Seguridad, el desafío europeo
El atentado del pasado miércoles en el corazón de Londres, abre nuevamente el debate sobre la seguridad en el continente europeo, golpeado en los últimos tiempos por una ola terrorista que ha diversificado sus métodos.
Los integrantes de la Unión Europea siguen en proceso de buscar soluciones ante este tipo de amenazas, un enemigo al que aún están tratando de entender y cuyas tácticas de acción y de reclutamiento dificultan seriamente su control.
Sobre la mesa también está cómo mantener un balance entre las estrategias de seguridad y la libertad individual de los europeos.
Carlos SalazarEl atentado del pasado miércoles en el corazón de Londres, abre nuevamente el debate sobre la seguridad en el continente europeo, golpeado en los últimos tiempos por una ola terrorista que ha diversificado sus métodos.
Los integrantes de la Unión Europea siguen en proceso de buscar soluciones ante este tipo de amenazas, un enemigo al que aún están tratando de entender y cuyas tácticas de acción y de reclutamiento dificultan seriamente su control.
Sobre la mesa también está cómo mantener un balance entre las estrategias de seguridad y la libertad individual de los europeos.
Las medidas de algunos gobiernos ante la amenaza terrorista se han enfocado en un endurecimiento de las políticas migratorias, el cierre de fronteras, más rigurosidad en el otorgamiento de visados y políticas más severas contra los refugiados.
Sin embargo, parecen insuficientes ante la capacidad de adaptarse de los grupos terroristas.
Uno de los principales peligros que han detectado los especialistas así como las altas autoridades de combate al terrorismo de la Unión Europea, es que los nuevos adeptos del califato no necesariamente se desplazan a Siria e Irak para su adoctrinamiento.
“La amenaza más grande son la gente que vive aquí, entre nosotros, y se radicaliza por Internet”, afirma el belga Gilles de Kerchove, coordinador antiterrorista de la Unión Europea.
Sin bombas ni armas de fuego
Hay otro factor que está encendiendo las alertas, en los últimos meses en los ataques no se han utilizado bombas ni armas automáticas, sino vehículos y armas blancas; así se perpetraron los atentados en Niza, en Berlín y en Londres.
Además, en estos tres casos, los ataques fueron autoría de un solo individuo, un lobo solitario, ciudadano europeo, radicalizado muy probablemente a través de internet, dispuesto a dar la vida por la causa.
Los terroristas parecen haber mudado su modus operandi. Los atentados como el de Paris o Bruselas requieren mayor planificación, mayor número de participantes, logística para la introducción de armas y explosivos.
Operativos de tal escala favorecen no solo las filtraciones por el número de terroristas que están involucrados en la planeación y ejecución, sino que llaman más la atención y es más susceptible de ser detectada.
Pero por otro lado, cuando el ataque viene de un ciudadano con pasaporte europeo, muchas veces sin antecedentes, totalmente fuera del radar de los cuerpos de inteligencia, y que se vale de medios menos complejos, los esfuerzos de las autoridades parecen estériles.
Repercusiones políticas
Tras los ataques coordinados en Paris en noviembre de 2015, las autoridades francesas impulsaron medidas con una alta dosis de polémica, debido al eterno debate entre la seguridad y la libertad o hasta qué punto los derechos individuales pueden ser afectados.
Aunque el mensaje de las autoridades británicas va en el sentido de que no hay que ceder ante el miedo y el llamado a tratar de retomar las actividades cotidianas, el atentado en Westminster también podría traer cambios en su política interna de seguridad.
El ataque llegó en un momento de transición en el panorama continental, a solo unos días de que inicien las negociaciones por el Brexit y previo a la cumbre por la conmemoración del 60 aniversario del Tratado de Roma.
Desde hace algunos meses ha habido un avance en materia de cooperación en las áreas de inteligencia y seguridad de los socios europeos, sin embargo aún existe cierto recelo a compartir cierta información.
El caso de Gran Bretaña, es especialmente complicado. En pleno proceso de separación de la Unión Europea, aún no se sabe en qué términos quedará la relación con los socios restantes, entre ellos el rubro de seguridad continental.
El presidente de la Comisión Europea lanzó un mensaje de solidaridad tras el atentado asegurando que Reino Unido será siempre un socio y amigo y que seguirán trabajando mano a mano en la lucha contra el terrorismo.
La amenaza terrorista que se cierne sobre Europa podría ser el factor que incline la balanza hacia una cooperación más abierta entre los países, pues es el tema de seguridad una de las mayores preocupaciones de los gobiernos.
El efecto de un ataque terrorista en una de las más emblemáticas capitales europeas podría reforzar el discurso de la extrema derecha europea, que ha enarbolado la bandera de la eurofobia, el cierre de fronteras y polémicas medidas antiinmigratorias.
El Frente Nacional francés, encabezado por Marine Le Pen es uno de los que mejor ejemplifica esta doctrina, y con las elecciones presidenciales a la vuelta de la esquina, la sucesión francesa es un factor preocupante para la Unión Europea.