Se esfuma la esperanza
Hace un año la coalición de izquierda radical griega conocida como Syriza y liderada por el joven político Alexis Tsipras ganó las elecciones y tomó el poder en enero de 2015.
Cuando asumieron sus posiciones los líderes de Syriza fueron vistos por los griegos como salvadores. En poco tiempo ese entusiasmo se desvaneció y se les tachó primero de inexpertos, luego de radicales y finalmente de traidores. Hoy por hoy la gente los considera “más de lo mismo”.
Sergio Almazán
Hace un año la coalición de izquierda radical griega conocida como Syriza y liderada por el joven político Alexis Tsipras ganó las elecciones y tomó el poder en enero de 2015.
Cuando asumieron sus posiciones los líderes de Syriza fueron vistos por los griegos como salvadores. En poco tiempo ese entusiasmo se desvaneció y se les tachó primero de inexpertos, luego de radicales y finalmente de traidores. Hoy por hoy la gente los considera “más de lo mismo”.
Grecia es el país de la Unión Europea que ha sido golpeado más gravemente por la crisis financiera y los helenos pensaron que Syriza los haría salir de un círculo vicioso de austeridad y depresión económica.
Los ciudadanos salieron en defensa de su primer ministro cuando éste negoció la deuda de su país con la Unión Europea, pero fracasó y en el camino perdió a su Ministro de Finanzas, quien se decepcionó del desventajoso acuerdo que finalmente Tsipras pactó con Bruselas.
Después de un 2015 que terminó con una sensación de desesperanza, los votantes han declarado su desconfianza hacia los partidos políticos y buscan nuevos redentores independientes.
La austeridad se queda y la confianza se va
Syriza, presionada por sus acreedores europeos, ha sido forzada a ignorar el referendo donde los votantes griegos le dijeron “no” a un periodo más de austeridad.
Esto ha sido visto como una traición no solo por los votantes, sino también por otros izquierdistas y simpatizantes de Syriza alrededor del mundo.
La austeridad se impuso y a pesar de eso, el buen momento de enero todavía le duró al partido Tsipras para volver a ganar las elecciones de septiembre. Pero la alegre participación política de la población a principios del año pasado, cambió por una sensación de impotencia.
Syriza fracasó en su idea de masificar la política y sacarla de los vicios del parlamento.
En 12 meses no sólo no han cumplido sus promesas, sino que además han tomado decisiones totalmente en contra de lo que habían predicado en campaña.
Tsipras prometió abolir el impuesto sobre la propiedad, por “injusto”, pero el 2015 y el 2016 dicho impuesto sigue en vigor y sólo se plantea una reforma en el año 2017.
Syriza había prometido restablecer el salario mínimo en los 751 euros para octubre de 2015, pero en el memorando firmado en julio de 2015 no hubo ninguna referencia a este asunto, y se mantendrá en los 586 euros brutos actuales hasta 2017.
Hoy la deuda externa griega es de 363 mil millones de euros, casi 40 mil millones más que en 2015 y no se espera una pronta recuperación de la economía.