del petróleo del mundo.
Y este súbito interés crece con el temor a la inestabilidad actual por el precio del hidrocarburo, ya que se abre la atractiva posibilidad de explotar los ricos recursos petroleros del Ártico.
Y a la vez, la congelada región enfrenta a su propia paradoja: el deshielo producido por el cambio climático amplía la posibilidad de acceder a un petróleo antes inalcanzable, pues extraerlo requiere maquinaria muy sofisticada.
El calentamiento global propicia la exploración, pero también acelerará los efectos del calentamiento, lo que no tiene muy felices a los activistas ecológicos.
Y ante un inminente deshielo, las ambiciones de occidente –y oriente– dirigen su mirada a los lugares en donde potencialmente se encuentran las mayores reservas de crudo del mundo.
Los expertos señalan que la vasta región del Ártico es, probablemente, “la única gran fuente de hidrocarburos sin explotar del planeta”.
“Hay un gran foco de atención en el Ártico, sobre todo ahora, por la gran riqueza de recursos naturales.
“El desarrollo de los acontecimientos en Oriente Medio pone mayor énfasis en este tema”, declaró Kuupik Kleist, primer ministro de Groenlandia, país con un gobierno autónomo aún sin independizarse de Dinamarca, y uno de los cinco principales actores en el reparto del petróleo en las profundidades del Polo Norte, también el simbólico hogar de Santa Claus.
Pero Canadá, Estados Unidos, Rusia y Noruega también quieren su pedazo de hielo petrolero. ¿Qué factores políticos, económicos, tecnológicos, y medioambientales se encuentran en el camino? ¿Cuáles serían las consecuencias de esta explotación?
“Durante las tres últimas décadas de exploración de petróleo en el Ártico se han encontrado más de 200 mil millones de barriles. Se estima que todavía hay 114 mil millones de barriles no descubiertos y 56 billones de metros cúbicos de gas natural”, ha explicado Alaistair J. Fraser, presidente del Instituto de Energía y Geociencia de Petróleo en el Imperial College de Londres.
Santa Claus y el Ártico, no tienen dueño
La ley internacional actual dice que ningún país tiene dominio sobre el Polo Norte. Por ello hay varias naciones que pelean esa soberanía, no solo Rusia y Canadá, aunque por ahora son los más activos.
En esta lucha internacional por el Ártico, Canadá dio el primer golpe cuando el 9 de diciembre pasado su ministro de relaciones exteriores, John Baird, anunció que el gobierno contrataría un equipo de científicos para demostrarle a la ONU que los límites del país se extienden hasta el Polo Norte.
En respuesta el presidente de Rusia, Vladimir Putin, ordenó al día siguiente a sus ministros de defensa fortalecer la presencia militar en el Ártico y construir infraestructura que proteja los intereses rusos.
Sin embargo Canadá se había adelantado en 2010 cuando el Gobierno federal, a través del ministro de Inmigración, Jason Kennedy, declaró que formalmente Santa Claus es canadiense.
Aunque parece un tema frívolo, es evidente que parte de una lucha por ejercer su dominio sobre las aguas del Ártico.
En la disputa por la propiedad también están Estados Unidos, Noruega y Dinamarca, que comparten fronteras con el Océano Ártico.
“El esperado boom del Ártico está siendo amenazado por los posibles conflictos entre las naciones involucradas”, expone el investigador Michel Chossudovsky en el sitio de Global Research, Centro de Investigación en Globalización.
“Rusia se está preparando para los peores escenarios posibles y actualmente está robusteciendo sus fuerzas militares, lo que incluye reabrir viejas bases militares y construir nuevas”, añade.
Explotación cara
A pesar de que actualmente la explotación petrolera es dificil, esperan que el calentamiento global sea favorable para extraerlo
El Gobierno de Putin planea invertir 63 mil millones de dólares de inmediato y hasta el 2020 en la exploración de recursos naturales del Ártico, informó el pasado 19 de octubre el sitio de noticias RT.
Pese a ser una mina de combustible fósil, las condiciones climáticas y geológicas del Ártico representan un alto precio para aquellos interesados en trabajar en él, revela un estudio de la auditora Ernst and Young.
Los investigadores indican que extraer un barril de petróleo tendría un costo de 200 a 300 dólares y construir una plataforma petrolera costaría entre 5 mil y 6 mil millones de dólares, por lo que aventurarse es muy arriesgado.
Pero un estudio de la Sociedad Geográfica de Rusia asevera que en la parte de la región que corresponde a este país hay 250 millones de barriles de petróleo, lo que representa un 60.1 por ciento del total de reservas que hay en toda la zona.
Por ello es muy importante para Canadá reclamar el Polo Norte, pues así aumentaría la cantidad de petróleo y gas que posee del Ártico, que por el momento solo es de 5 por ciento del total de reservas, según Ernst and Young.
