Skateistán, Patinetas en zona de guerra
Skateistán es un proyecto que nació en Afganistán para conectar a niñas y niños de zonas vulnerables con el deporte y la educación a través de la práctica de skateboarding
Mara EcheverríaSkateistán es un proyecto que nació en Afganistán para conectar a niñas y niños de zonas vulnerables.
Las niñas afganas viven dos crisis: la guerra y la desigualdad de género a causa de las creencias religiosas y sociales que les impiden desarrollar algunas actividades, entre ellas, deportes y otras relacionadas con la educación.
En la última década el país dio algunos pasos para cerrar esta brecha, pero la vida de las niñas y los niños es trastocada por el conflicto bélico entre el gobierno y sus aliados –entre ellos Estados Unidos- y el Talibán, una fracción extremista política-paramilitar fundamentalista islámica sunní.
Las brutales consecuencias de la guerra afectan a diversas generaciones de niños que tienen que lidiar con la pérdida de su padre o madre, o en peores casos, de los dos, lo cual genera un riesgo mayor en su desarrollo. A causa del conflicto, más de un millón de infantes sufren traumas, de acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef).
En medio de esta adversidad, en 2008 nació Skateistán, una organización no gubernamental que ayuda a las los pequeños a ser más fuertes y perder el miedo con la práctica de un deporte poco convencional en Afganistán, el skateboarding.
Si bien la Organización No Gubernamental (ONG) mantiene sus puertas abiertas a niños y niñas, estas últimas encontraron en Skateistán una oportunidad para desarrollarse y hasta escolarizarse, solo porque las patinetas son vistas como un juguete que no está en la lista de accesorios prohibidos por sus costumbres culturales.
Oliver Percovich, fundador de la ONG, llegó a Kabul en 2007. En la página del proyecto relata que cuando andaba en patineta en lugares públicos de la capital afgana, niñas, niños y adolescentes mostraban curiosidad. Un año después puso en marcha el proyecto como una fundación local que tenía un objetivo claro: ligar a los niños con la educación y el deporte.
Fueron los pequeños quienes llamaron al proyecto Skateistán. En una primera etapa, equipos de profesionales de skateboarding de Australia, Estados Unidos y algunas naciones europeas donaron patinetas, que sirvieron para que Percovich y un grupo de voluntarios impartieran clases de skate en varios lugares de Kabul, incluidos diversos orfanatos.
En tanto, a las lecciones que se daban en una fuente abandonada ubicada en el barrio de Mekroyan, se sumaron niñas y niños que trabajaban en la calle, vendían artesanías o lavaban autos. Ahora, algunos de ellos son líderes juveniles de su país en el proyecto Juventud, Artes y Paz, que financia la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
“En Skateistán no siento que mi entorno esté arruinado, este es un lugar agradable”, dice Elaha, una chica que comenzó como estudiante y que ahora es una de las representantes del proyecto juvenil de la organización.
De la rampa a las aulas con Skateistán
El 29 de octubre de 2009 fue cuando Skateistán abrió las puertas de la primera de cinco escuelas, en terrenos donados por el Comité Olímpico Nacional de Afganistán. Estas instalaciones ubicadas en Kabul, se convirtieron en el centro de deportes de salón más grande del país, y además del skatepark, tiene aulas para que las niñas y niños pudieran recibir otro tipo de educación más allá de las patinetas.
En la escuela de skate de Kabul se creó el programa Skate and Create, a través del cual las niñas y niños afganos tienen que cursar un plan educativo que considera clases de arte, derechos humanos, estudios culturales, nutrición y medioambiente. Este esquema se convirtió en el proyecto de exhibición de trabajo estudiantil Juventud, Artes, Paz.
Este no es el único esfuerzo de Skateistán en apoyo a la educación. El programa Regreso a la Escuela se lanzó para ayudar a los estudiantes a reinscribirse en el sistema de educación pública de Afganistán. Aquí se incluyeron clases para regularizar a quienes nunca asistieron a la escuela.
La situación de las niñas afganas se complica por la falta de acceso a los sistemas educativos. Entre 2002 y 2019, la cifra de niños escolarizados pasó de un millón a 8.5 millones. Pero aún hay 3.7 millones que no asisten a la escuela y de ellos, el 60 por ciento son niñas, una cifra que alcanza hasta el 85 por ciento en algunas de las zonas del país, de acuerdo con la ONU.
“La falta de oportunidades en el deporte y la educación para las mujeres no es solo un problema que afecta a Afganistán, se extiende a otros países en el mundo”, dice Oliver Percovich.
En 2018, Skateistán fue galardonado como uno de los 100 proyectos más innovadores en educación en el Beyond Sport Forum en Londres. Ese año, la ONG presentó The Goodpush Alliance, una red global para proyectos sociales relacionados con el skate.
Además de ser reconocido por Unicef y contar con el patrocinio de empresas como Google y el respaldo de la Fundación Tony Hawk, del skater profesional del mismo nombre, el proyecto tiene alcance mundial, lo cual también ha permitido que las patinetas lleguen a otros países en donde hay niños que viven en condiciones de pobreza.
Hay diversos documentales sobre Skateistán, pero el ganador del Óscar, Skateboarding in a Warzone (if you’re a girl), dirigido por Carol Dysinger, fue una puerta que puso a este proyecto a la vista del mundo, para destacar los logros relacionados con las niñas afganas.
Desde su creación, la ONG ha enfrentado muchos problemas para recibir donaciones y mantenerse a flote, no obstante Skateistán salió del país que lo vio nacer y ahora cuenta otros centros de educación y deporte en Camboya, Sudáfrica y dos más en Afganistán.
“Skateistán no son solo patinetas. Se trata de dar a los niños habilidades de vida y esperanza sobre su futuro”, dice Tony Hawk, quien también es miembro de la junta asesora global de Skateistán.