La esperanza de hace cuatro años en América Latina era grande cuando Barack Obama llegó por primera vez a la Casa Blanca.
El primer presidente afroamericano hacía pensar que se tendría una representación significativa de las minorías, y por ende, los lazos con los latinoamericanos serían mucho más positivos.
Después de confirmar su reelección, las esperanzas de un gran cambio son pocas, cosa que confirman analistas y asesores del demócrata que venció a Mitt Romney en los comicios del 6 de noviembre.
Lo que le preocupa a EU
Los escasos ajustes que la política estadounidense hará hacia América Latina y el Caribe serán enfocados principalmente en temas de seguridad.
América Central está en la agenda del presidente, después de que en los últimos años se ha convertido en una de las zonas más violentas del mundo.
El Salvador, Guatemala y Honduras se han transformado en el trágico triángulo que funge como puente del tráfico de droga proveniente de Sudamérica con destino a Estados Unidos.
Dan Restrepo, ex asesor de Obama en temas hemisféricos del Consejo de Seguridad Nacional, expresó a The Associated Press que un segundo mandato del ex senador de Illinois se podrá ver “una evolución, no cambios bruscos” en una política exterior.
El actual formato de las relaciones exteriores de los norteamericanos en la administración de Obama Restrepo lo definió como “trabajar con los países que quieren trabajar con Estados Unidos”.
“La seguridad ciudadana en América Central seguirá siendo importante para el presidente”, dijo el ex asesor del reelegido mandatario.
“Es algo que obviamente es un reto para la región y tiene impacto directo sobre Estados Unidos y sus vecinos”, agregó Restrepo.
Centroamérica está ubicada en las regiones sin conflicto armado más mortíferas de todo el planeta.
Esto después de que se viera un incremento en los niveles de violencia, después de que Estados Unidos comprometiera mil 400 millones de dólares para la cooperación antinarcóticos con México a través de la Iniciativa Mérida.
La región olvidada
La campaña electoral prestó escasa atención a la política exterior, y cuando lo hizo se concentró en el programa nuclear de Irán o en el combate al terrorismo en Afganistán y Pakistán.
América Latina apenas fue mencionada en el último debate entre Romney y Obama, cuando el republicano recordó a la región de manera escueta como una posible zona de libre comercio.
El segundo mandato del actual presidente tendrá un “tono de mucha corresponsabilidad, pero sin grandes iniciativas”, lo aseguró Andrew Selee del Centro de Estudios Wilson.
“Veremos más atención hacia América Central en temas de crimen organizado”, agregó Selee.
“Tengo la impresión de que la atención a la cooperación a gran escala seguirá en México, mientras se verán esfuerzos para ayudar a América Central, que normalmente recibe menos atención y cuyo apoyo se procesa más como ayuda externa y menos como cooperación”, concluyó.
Un área primordial para Washington en la región, la cooperación antinarcóticos con México, sufrirá modificaciones limitadas debido a la profunda integración ya alcanzada con su vecino del sur.
Estados Unidos buscará adaptar su cooperación general antinarcóticos a México a través de la Iniciativa Mérida a los cambios de estrategia que aplique el recién elegido presidente mexicano Enrique Peña Nieto, quien tomará posesión en diciembre y aún no ha detallado qué hará diferente a su predecesor Felipe Calderón.
Bolivia y Venezuela
Romney y el partido republicano acusaron a Obama de una falta de liderazgo en el continente que permitió el fortalecimiento de la influencia de Cuba y Venezuela en América Latina y la expansión de las pandillas y el narcotráfico.
Restrepo negó que Obama haya descuidado al continente y como evidencia que cuando ha sido necesario “el presidente ha tomado medidas contra PDVSA (la empresa petrolera estatal venezolana) por la exportación ilegal de gasolina a Irán y la designación como narcotraficantes a funcionarios del gobierno venezolano”.
Al referirse a la ausencia de embajador estadounidense en Bolivia y Venezuela, Restrepo indicó que “requiere la cooperación de dos actores, de los gobiernos anfitriones y del Senado, una combinación que no hemos logrado con estas dos naciones.
Es preferible tenerlos, pero no se puede forzar”.
(Con información de AP)