¿Cómo puede mantener el Pentágono en sus bolsillos 2 mil millones y medio de dólares provenientes de un programa cancelado con la excusa de que los va a “reinvertir en el ejército”?
Esto suena aún más absurdo cuando la Casa Blanca y el Capitolio están sumamente preocupados y concentrados en los recortes al presupuesto la Seguridad Nacional.
¿Cómo puede el Pentágono quedarse con semejante suma sin que se someta a un mayor escrutinio?
Programas alimentarios y de nutrición no corrieron con la misma suerte, tampoco el Programa de Salud para Mujeres, Infantes y Niños (WIC, por sus siglas en inglés) cuyos presupuestos se han visto mermados por los recortes.
Esos 2 mil millones y medio de dólares es dinero que alguna vez estuvo planeado para gastarse entre 2013 y 2017 en el Sistema Autónomo de Navegación (SAN).
Dicho programa, iniciado en 2003, pretendía “servir como sistema de navegación automatizado para 13 vehículos sin tripular como parte del Plan de Combate del Futuro”, de acuerdo a la Oficina de Administración Gubernamental (GAO, por sus siglas en inglés).
El Plan de Combate del Futuro era un ambicioso programa elaborado cuando Donald Rumsfeld era Secretario de Defensa.
Durante dicha administración, los fondos destinados a la defensa pretendían convertir al ejército en una “fuerza de combate más ágil, más ligera y más capaz”, argumentó la GAO.
No obstante en 2009, los costos de la guerra crearon un creciente déficit en Estados Unidos, lo que provocó que el Plan de Combate del Futuro se cancelara.
Mientras tanto, la GAO reportó que el ejército estadounidense mantuvo los desarrollos en el Sistema Autónomo de Navegación para usarlos en una “misión a desarrollar para vehículos sin tripular”.
El ejército puso el SAN a prueba el año pasado para “demostrar las capacidades de este sistema de navegación sin tripular”, según la GAO.
Para ese entonces, el Sistema Autónomo de Navegación debía de poder guiar vehículos sin tripular para “esquivar obstáculos y recorrer terreno variado”, capacidades que el SAN no pudo demostrar.
El problema recaía en que, mientras que el 90 por ciento del hardware del SAN estaba desarrollado, solo el 75 por ciento del software necesario estaba completo.
El terminar de desarrollar el software para que el sistema cumpliera con las capacidades necesarias simplemente era demasiado costoso y tardado.
Al final, el SAN fue cancelado, aunque el ejército seguía investigando en el desarrollo de vehículos sin tripular.
Fuentes del Ejército de Estados Unidos dijeron que esperaban los 2 mil millones y medio de dólares que no se gastaron en el SAN estuvieran “disponibles para ser reinvertidos en las fuerzas armadas para los años fiscales de 2013 a 2017”.
Pero, ¿qué no es precisamente lo que no se hizo al cancelar el SAN?
EL dinero, comenzando el año fiscal 2013, será “reprogramado” para costear proyectos que no parecían ser necesarios a incluirse en el anterior presupuesto.
Irónicamente, el Comité de Asignaciones del Senado en su informe del Proyecto de Ley de Asignaciones de Defensa del 2013 se opuso a la reprogramación del dinero.
El Comité dijo que entendía los reclamos de reutilizar el dinero por los recortes y las pérdidas en las guerra pero que había una “ausencia de disciplina fiscal en la petición de presupuesto”.
El panel del Senado agregó que encontraba desconcertante “el número de reprogramaciones, la cantidad de dinero requerido y el significativo incremento en las peticiones de nuevos programas fuera del presupuesto”.
Además agregaron que no sucede lo mismo con los niveles de escrutinio en los programas presupuestales del Pentágono, los cuales se mantienen bastante laxos.
Por ejemplo, en una reciente reprogramación del Pentágono, se pidieron 708 mdd que no utilizaron para cuidados médicos dentro del programa de salud interno para utilizarse en otros programas.
El reporte del Comité del Senado señaló que ésta no era la primera vez que sucedía una situación similar.
La GAO encontró que el Pentágono sobrepresupuestó el dinero destinado al programa de salud interno por 772 mdd en 2010 y 1.36 mil millones en 2011.
Este es parte del juego en presupuesto de Washington destinado al gasto en defensa.
Tanto el Pentágono como los comités del Congreso a menudo redirigen dinero a proyectos alternativos en lugar de solamente no gastar el dinero.
La seguridad nacional termina siendo siempre la justificante de cualquier programa.
Existe entonces un desbalance en los planes de reducción del déficit, el cual representa un peligro aún más peligroso para el país que cualquier miembro de Al Qaeda o jihadista islámico.
Cuando fue necesario hacer recortes en el presupuesto durante la administración de Ronald Reagan, impactó a los programas para los pobres.
En ese momento se pintó a las minorías que se beneficiaban de los programas para los pobres como “las reinas del bienestar”.
Quizás debieron de poner más atención en los salarios de los contratistas de la Defensa.
Robert J. Stevens, de la empresa aeroespacial Lockheed Martin, recibió un promedio de 20 millones anuales durante los últimos cinco años por concepto del aumento del costo de los aviones de combate F-35.
Esta operación le dio otros 10 millones de dólares.
Si durante los años de Reagan se tenían las “reinas del bienestar” creadas por el gobierno, en la última década parece que el Pentágono ha enriquecido a los “millonarios de la guerra”.
Estados Unidos no puede seguir gastando dinero de manera insensata con lo que tenga la excusa de ser “destinado para la seguridad nacional”.