“Suelen decir que los rusos tienen una política del Ártico muy agresiva, nacionalista y unilateral, pero lo mismo puede decirse de los canadienses”, declaró el 10 de diciembre a The Guardian Andrew Foxall, investigador de la Sociedad Henry Jackson.
“Harper ha dicho que Canadá es una nación ártica y frecuentemente va a la parte norte de Canadá, en el Ártico. Ahí hace ejercicios militares de gran escala”, añadió.
Los analistas dicen que Canadá se está preparando para cualquier conflicto territorial, pues la resolución de la ONU sobre su reclamo del Polo Norte podría tardar décadas.
El calentamiento global, a favor del transporte chino
Otro de los atractivos del área no definida en cuanto a su soberanía sería como ruta de las exportaciones chinas.
Siendo este comercio el más activo del mundo, los chinos ha encontrado la ruta del Ártico más corta que la habitual empleada para enlazar Oriente y Occidente a través del Océano Índico y el mar Mediterráneo, con paso obligado por el canal de Suez.
Antes parecía imposible pensarlo ya que se debían utilizar rompehielos para navegar por las heladas aguas.
Ahora el calentamiento global se volvió positivo ya que en verano, por ahora, no hay hielo en la ruta.
La temperatura promedio del Ártico ha aumentado 2 grados centígrados desde 1960, lo que el año pasado provocó el nivel más bajo de hielo marino de la historia en la zona: 2.12 millones de kilómetros cuadrados.
Con esos datos a favor, en agosto de este año el transbordador chino Yongsheng partió del puerto local de Dalian con dirección a Rotterdam, y se ahorraron casi 13 horas de travesía.
La ruta podría convertirse en habitual a mediados de siglo, pues según los expertos está cada vez más cercano el momento en que el calentamiento global abra totalmente la ruta ártica en verano, sin ayuda de los rompehielos, por lo que China, país que tiene seis de los 10 puertos con mayor tráfico del mundo, es uno de los más interesados.
La segunda economía mundial espera ahorrar costos de combustible, escalas y las tasas de paso del canal de Suez, así como obtener mayor seguridad durante los recorridos, ya que en los últimos años ha sido afectada por los piratas (concretamente los somalís, en el golfo de Adén)..
También trataron de navegarla marineros españoles a finales del Siglo XVIII a través del estrecho de Bering, aunque el primero en llegar desde Europa a Oriente por aguas polares fue el sueco Adolf Erik Nordenskiold, en 1879.
Aunque por ahora China es uno de los países más interesados en el paso del Ártico, Rusia planea la construcción de varios puertos en su larga costa septentrional.
“Hay una evidente concientización de políticos e investigadores chinos sobre las consideraciones estratégicas, políticas y económicas del deshielo del Ártico”, señalaba la científica del Instituto de Investigación por la Paz de Estocolmo, Linda Jakobson, experta en el efecto invernadero en el Polo Norte.
En los últimos años China no ha ocultado un acercamiento.
Y aunque no podría pedir la nacionalidad de Santa Claus, se está uniendo con países limítrofes con el Ártico, como Islandia, con la que firmó este año el primer tratado de libre comercio con una nación europea.
Los dirigentes chinos han visitado Dinamarca y Finlandia y están interesados en invertir en los ricos e inexplorados recursos mineros de Groenlandia, que si se independiza de Dinamarca podría propiciar más negocios con el gigante asiático.
Un tanto en el «olvido» ha quedado Noruega, cuyas relaciones con China son todavía lejanas por el Premio Nobel concedido en 2010 al disidente encarcelado chino Liu Xiaobo.
Con el deshielo de la ruta ártica, trayectos habituales como el Shanghái-Hamburgo podrían reducirse en 6 mil kilómetros frente a los actuales, y los costos se reducirían en un 15 por ciento, según datos de la compañía rusa Novotek.
Pese al actual viaje del carguero Yongsheng, la ruta ártica todavía no será una fuerte competencia a la que pasa por Suez (usada cada año por 17 mil transbordadores), aunque los expertos cada año adelantan la fecha.
Antes pensaban que sería el 2060 y ahora estiman que en 2030 cuando el Ártico esté tan descongelado que sea posible navegarlo y explorarlo, sin problemas.
Cuando esto suceda el petróleo será más barato de extraer, las rutas marítimas serán cotidianas y probablemente, Santa Claus cambie de domicilio, y nacionalidad, a algún lugar más frío.
Estimaciones de hidrocarburos en el Océano Ártico
– 90,000
Millones de barriles de petróleo
– 1,669
Millones de metros cúbicos de gas natural
– 44,000
Millones de barriles de gas condensado
– 15 %
De reservas de petróleo no exploradas
– 30 %
De reservas de gas
– 200 a 300
Dólares cuesta extraer un barril de petróleo en el Ártico
– 5,000 y 6,000
Mdd. cuesta construir una plataforma en el Ártico
– 60 %
Del total de reservas podría ser de Rusia
– 200
Millones de barriles de petróleo estima Rusia que hay en su región